Subes al autobús. Hoy no te esperaba. Hace semanas que no cogemos el mismo.
Te sientas a mi lado y escucho tu respiración.
Miramos por las ventanillas el movimiento de madrid. Sé que piensas que no es ciudad para ti, ya no te parece tan bonita, te cuesta seguir su ritmo.
El sol se cuela y te saca una sonrisa. Como yo, olvidas que el sol de invierno es el mejor y te lo recuerda con sutileza.
Apenas me miras, ni siquiera me tocas. No hace falta, los dos nos entendemos.
Llega tu parada y te bajas. Te veo irte por el paseo del prado con tu mochila ignorando que madrid es más bonito cuando tú lo pisas.
El autobús se queda triste, el sol deja de colarse y parece que nadie respira.
Me bajo al final del trayecto y recorro la calle de alcalá sabiendo que no volveré a pensar en ti hasta que vuelvas a subir a mi autobús y recuerde que los mejores enamoramientos son de desconocidos.
Vértigo