miércoles, 30 de octubre de 2013

Octubre

Octubre me sigue pareciendo un mes extraño. ¿Recuerdas los octubres que pasamos juntos?

En el primero casi no nos conocíamos, el azar nos había juntado y comenzábamos el curso llenos de miedos y de sueños. Caminábamos por los pasillos tratando de encontrarnos y aunque nos pasáramos el día hablando no nos decíamos nada. Tú vivías en los domingos por la mañana, en tu fe, en tus continuas decepciones. Y yo en mi eterna sonrisa, en la luz del flexo, en las noches de concierto y en el bolígrafo que se dejaba llevar.

En el segundo octubre hubiera sido capaz de decir que nada había cambiado, que seguíamos siendo dos desconocidos que se sientan en clase y comparten horas sin miradas. Puede que lo fuéramos y que hubiéramos debido quedarnos así eternamente. No lo hicimos, rompimos las barreras que nos separaban y encontramos un mundo en el que ser nosotros, en el que mis relatos cobraban realidad y tus sueños dejaban de ser imposibles.

 Se podría decir que hubo un tercer octubre, al menos en el que seguíamos en la vida del otro, aunque no fuera de la mejor manera, ni me traiga buenos recuerdos. Ese octubre llegó después de aquel septiembre que hace que cada año tiemble cuando llega y que camine con miedo, llegando a octubre pensando que me he librado si no ha habido un terremoto que me derribe.

Han pasado muchos octubres y ya no ha habido ninguno en el que estemos juntos y ni siquiera cerca.  A veces lamento que no estés en mi vida y otras entiendo que nunca tuvimos sentido y que nos aferramos a la ilusión de una felicidad que no era real.

 Vuelvo a moverme por octubre tras un septiembre en el que no me he roto y sigo avanzando. Cambio mi pelo de nuevo y me pregunto dónde quedan mis miedos y dónde vive tu recuerdo. Dudo otra vez si fuiste capaz de cambiarme, si te llevaste parte de mis sueños, si podré querer intentarlo, si me volveré a enamorar.

Sabes que sí. Sigues confiando en mí aunque ya no cuentes conmigo. Y sigo pensando en ti aunque ya no sueñe contigo.

Te llamaría y te contaría este octubre (y este año) que te estás perdiendo.

Sonreirías cuando te dijera que hice amigos escritores y que planeamos imposibles juntos. Te sorprenderías al escuchar que sigo sabiendo de aquel tipo por el que suspiraba cuando nos conocimos y que conseguí que me mirara como siempre quise y aunque siempre será eterno tampoco es real. Que sigo con mil conciertos te lo esperarías, te contaría que tengo un grupo de niñas con las que compartir a mis cantautores y te hablaría de conciertos privados que cambiaron mi rumbo. Este octubre fui a ver a Rafa Pons, que seguro que te gustaría. Escucha "A que me enamoro" y empieza a entender lo que pasa por mi mente estas semanas. Y también fui a ver a Luis Ramiro, por enésima vez este año. No lo conoces, ¿verdad? Si ahora siguiéramos juntos te recomendaría canciones perfectas para cada momento como lo hacía con Ismael Serrano. ¿Recuerdas que me dijiste que te gustaba ir descubriendo sus canciones cuando yo las sentía? Hoy te diría que escuches El café y luego comentaríamos.

Además te hablaría del trabajo, del resto de mis amigos, de las noches eternas y los días mágicos; de todo lo que he cambiado desde aquel septiembre, y de todo lo que no he cambiado. Antes caminaba por la escuela con una sonrisa y ahora lo hago por la oficina. Antes te enamoraba a ti, ahora enamoro a otro. Porque también tendría que hablarte de alguien que llegó de casualidad y que no dejó pasar los meses con dudas y miedos, buscó mis labios rojos y se perdió en mi mirada perdida.

¿Recuerdas los octubres que podríamos estar viviendo? A veces los imagino y pienso qué podría haber pasado si nunca nos hubiéramos enamorado, si siguiéramos siendo los mejores amigos, si no hubieras roto mi corazón. Puede que tuviéramos infinitos octubres juntos y que ahora no tendría que querer resumirte mi vida porque ya la sabrías y al próximo concierto de Luis Ramiro te vendrías conmigo.


Vértigo


lunes, 21 de octubre de 2013

Encadenados

Historia realizada en conjunto por una fotógrafa y seis blogueros. Descubre el relato siguiendo los rastros de un blog a otro... Y encontrarás un experimento fascinante.

Muy ilusionada y muy orgullosa de formar parte... Gracias chicos!!!


Foto:

http://www.flickr.com/photos/maremoto6/10405403586/

Parte 1:

http://mismurosyyo.blogspot.com.es/2013/10/encadenados.html

Parte 2:

http://pintoresde.blogspot.com.es/2013/10/encadenados.html

Parte 3:


Quizá debería abrir la puerta y asumir la responsabilidad. Quizá había llegado el momento de arreglar las cosas rotas que se acumulaban en el suelo y que evitaba mirar. Quizá los efectos de sus acciones habían llegado demasiado lejos y no podía seguir actuando como si la vida no fuera suya. 


Con la llave metida en la cerradura sus pensamientos seguían su propio camino. Recordando que hace unas horas ella estaba tumbada boca abajo en la cama y sólo se veía su cabellera rizada, ésa que hace mil años le enamoró y que a pesar de los tintes, los alisados y las lágrimas, seguía haciendo que quisiera girarle la cabeza y besarle. A pesar de susurrarle un "te quiero" ella no se inmutó. Su silencio resultó firme y frágil a la vez, como siempre lo eran. Cada día más habituales, sencillos y complejos.

Salió de la casa con lágrimas en los ojos y preguntándose por el vaso que había en la mesa, que ella se preparaba cada noche y que al volver ya no estaba. Sabía que le estaba diciendo algo con ese vaso pero no conseguía descifrar el mensaje y empezada a dudar del mundo que llevaban años construyendo y que ya no parecía ser el que habían soñado. 

Durante el día en el trabajo pensaba en ella y se preguntaba si todavía estaban a tiempo de coger el camino correcto o ya era demasiado tarde para ambos.  Juntos o separados era la primera decisión a tomar y aprender a reinventarse el siguiente paso a dar. Volvió a casa sabiendo que era el momento de decidir. 

Abriendo la puerta le seguían entrando las dudas pero sus pensamientos no paraban de repetirle que no podía retrasarlo más. Tras unos instantes con la llave dentro tuvo claro que tenía que entrar, abrazarla, cogerla y llevársela lejos, a otro mundo donde poder volver a empezar, donde conseguir sus sueños, donde ser las personas que siempre habían querido ser. Salir del agujero en el que estaban, romper el vaso, hacer las maletas y conseguir ser felices como una vez lo fueron. Lo único que necesitaban era un nuevo comienzo y no separarse. Abrió la puerta y corrió en su búsqueda con su mejor sonrisa en la cara. 

Vértigo

Parte 4:

Parte 5:

Parte 6:


jueves, 10 de octubre de 2013