miércoles, 31 de diciembre de 2014

Correo enviado

Buenas noches mi gente,

¿Qué tal termina el 2014?

Ya sabéis, aquí estoy otra vez,  analizando el año que termina, pensando en el 2015 y acordándome de vosotros. 

El 2014 ha sido el año de mis 30 y todavía parece que tengo más argumentos para dar mil vueltas a la persona que quería ser y a la persona que soy.  Y sabes que se las estoy dando: el futuro es el presente y se acabaron las excusas que empiezan con mañana. Hoy es el momento. Ahora es lo que está pasando y lo que estoy siendo.

Tengo la esperanza de que mientras os siga escribiendo este correo y siga analizando mis errores (que esta noche no te vuelvo a contar porque ya te los sabes) es que no lo estoy haciendo tan mal (o al menos no me he perdido del todo, ya veremos). 

Y si no lo estoy haciendo del todo mal, es porque os tengo cerca. Os encargáis de ponerme los pies en la tierra cuando me hace falta, de conseguir que camine por nubes cuando es el momento, de apoyarme y de retarme, de decirme lo que no quiero escuchar y de escucharme cuando no hay quien me aguante (y cuando sí también!).

Este 2014 habéis estado a mi lado y espero que vosotros sintáis que he estado al vuestro (¡lo he intentado!). Las distancias ya sabéis que no importan, estando sentados a mi lado, en otro continente o en otro planeta, siempre os siento cerca. 

Podría ponerme a escribir momentos de este año (y tú te buscarías entre ellos) pero es que han sido muchísimos y no pretendo aburriros demasiado este fin de año. Además, ya te los sabes, o los has vivido conmigo o te los he ido contando. Y si quieres que los repasemos juntos, cuando quieras nos tomamos un tinto. 

Y sí... me estoy poniendo sensible… porque por mi mente está pasando mi 2014… Sólo puedo deciros que muchas gracias por todo, por los grandes momentos y por los pequeños (que para mí son enormes), por hacer que mi vida sea especial, por ayudarme a no perder mi norte.

¿Qué le pido al 2015? Sonará a tópico (pero me da igual), pido salud (para mi familia, para vosotros, para vuestra gente), trabajo (que te voy a contar) y que sigáis en mi vida, que siga teniendo la suerte de contar con vosotros. 

Este año dejadme robar una frase a ramiro (quizás mi frase del año ;)), espero que sigáis queriendo "apostar todo al rojo chanel de mi boca".

Y como siempre, vuelvo a tomar prestadas unas frases de isma, que no dejan de acompañarme y con las que me sigo identificando:

“Y en el futuro espero, compañero, hermanos, ser un buen tipo, no traicionaros. Que el vértigo pase y que en vuestras ventanas luzca el sol cada mañana”.

Millones de gracias y feliz 2015.

Muchos besos.

Vértigo

viernes, 5 de diciembre de 2014

Reto: De Agujero negro hasta Mimbre

Domingo por la tarde en tu sofá. Quiero ver una peli mala y estar debajo de la manta. Me dices que veamos una buena película, que teníamos pendiente una de los beatles, que te dije de ver happythankyoumoreplease juntos y que para el documental iraní que no conseguimos ver la filmo me estás esperando. Te repito que hoy no, que pongas Antena 3, cambies el idioma al inglés y te metas conmigo debajo de la manta.

Remoloneas, te mueves a mi alrededor y parece que esperas que me levante a por el mando. No entiendes que ya tengo mi postura bajo la manta y que no me quiero mover. Pones la uno y empiezas a cambiar de canal, mirando las sinopsis de las pelis y preguntado si las hemos visto. ¿Qué más da? te contesto.

Por fin dejas Antena 3 y aparece, creo, jennifer lópez. Perfecto. Amor, desamor, amor. Seguro que es algo así.

Empiezas a analizar la peli. Que si mírale, que si mírala, que si el dinero, que van a acabar juntos. Ya lo sé. Me preguntas que por qué veo este tipo de pelis y yo me escondo más debajo de mi manta. Estoy acurrucada, medio escuchando, medio leyendo subtítulos, medio estando en mi mundo. Y tú sigues sin entrar. Vuelves a hablar de la peli, empiezo a cerrar los ojos, a imaginarme con un vestido horrible, a hablar como jennifer lópez (ni sé si con la voz doblada u original) y cada vez te escucho menos.

Vuelvo a abrir los ojos un poco y te oigo como lejano. Hablas de agujeros negros, de como crean un campo gravitatorio que lo atrae todo. Te miro fijamente, te pregunto que por qué demonios estás hablando de agujeros negros. Ni me escuchas. Sigues hablando, teorías, posibilidades, opciones. Vuelvo a cerrar los ojos y a ser jennifer lópez.

De repente noto algo, estás conmigo dentro de la manta, dentro de mi mundo. Te miro. Vuelves a los agujeros negros y dices que debajo de la manta se ha creado uno y que por eso estás dentro. Me da igual, te digo que me abraces y que sigamos durmiendo. Pero no callas, teorías imposibles, fórmulas y replanteamientos.

Despierto una vida después, la luz me nubla los ojos y estoy sentada en un sillón de mimbre en medio de un palacio. Me levanto y me vuelvo a sentar (y pienso que el sillón de mimbre es más cómodo que tu sofá). Vuelvo a taparme con la manta y al cerrar los ojos te oigo decir que acabas de comprobar tu teoría de que los agujeros negros te llevan a sillones de mimbre.


Vértigo

domingo, 9 de noviembre de 2014

Presentación teatral de VerS.O.S. de LUIS CANO RUIZ

El próximo viernes (14 de Noviembre) el gran Luis Cano Ruiz presentará su primer poemario en La Fídula (Huertas 57)

Allí estaré y te lo recomiendo. Tengo mil razones para hacerlo. 

Empezaré por lo básico, me encanta como escribe, consigue con sus letras transportarme a pasados y a futuros, a veces me hace contener las lágrimas, otras se me escapan de los ojos y también saca sonrisas, ilusiones y pasiones que estaban algo ocultas. 

Seguro que el espectáculo será original, divertido, con risas y sentimientos. No te vas a aburrir. Le acompañarán tres grandes: Óscar Sejas, Guille Pavón y Mar Argüello

¿Todavía no te he convencido? Además, es viernes, es gratis y está en la calle huertas, luego podemos seguir la noche...

Por último te diré que Luis (ladrón para mí) es un gran tipo, de esas personas que se cruzan en tu vida y sabes que serías idiota si dejas que se marche. Luis me invitó a la fiesta de las letras y cambió mi vida, mi blog, mi vértigo... Le debo parte de lo que soy. Sin él quizás mi vértigo me habría devorado.

Vente el viernes y aplaude conmigo.. Ya sabes, busca una rubia de labios rojos entre el público... 

Vértigo


lunes, 27 de octubre de 2014

Un viernes

Hoy iba a ser un viernes cualquiera. Se despertó a las cinco de la mañana, cuando la más pequeña le llamó pidiendo agua. Trató de volver a dormir un poco más aunque sabía que era complicado. Sonó el despertador y se preparó para levantar a sus dos niñas, mientras su mujer preparaba el desayuno. 

Manteniendo conversaciones sobre la vida las llevó al colegio, una preocupada por el examen que le esperaba y la otra pidiendo galletas rellenas de chocolate. 

Se siente con su suerte, tiene su familia, su trabajo, su felicidad.

Nos encontramos en el cercanías y nos preguntamos por nuestros fracasos y nuestros aciertos. Habla orgulloso de sus hijas, a las que transmite sus valores, la importancia de agradecer la vida, de esforzarse, de no abandonar, de valorar las cosas y aceptar que ser caprichosas no es una opción, que tendrán que madurar. 

Le miro admirada. En estos tiempos que corren, en los que da miedo poner la televisión, él es capaz de transmitir paz y verdad. Veo el futuro de sus hijas y lo veo lleno de honestidad.

Hablamos del trabajo, me cuenta que tiene que hacer unos planes, que lleva una semana bastante liado, que los viernes se nota la semana.

Empieza su jornada. La empezamos todos en la oficina. Pero no todos la terminaremos. 

Hablan de proyectos que no salieron, en los que nosotros ni intervenimos, de objetivos no cumplidos, de contrataciones esperadas que no han llegado. Hablan como si las personas no fueran personas, como si las vidas ya no importaran.

Deciden sin mirar hacia abajo, sin importar cargas de trabajo ni horas regaladas a la empresa, ni veranos luchando por seguir hacia delante, ni trabajos bien realizados. Deciden sin pensar en las vidas que hay detrás, ni en los sueños ni en las ilusiones. Deciden viendo números y olvidando a las personas. Deciden de la peor manera que se puede decidir. Deciden sin saber lo que está pasando más allá de su nariz. 

Su jefe le llama a su despacho. No ha habido rumores antes, no ha habido quejas, ni problemas. Todo iba bien. Es un adiós. Para él y para unos cuantos más, que ni podían imaginar cuando se levantaron que sería su último día en el trabajo. 

Sale del despacho con la mirada serena, conteniendo la respiración y las lágrimas. Mirando a un futuro que se ha vuelto incierto, pensando en sus niñas y en su mañana. 

Recoge sus cosas, la foto familiar que puso en su mesa. Deja sus carpetas y sus papeles a sus compañeros, que le miran con tristeza pensando en si mismos. Comparten su dolor, la dureza del momento, el miedo. Pero también respiran aliviados por no haber sido ellos, por poder volver el lunes a un trabajo que ya no será igual, en el que la incertidumbre les irá matando por dentro.

Me llegan los rumores, empiezo a escuchar nombres y las lágrimas se me saltan mientras me escondo detrás del ordenador. Ésta es la maldita crisis de la que hablaban, en la que no importa que hagas tu trabajo bien para poder conservarlo. 

Con su caja llena de recuerdos sale por la puerta. Llega a casa y respira hondo. No entiende que ha hecho mal, se siento un fracasado y le cuesta encontrar ese optimismo con el que se levantaba cada mañana. Por un instante olvida que él no tiene la culpa. 

Se va a recoger a sus niñas al cole, que se alegran pero se sorprenden al verle. Él les explica que todo ha cambiado, que ha llegado una nueva etapa en la que va a necesitar muchos abrazos y que ellas sean más fuertes que nunca. Les dice que todo irá bien, que seguirá llevándolas al cole, que pronto llegarán otros cambios que serán para mejor.

Y yo, como sus niñas, le creo, y espero de corazón que pronto encuentre un trabajo y a mí el mundo me vuelva a parecer un buen sitio. 


Vértigo


martes, 14 de octubre de 2014

Petición

Se puso de rodillas, nos contó ella, y sacó una cajita de esas que sabes que tienen un anillo. Le pidió formalmente matrimonio y ella le dijo que sí y le besó. Nos lo cuenta con la mirada ilusionada, con el anillo en el dedo, mientras le mira como si estuviera enamorada.

No digo que no lo esté, sólo que fuerza su cara, que quiere que quede evidente que hay amor entre ellos y que él es un romántico que se puso de rodillas en un lugar precioso para pedir su mano en el momento perfecto en el que ella diría que sí.

Les miro desde mi silla en la mesa. Nos acaban de invitar a cenar, han sacado aperitivos ricos, buen vino y hay postre especial. No es una noche cualquiera, es la noche en la que nos anuncian su boda.

Sonrío, les doy la enhorabuena, miro el anillo y comparto su ilusión. Empezamos a hablar de fecha, de lugar, de despedidas, de vestidos blancos. 

Quizás en otra vida fui una novia con un vestido pomposo de princesa y quizás fracasó mi cuento de hadas. Quizás por eso prefiero ranas que sigan siendo ranas y no sueño con príncipes que se arrodillen ante mí.

Porque seguramente, eso sea lo que menos me guste de esta historia, que sea él el que tenga que preguntar, el que dé el paso, el que lleve el anillo, el que tenga que pedir una mano. 

Les miro de nuevo y veo la complicidad en sus ojos, el amor, la confianza. Podré compartir ideas o no hacerlo, pero puedo entender la decisión. 

Vuelven a hablar de la pedida, del anillo, de la sorpresa. Él suena tan hombre. Ella tan mujer. Y a mí me parece tan falso todo. Ni él es más hombre por pedir una mano ni ella más mujer por tener que esperar una pregunta. Sólo son dos personas jurándose amor eterno, como si eso pudiera jurarse. 

Repaso su historia en mi cabeza mientras seguimos brindando, planeamos y ponemos la mente en un futuro que ya está llegando. Se conocieron al empezar la universidad y antes de darse cuenta eran una pareja estable. 

Siguieron los caminos marcados, conociéndose y queriéndose, descubriéndose y amándose, sabiendo que la vida era para estar juntos. Ella empezó a hablar de futuro, a planear, a tomar las decisiones que debían seguir. Él se dejaba llevar, con mirarla a los ojos sabía que todo iría bien. 

Terminaron los estudios, empezaron a trabajar, cambiaron sus rutinas sin cambiar ellos. Hipotecaron su vida y sus ahorros juntos, comprobaron que la convivencia no acababa con sus sueños. Y ella siguió viendo su futuro, su vestido blanco, las palabras de amor correctas. Y decidió cuando querría casarse. Él, en sus nubes, feliz de casarse con ella, cuando ella quisiera, como ella quisiera. 

Le imagino buscando el anillo perfecto. Tratando de recordar palabras que ella le dijera durante los años pasados, angustiándose por si no le gustara, dudoso de si debería gastar tanto dinero, si un anillo va a demostrar su amor o es mejor los buenas noches de los domingos. 

Seguramente, ella hace tiempo le había dicho cuando debería ser la petición, para tener tiempo para preparar la boda de sus sueños. Seguramente él anotó esa fecha en su mente, esperando hacerla feliz. Y yo me pregunto para qué tanto esfuerzo, para que tanto teatro. Si ella lo tenía claro y ella decidía, ¿por qué no fue ella la que le propuso matrimonio?.

No digo nada. Sigo sonriendo y brindando, pensando en el vestido que me compraré para ir a la boda, en ahorrar dinero para el regalo y la despedida. En amores y en errores, en sociedades que no avanzan, en igualdades que no llegan, en luchas que no hay que abandonar. 

Quizás en otra vida me pidieron matrimonio de rodillas y no entendí la escena. Quizás me negué a llevar anillos de compromiso y alianzas que me hagan sentir que tengo dueño. Quizás por eso creo en sentimientos  y no en papeles, en personas y no en hombres y mujeres.

Sigo observando, como las chicas miran el anillo y los chicos hacen que ven el fútbol, aunque realmente hablan de si irán en traje o en chaqué. 

Te acercas y me devuelves a la realidad, me dices que me vas a sacar a bailar, me coges la mano y me levantas. Te miro con dudas, me agarras la cintura y me dices que no ibas a seguir esperando a que yo me decidiera a sacarte. 

Bailamos, nos miramos, quizás hasta nos queremos. A nuestra manera, a nuestro ritmo. Me dices que deje de juzgar otras historias, que cada uno escribe la suya como quiere y que lo que importa es como escribiremos la nuestra. Te voy a rebatir y lo sabes, te iba a decir que no hay que abandonar las luchas, pero me besas y no me dejas hablar. Me dices que ya lo sabes. 

Seguimos bailando, desapareciendo en medio de un escenario en el que no encajamos. Teniendo que mordernos la lengua, pero alegrándonos de compartir  alegrías. 

Camino de casa hacemos un intento de hablar del futuro, pero no conseguimos ir más allá de esta noche en la que compartiremos besos y sueños. Mañana ya se verá. 

Duermo pensando en el día, en los papeles, en el rol que debemos jugar. Y me digo que qué más da, que si un hombre quiere pedir matrimonio que lo haga, y que si una mujer quiere, que lo haga. Nada más consigo que entre en mi cabeza. 

Abres los ojos y me encuentras despierta. Me dejas que me acurruque y me besas. Te digo que no seamos la pareja que se espera. Y me contestas que me deje de tonterías, que seremos la pareja que queramos ser.


Vértigo


martes, 30 de septiembre de 2014

Marilia – Subir una montaña


Las canciones de Ella baila sola han sido banda sonora del final de mi infancia, de mi adolescencia y de mi vida adulta. Siempre sonando de fondo, nunca dejando de escucharlas. Antes de vivir un amor de barra, ya me sabía la canción y cuando tuve que repartir amigos, la letra venía a mi cabeza. 

Mover el arroz, suelos de canicas, sapos, supervivientes, africanos vendiendo tabaco o cruzando en patera, ir a mi ritmo... Imágenes que vienen a mi cabeza al pensar en Ella baila sola. Si pongo el aleatorio de mi ipod acabarán sonando y nunca paso sus canciones. 

Recuerdo un concierto en el parque de atracciones en el que la chica de mi lado le susurró al oído a su novio "Por ti" mientras Ella baila sola tocaban la canción en el escenario. Desde mis ojos de niña, vi claro que eso era amor, aunque a mí todavía me faltarían años para saber de lo que estaban hablando. 

Sabiendo ya lo que es un corazón roto, habiendo escuchado promesas incumplidas y habiendo echado a suertes si se sigue o se rompe, Marilia saca nuevo disco. Los reyes magos me lo trajeron, como hace años me trajeron los de Ella baila sola.

Empecé a escucharlo y algo no encajaba en mi cabeza. Las canciones eran distintas, no me las sabía al momento (¿cómo pude pensar que serían más de Ella baila sola?), y no hablaban de amores juveniles.  Algo faltaba en mi cabeza. ¿Qué ha pasado en medio?

Desde entonces llevo escuchando las canciones, asimilándolas, convirtiéndolas en la banda sonora de esta etapa de mi vida, comprobando que no serán Ella baila sola pero no les hace falta, tienen su propio estilo, su propio lenguaje, su propio momento.

Entre los discos de Ella baila sola y el disco de Marilia han pasado mil historias y mil aventuras, tanto en la vida de Marilia como en la mía. No estaba preparada para el salto temporal, ni para asumir que he pasado de ser una adolescente a una mujer, ni para ver que ya no tengo amores de barras, ahora soy feliz sabiendo que no eres superman ni yo marilyn. La canción que presenta el disco representa bien la nueva etapa de ambas, me recuerda que no tengo que salir corriendo y que es bueno aceptar que se quiere a alguien. 

El resto del disco es igual de real, de auténtico, con situaciones que ahora puedo entender (y que no hubiera entendido hace años), con la vida que estoy viviendo plasmada en canciones. No es que las de Ella baila sola dejen de tener vigencia, es que las de Marilia las complementan. 

Meses después me atrevo a escribir sobre el disco, porque ahora ya me sé las canciones, ya las he hecho mías y ya puedo decir que me encantan. 


Vértigo

martes, 16 de septiembre de 2014

Septiembre (II)

Ha llegado sin darme cuenta. Alguien habla de un corazón roto, de pasiones y de dolores, de angustias y vacío y yo miro el calendario: septiembre.

Nada es casual o lo es todo.

Llega septiembre sin que sea consciente de que el verano ha pasado y que el mes maldito está aquí. Me compro unos tacones con los que no parecerme a nada que me recuerde a la que chica que conociste. Doy abrazos en encuentros fortuitos que te dan un vuelco al día. Sonrío tanto como lo hacía antes.

Subo a un quinto sin ascensor y pido que me protejan. Lo hacen y durante unas horas el salto al vacío en el que vivo no me da miedo.

Mi cabeza me dice que en este mes tengo que llorar por ti, que no puede pasar sin que me quiera teñir el pelo, sin que me despierte en medio de la noche sin poder respirar como hace años, sin que empiece miles de correos electrónicos que no te mandaré en los que te diga que ya no pienso en ti pero que echo de menos tus puntos y  comas.

Mi corazón sigue teniendo la cicatriz de la herida que le causaste y es consciente de que tiene que dar pasos con cuidado para que no vuelva a abrirse. Pero no estás dentro de él, sólo eres un viejo amigo que no hubiera querido perder.

Mi cabeza y mi corazón se encuentran y ya no miran al pasado. Se centran en este presente que me trae a terrazas imposibles con farolas verdes y a amigos a lo que poder hablarles de mis vértigos.

Pronto llegará octubre.


Vértigo

viernes, 22 de agosto de 2014

Despintando a Cezanne


A veces me pregunto qué ocurriría si me saltara todas las normas y apostará algo más que tus ahorros en las partidas de cartas. 

Cuando me imaginas, sé que lo haces sentado en una mesa, con mi sombrero de siempre, la pipa en mi boca y la botella de vino casi vacía, apostando mis ahorros, los tuyos y los de una familia que jamás tendremos.

El gesto serio que, según dices, nunca dejo de tener, concentrado intentado cambiar rumbos y fracasos, luchando, a mi manera, por nosotros. Mientras piensas que me vuelvo a equivocar, que debería dejar las cartas y los sueños, que tendría que llegar antes a casa a dormir contigo, a lavar esa vieja chaqueta que tan poco te gusta y a recoger la ropa tendida.

A veces quiero apostar mi vida en algunas partidas. Ponerla sobre la mesa y que se la lleve el mejor jugador, que quien mejor juegue sus cartas se haga con todo lo valioso que hay en mi vida.

El pensamiento me lleva a analizar lo bueno de mis días y de mis noches, lo que hace que consiga levantarme y que evite que me suicide cada noche.  Porque algo tiene que haber, yo que siempre pensé en morir joven y en no convertirme en un hombre gris que fracasa en todo lo que intenta, sigo viviendo y jugando partidas de cartas sin corazón.

No me cuesta encontrar el motivo por el que sigo vivo. Eres tú. Me rescataste del abismo y del dolor, abriste la ventana para que entrara el sol y cerraste por las noches para que no entraran las pesadillas. Me quisiste como nunca nadie lo había hecho y te quise con todo el alma que no tuve.

A veces me pregunto qué pasaría si apostara mi vida y ahora me doy cuenta de que te perdería a ti. Lo he entendido demasiado tarde.

Ayer, sin ser consciente, te aposté y te perdí. 

Hoy cuando vuelva a casa ya no estarás y no te podré culpar. Te habrás marchado con alguien que supo jugar mejor sus cartas que yo. Los dos sabemos que no era difícil. 


Vértigo

jueves, 31 de julio de 2014

lunes, 23 de junio de 2014

Cuento contigo

Busca una rubia de labios rojos encima del escenario


lunes, 26 de mayo de 2014

Apostar todo al rojo Chanel de tu boca


Me estabas esperando, yo diría que unos minutos, quizás tú que toda la vida.

Lo hacías con una cerveza en la mano, sentado en la barra y con un movimiento nervioso en la pierna. Pensando en palabras intercambiadas, en sueños frustrados, en el futuro que podía estar empezando.

​​​Te preguntaste qué podría pasar una noche de concierto. Sabes que todo hubiera sido posible.

Aparecí por la puerta y hasta que no me acerqué a la barra para preguntar si debía bajar a otros mundos, no me viste. Me observaste mientras caminaba a un taburete y me sentaba.

Nunca había sido tan rubia y nunca lo volví a ser. Estrenaba vestido rosa con el que me sentía disfrazada y llevaba mis labios pintados de rojo, esperando que los identificaras. Puede que en ese instante fuera hermosa, no habiéndolo sido antes ni volviendo a serlo más. Pero puede que tú sonrieras al verme y tu mundo sólo fuera yo durante un segundo. Al siguiente ya sé que no.

Te acercaste. Dime que te temblaron las piernas. Y dijiste “rubia de labios rojos”. Sonreí y lo fui durante unas horas, en la que escuchamos, sentimos, nos miramos y nos esquivamos.

Nada es eterno y lo sabíamos. Si estaba siendo tu cenicienta, tendría que marcharme y quizás convertirme en calabaza.

Me dejaste ir y todavía me pregunto si te arrepientes, si hubieras querido cambiar la historia y ahora estaríamos en una lucha que no sé si podría pelear.  

Sabes que horas antes estuve a punto de derrumbarme y que horas después cambiaría mi destino. El que tú no cambiaste.

Quizás fue lo mejor. Pero te imagino corriendo por las escaleras del metro, búscandome, dándome un abrazo eterno y diciéndome “quiero apostar todo al rojo chanel de tu boca”.


Vértigo

martes, 20 de mayo de 2014

Vente

Búscame entre el público...



lunes, 21 de abril de 2014

jueves, 27 de marzo de 2014

Rafa Pons

22 de Marzo de 2014
Galileo Galilei
Madrid

El pasado verano en un pueblo de la mancha escuché por primera vez a Rafa Pons. Un festival de cantautores al que fui por Luis Ramiro y del que volví enamorada de Rafa. Unos meses después fui a verle en Galileo Galilei. Y el sábado 22 de marzo fue nuestra tercera cita. 

Como él diría, nos vamos conociendo. Y no voy a negar que me gusta.

Rafa Pons consigue que el concierto sea feliz. Podría resumirlo en sonrisas y buenas sensaciones. Ganas de vivir la vida. No de sufrirla, no de pasarlo mal ni de pelear pensando en derrotas. De sentir con optimismo, con alegría, con vitalidad.

No estoy diciendo que cree un mundo disney, porque no lo hace. Ni que sea un concierto con fuegos artificiales, con decorados y sin verdad. Porque también hay sentimiento, profundidad, referencias actuales y críticas al mundo en el que vivimos.

Nuestra tercera cita fue perfecta. De esas que sabes que habrá cuarta, quinta y todas las que él quiera. Ya en la primera le hubiera invitado a subir a casa, en la tercera le hubiera dicho que pasara "diez minutos o toda la vida"

El concierto empezó con las cuatro primeras canciones de su último disco. Supe que cantó "A que me enamoro" porque yo se la pedí. Esta vez no tuve que sacar el móvil para escribir un "ya no me asusta el invierno", sólo tuve que coger su mano.

Siguieron clásicos de sus anteriores discos, anécdotas, canciones nuevas y muchas risas. El alma a flor de piel escuchando "Supongo" y "Nieve en la ventana".

Rafa es un hombre espectáculo, en el buen sentido. Que me hace reír y me pone sensible, al que me comería y después le pediría un abrazo de esos que nunca me han gustado. Siempre sonriendo mientras él está en el escenario, mientras suena su música

En las últimas canciones nos apartamos de las mesas para poder saltar, poder mover los pies que llevan todo el concierto queriendo bailar. Da igual lo que pase fuera de galileo, que el mundo se derrumbe o arda madrid, durante el concierto somos felices.

Salimos de galileo con la felicidad en el cuerpo, esperando no tardar mucho en tener otra cita con Rafa Pons.


Vértigo

martes, 18 de marzo de 2014

Tarde

Una noche te despertarás de madrugada y sentirás que se te ha olvidado algo. Te incorporarás en la cama y le mirarás. El silencio lo invadirá todo. Comprobarás de nuevo que sigue ahí y sonreirás. Es el amor de tu vida y duerme feliz a tu lado. Nunca soñaste la vida que ahora tienes. Te cuesta recordar aquella chica que eras, siempre independiente, siempre a su aire. Hasta que le encontraste y tu mundo empezó a girar a su alrededor. Descubriste nuevas aficiones y nuevas posibilidades. De su mano caminaste con paso firme. 

Han pasado años y sigues en la misma nube. Suspirando con sus llamadas, dejando que te haga feliz y haciéndole feliz cada día. 

Pero algo estarás olvidando. Pasearás por la casa buscando una explicación, algo que no hicieras, un motivo para estar despierta. Seguro que habrás puesto el lavavajillas, él habrá planchado y el fuego estará apagado.

Seguirás pensando, dando vueltas, queriendo dormir aunque prefiriendo descubrir que está fallando, porqué estás despierta.

Te acordarás de mí. Y cogerás el teléfono para escribirme o para llamarme. Sólo para hablar. Mirarás el teléfono y te entrarán dudas. Si habré cambiado de móvil, si me habré mudado, si seguiré con aquel chico con el que estaba quedando, si seguiré escribiendo relatos e historias imposibles. Y te darás cuenta de que no lo sabes. No tendrás ni idea.

Intentarás recordar la última vez que hablamos, que nos sentamos delante de un tinto de verano para reírnos de la vida. Pensarás en alguna cena de navidad en la que seguramente coincidimos y nos saludamos educadamente. Te preguntarás por qué ya no recibes correos míos preguntando qué tal, por qué te deje de proponer planes, por qué ya no sabemos de nuestras vidas cuando hubo un tiempo en el que al mirarnos nos lo decíamos todo.

Al pensar mí, pensarás en tus otras amigas. Y sólo estarás en contacto con las novias del que duerme a tu lado. El resto fueron desapareciendo y esta noche parece que las echas de menos.

No me llamarás. Ni te llamaré yo aunque también esté despierta pensando en ti. 

Te dirás que las cosas cambian. Y yo me diré que te echo de menos, pero que me cansé de decirte que buscaras tiempo para quedar las dos sin nadie más, de querer que tuviéramos nuestro mundo también, de luchar por una batalla que perdí el día que le conociste.

Seguirás pensando y te darás cuenta de lo que has olvidado. Llevas años olvidando cuidar a tus amigas y puede que sea demasiado tarde. O no.


Vértigo

viernes, 7 de marzo de 2014

Operación dragón

No dirás que no aviso con tiempo... ¿Nos vemos el 25 de abril?





domingo, 23 de febrero de 2014

Correo no enviado - Concierto benéfico UNRWA

Luis Eduardo Aute, Ismael Serrano, Marwan, Andrés Suárez, Luis Ramiro y Funambulista
21 de Febrero de 2014
La Riviera
Madrid

​​Hola mi niño,

¿Te parece si te cuento el concierto del viernes pasado?

Creo que te dije que era benéfico, la causa eran los niños palestinos. Ya hemos hablado mil veces de como están las cosas...

Fue en la riviera, no recuerdo si has estado alguna vez. Esperando las manos casi se me quedan congeladas! Por suerte no tuve mucho que esperar. ¿Sabes que no se pueden meter gominolas? No llevaba nada, pero sigo sin entenderlo.

La espera fue entre conversaciones y risas, miradas al infinito y pensamientos sobre ti. Sí, lo reconozco, te echaba de menos.

Empezó el concierto Funambulista. Tiene algo ese chico, no sé, pero cuando le veo en directo me dan muchas ganas de seguir escuchándole, luego nunca lo hago, pero sé que debería. (Puede que mi amiga tuviera razón aquella noche cuando te dijo que te pareces un poquito a él).

Siguió Andrés Suárez. Increíble la conexión que tiene con el público, aunque no conmigo. Otro que debería escuchar, pero seguirá en la lista de pendientes...

Ah! No te he dicho que estaba Marino tocando el violín. Sí, el violinista que te dije que también canta que fui a ver a libertad 8. Es muy bueno.

Después llegó el momento de Ramiro. Estás cansado de que te hablé de él y de  que te recomiende canciones. Empezó con Perfecta, y en un instante te imaginé cantándomela y dándome un beso. Siguió con una nueva canción, creo que invasión extraterrestre o algo así, habrá que volver a escucharla. Y terminó con relocos y recuerdos y fue mágico. Tiene una frase que dice "seré la excepción, mi dolor no lo cura el tiempo" y siempre la canto desde dentro, pensando que soy esa excepción. Esta vez no, quizás mis heridas están casi curadas o están muy escondidas, quizás a tu lado estoy olvidando dolores y miedos, quizás me estoy enamorando de ti.

Siguió Marwan, ¿te acuerdas al poco de conocernos que fui a un concierto suyo? Te lo dije y te pusiste a buscarle en youtube. No consigo que me encante pero me hizo pensar mucho sus letras, su manera de hablar del amor, de los cuerpos, de los fracasos. Sentí que me empiezan a gustar tus abrazos cuando antes sólo pensaba en vestirme.

Habló de su padre, que fue refugiado en Palestina y cantó una canción con su historia. El concierto cobró otra dimensión. ¿Sabes? Puede que hasta entonces fuera un buen concierto pero Marwan consiguió involucrarnos en el problema, hacernos sentir que es real, que está pasando.

Y llegó el momento Isma, ya sabes que mi principal razón para ir. Todavía no me has visto nunca después de un concierto suyo, cuando me comería el mundo, cuando soy capaz de todo. Tocó cuatro canciones, la primera No estarás sola. Venga, búscala y escúchala. Un tiempo fue mi canción favorita, antes de serlo Vértigo. Cantó luces errantes, que está grabada con niños palestinos y hace que la piel se erice, donde estarás (búscala también!) y terminó con Papá cuéntame otra vez, la que el otro día empezabas a cantar.

Reconozco que no me gustaron algunos arreglos que hizo a las canciones, pero es Isma y me conquista siempre.

Terminó el gran Aute, nunca le había visto en directo y se notan sus tablas, su presencia. Por algo es un maestro para los que antes pasaron por el escenario. Tocó tres canciones y la cuarta fue Al Alba rodeado del resto. Nadie se creía lo que estaba pasando en el escenario, todos juntos. Momento para recordar.

Salí con una sonrisa en la cara, con ganas de llamarte y contarte el concierto, queriendo plantarme en tu casa y proponerte que me cantaras perfecta y me dijeras que cambiaremos el mundo juntos. O de decírtelo yo. Y que me hicieras sentir que no estoy sola, que mañana saldrá el sol y demostremos juntos que los dolores los cura el tiempo, que los nuevos recuerdos pueden inundar las viejas cicatrices y que todo es posible.

Muchos besos


Vértigo

jueves, 13 de febrero de 2014

Princesa

Se mira en el espejo de cuerpo entero y sonríe. Se ha puesto un vestido que le favorece, que potencia su cintura, sus piernas largas y disimula su poco pecho. Ha peinado su pelo rubio, de bote, para que quede ondulado. Ha maquillado sus ojos con rimmel y sombra negra, algo de colorete en las mejillas y brillo en los labios. Le falta ponerse los tacones y estará preparada para empezar la aventura, la noche de fiesta, la búsqueda de una nueva vida.

Conoce sus puntos fuertes y su belleza es uno de ellos. Junto a sus conocimientos de moda y accesorios, hará que te gires cuando te cruces con ella.

Sabe que no te podrá hablar de sus estudios, ni de sus planes de futuro, ni de sus miedos cuando se va a dormir. Pero podrá contarte historias, experiencias, explicarte su manera de entender la vida, las relaciones, el amor. Te hablará de la familia, de la amistad, de sacar las uñas cuando siente que atacan a su gente.

No te contará que le hicieron daño, que jugaron a prometerle un castillo y un anillo y le acabaron dando nubes y chatarra.  Le sigue doliendo pensar que se creyó la película que le contaron, que le miró a los ojos y le dijo un "te quiero", que estaba dispuesta a abandonar su mundo por vivir un mundo juntos.

Él cerró la historia e hizo que ella tuviera que cerrarla. Tardó meses, lloró por las noches, caminó perdida y necesitó besos y abrazos para volver a creer en cuentos de hadas, en los que siempre había puesto sus esperanzas.

Esta noche saldrá con ellas, buscando un príncipe que la rescate, que le diga lo hermosa que es, que le mantenga la puerta y la respiración, que le ofrezca estabilidad y pasión, con el que hablar y soñar, con el que dormir y reír, que la convierta en princesa.

Sabe que seguiré sin entenderla, que diré que es un error esperar que alguien te salve, que tiene que salvarse ella sola, que tiene que construir su futuro y confiar que aparezca alguien con quien compartirlo, no esperar que se lo construyan.

Sentiré que nos traiciona, que hemos luchado por ser independientes, por una igualdad de la que ella parece renegar en silencio. Sus buenas intenciones, su buen corazón, su lealtad hace que hasta lo olvide cuando brindamos con margaritas y planeamos un futuro en el que todo cambiará menos nuestra amistad.

Antes de salir se vuelve a mirar en el espejo, esta vez acerca la cara y empieza a vislumbrar arrugas y, como diría ella, marcas de expresión. El tiempo empieza a acabarse y el reloj no parece querer pararse.

Entrará en una discoteca de moda y esperará a que los aspirantes a príncipes se acerquen a ella. Se fiará de su instinto sin dejarse llevar. Medirá sus palabras, sus pasos, sus movimientos. Se fijará en los ojos, en el peinado, en la marca de la camisa, y en el futuro que le venda.

Bailando en la pista vigilaré los comienzos, sabiendo que puede no ser el mejor lugar pero que tampoco es el peor, que el destino y el amor se pueden esconder debajo de las luces de una discoteca o al girar la esquina.

Sólo querré que ella sea feliz, que se sienta bien por las mañanas y al llegar la noche, que sonría y se sienta en su cuento de hadas.

Aunque, no se lo digas a nadie, me gustaría que la felicidad le llegara de manera inesperada, que rompiera sus esquemas, con alguien que no fuera un príncipe, que no la rescatara, que no le ofreciera una vida acomodada ni regalos por san valentín, que consiga que se sienta princesa, pero de las que luchan y se levantan con actitud, que le ayude a crecer, a evolucionar, a madurar. Y juntos creen un futuro y su cuento de hadas tenga un final feliz.


Vértigo

domingo, 2 de febrero de 2014

Nada sé de tu vida

Nada sé de tu vida. Nada me quieres contar. Recuerdo que sé que estudiaste, donde trabajas y que música escuchas por las noches. También sé que te gusta coger el boli y escribir las más bellas y las más tristes historias, y a veces subirte a un escenario para compartirlas. 

Pero no sé nada de tu vida. Me dijiste que eras así y sólo pude aceptarlo. Ahora te veo cabizbajo, con la mirada más perdida que nunca, con los reglones más inclinados que antes y puedo saber que algo no marcha bien.

Me llegan rumores, me cuentan leyendas e intento leer entre líneas en tus historias. Y puedo imaginar tu corazón herido, tus lágrimas nocturnas, tus sueños rotos y tus silencios mirando al infinito.

Nada sé de tu vida, pero sé de finales, de noches sin dormir, de problemas para respirar, del miedo a no conseguir sobrevivir. Recuerdo que cada uno debe decidir cómo poner el punto final y empezar el nuevo párrafo y que poco puedo hacer por ti. 

Por eso no has recibido un correo con un "cuenta conmigo". Espero que ya lo sepas y que te podría contar como volví a respirar y a sentir, a caminar sin lágrimas, a vivir sin lamentar. Decirte la gran verdad de que el tiempo todo lo cura.

Aunque sé que nada te consolaría, que tienes que seguir hacia delante apoyándote en tus manos, en tu bolígrafo, en las canciones, en el sol que entra por tu ventana, en las personas que tú decidas que estén a tu lado.

Nada sé de tu vida. Y nada sabré hasta que tú decidas. Sólo espero que pronto camines de nuevo sin preocuparte por un pasado que ya pasó.

Vértigo

martes, 21 de enero de 2014

¿En qué dimensión se encuentra nuestra historia de amor?

¿En qué dimensión se encuentra nuestra historia de amor?
Sabemos que no es en la que vivimos,
que no me llevarás al cine un domingo,
que no apareceré una noche en tu casa,
que no pasearemos de la mano y me besarás junto a una farola.

No lo haremos en esta dimensión que nos ha tocado vivir,
pero sé que lo hacemos en alguna.
En la que nos hemos encontrado en el momento perfecto,
en el que me esperabas y yo te buscaba,
en el que me besas y no me dejas marchar.

¿En qué dimensión se encuentra nuestra historia de amor?
A veces pienso que en la que nos reencarnaremos,
otras que se está viviendo ahora y por eso la siento,
me puedo imaginar un abrazo tuyo,
y puedo creer en historias mágicas.

Porque tú me ayudaste a creer en la magia,
a entender que el amor puede hacerte feliz,
a comprender que me merecía algo más,
que "lo vamos viendo" puede no ser suficiente,
y que debía elegir las batallas en las que luchar.

¿En qué dimensión se encuentra nuestra historia de amor?
Sabes que en alguna canción de guille,
en el pintalabios rojo que llevé aquella noche,
en mis relatos, en tus poemas y en nuestros correos,
en el mundo de vértigo, en nuestro mundo.

Podría terminar este poema con ideas locas,
diciendo que hagamos de esta dimensión nuestra dimensión,
proponiéndote que seas tú mi rescate,
y que me dejes ser tu red a tierra,
buscando un punto en el que encontrarnos.

Pero me volvería a preguntar:
¿En qué dimensión se encuentra nuestra historia de amor?
Y los dos sabríamos que no es en ésta,
tienes que estar en casa para el beso de buenas noches,
tengo que aceptar que mis ojos están brillando.

Vértigo

jueves, 16 de enero de 2014