sábado, 26 de diciembre de 2009

Lista

No siento que estemos en navidades.

Monté el árbol, compré regalos, pasó nochebuena y comí asado y turrón en la comida del 25 de diciembre. Paseé por las tiendas repletas de gente, miré los puestos de la plaza mayor y los árboles de la castellana. Ignoré al rey, vi a raphael por la tele, cené con vino y brindé con champán.

Y aun así no siento que estemos en navidades. Parecía que no lo notaría pero lo estoy notando.

Me falta mi lista con cosas por hacer que llevo haciendo años, en la que apunto cada asignatura y todo lo que tengo que hacer de ella, pongo cada tema, los distintos apuntes que tengo, los ejercicios que tengo que hacer, los que quiero hacer; con el objetivo de aprovechar las navidades para repasar lo dado en clase y ponerme al día.

Y después voy tachando según lo hago, alegrándome cuando avanzo, agobiándome cuando queda demasiado por hacer. Poniéndome objetivos imposibles, antes de nochebuena, antes de fin de año, antes de reyes, antes de empezar las clases.

Siempre intentando que de tiempo para disfrutar las fechas, repitiéndome que el día de navidad no se estudia, olvidando que en año nuevo no seré capaz y que en reyes deberé jugar con los juguetes. Sacando horas para ir a comprar regalos, ver las luces, ir al super, quedar con los amigos.

Eran mis navidades, volvía con una sonrisa a clase sabiendo que no había tachado todo de mi lista pero que había sabido encajar las dos partes de mi navidad.

Este año no tengo mi lista, no hay nada que tachar. Puedo pasar horas mirando regalos y beber de más sin sentirme culpable. Debería ser estupendo. En parte lo es, parece que es navidad por primera vez, puedo verlo todo con ojos nuevos, puedo saborear el turrón despacio. Pero por otro lado, siento que algo falta, echo de menos mi lista, echo de menos esa presión por cumplir unos objetivos.

Ayer pensaba que simplemente me extrañaba la nueva situación y no me estaba adaptando. Hoy me he dado cuenta de que mi lista iba más allá, tener que cumplir unos objetivos tan claros me hacía estar alerta con otros más difusos obligándome a intentar cumplirlos, y no teniendo mi lista los estoy olvidando.

Estoy olvidando valorar los buenos momentos, estoy olvidando que no debería cambiar, que me propuse ser fiel a mi manera de mirar al mundo, estoy olvidando que nadie me quitaría mi sonrisa.

Estoy olvidando tachar las cosas importantes de la lista.

Vértigo

lunes, 21 de diciembre de 2009

Quique González


19 de Diciembre de 2009
La Riviera
Madrid

Llevo un par de semanas escuchando Daiquiri Blues durante todo el día. Empecé con el objetivo de llegar al concierto sabiéndome las canciones, acabé no pudiendo dejar de escucharlo, sorprendiéndome a mi misma dándole al play de nuevo cada vez que terminaba la última canción.

Sigo a Quique González desde hace años, me cautivó con Personal, me enamoró con Salitre 48, me enganchó con Pájaros mojados y me volvió loca con Kamikazes enamorados. Para los siguientes discos ya me tenía ganada. Parecía que el nuevo disco me gustaría también. Me gusta, pero no sólo eso, Quique González ha vuelto a sorprenderme con un gran disco, que me hace imposible decidir cuál es mi canción favorita.

Llego al concierto con tiempo, dispuesta a hacer fila, y ya me encuentro gente esperando. Había olvidado el frío que está haciendo estas noches en Madrid y esperar no es tan agradable como esperaba. Una vendedora ambulante ofrece cerveza fresquita y me dan ganas de pedirle un café calentito.

Descubro que el concierto se retrasa una hora, y con los pies congelados me pregunto si Quique conseguirá que le perdone, según pasa el tiempo y corre el aire lo tiene más difícil.

Nos dejan entrar y al menos el resto de la espera es caliente, aunque el cuerpo tarda un rato en aclimatarse. Se empieza a llenar la Riviera y compruebo que realmente está todo vendido.

Aparece Quique González en el escenario y empieza pidiendo disculpas y yo empiezo a perdonarle.

Temas nuevos, temas no tan nuevos, canciones rockeras, canciones más intimistas. Quique habla más que otras veces, cuenta hasta alguna anécdota, se mueve por el escenario, interpreta las canciones, deja que cante el público, se siente cómodo.

Recuerdo otros conciertos de Quique en los que apenas hablaba, en los que la timidez le comía y parecía que le costaba mirar al público.

Esta vez no, tiene más tablas, más fuerza, más seguridad. Le veo y me alegro, me alegro del éxito que le ha traído este disco, me alegro de que por fin se crea y se sienta una estrella del rock, porque lo es, me alegro de lo bien que le ha sentado que las cosas salgan bien y a su manera. Hasta está más guapo.

Las canciones suenan perfectas y canto una tras otra. Me emociono al escuchar Kamikazes enamorados y me quejo de las que se quedan fuera, lamento que no se acuerde más de su primer disco y echo de menos cada canción de su discografía que no canta.

Aun así, un gran concierto, con Quique González demostrando que es uno de los grandes, aunque lleva años siéndolo.

Con la luna debajo del brazo salgo del concierto, importándome menos el frío y perdonándole el retraso. Tomándome un daiquiri comento lo mucho que me ha gustado.

Al día siguiente vuelvo a darle al play cada vez que se termina la última canción.


Vértigo

martes, 15 de diciembre de 2009

Recuerdo

Recuerdo cuando estaba enamorada de ti, cuando el corazón me palpitaba sin parar al verte, cuando suspiraba todo el día, cuando sólo pensaba en ti, en dónde estarías, qué harías y qué pensarías.

Recuerdo como me costaba hablar contigo, articular palabras con sentido queriendo siempre parecer más interesante de lo que era, como deseaba que me miraras y vieras algo en mí, como suspiraba cada segundo.

Recuerdo el dolor, el que sentía cuando nombrabas a tu novia, el que me rompía el corazón al ver que me veías como una compañera de clase, el que tenía dentro por saber que nada pasaría entre nosotros.

Recuerdo decir que me dolías, me dolía verte, me dolía tu presencia, me dolía aunque sólo me cruzara contigo por el pasillo.

Recuerdo que siempre me dolía.

Por suerte el tiempo pasó y el dolor desapareció o al menos ya no estaba presente. Pasaron otras historias por mi cabeza, otros dolores, otros amores y tú sólo eras un recuerdo del pasado, un viejo amigo con el que tomar algo de vez en cuando.

Y ahora estoy sentada en tu sofá, siete años después, mirándote y mirando como me miras.

Tengo claro que no me voy a montar una película, ya es demasiado tarde, sólo somos dos amigos charlando tomando algo de licor. ¿Por qué no? me digo a mi misma, empiezo a creer que todo está superado y que seremos grandes amigos.

Las horas van pasando y seguimos hablando de mis estudios, de los tuyos, del futuro, nunca del pasado, de mis problemas, de tus días, del pasar del tiempo.

Y te estás acercando a mí y yo sigo recordando en mi cabeza, pero empiezo a olvidar el dolor y me centro en el latir de mi corazón.

Decido irme a casa, demasiadas horas contigo ya me darán mucho que pensar.

Y me dices que me quede un poco más. Estás cogiendo mi mano y me estás besando. No puedo creerlo, dejo de recordar el dolor y sólo recuerdo que estaba enamorada de ti.

No sé lo que significa lo que está pasando y tampoco quiero saberlo. Es todo tan increíble, aunque es extraño conseguir algo que se quería después de tantos años, puede que nunca esté a la altura de las expectativas.

Me acompañas a la parada de metro, y te despides con dos besos en la mejilla y un ya nos veremos.

Camino de casa voy confundida, tengo una mezcla de emociones que marean mi cabeza. Me pregunto si seguiremos siendo amigos, o si me engañé creyéndolo.

Ya no sé cómo recordarte.


Vértigo

martes, 8 de diciembre de 2009

Señorita Tristeza

4 de Diciembre de 2009
Sala Orange
Madrid

Me gusta ir de concierto y todo lo que conlleva. Los días anteriores en los que repaso las canciones e imagino cuales cantaran, los días siguientes en los que recuerdo lo vivido. Y por supuesto, el día del concierto, que siempre es un día especial.

El viernes pasado lo fue. El grupo: “Señorita Tristeza”, el lugar: “la sala Orange”. Todo listo para una noche mágica.

Llegamos pronto al lugar, antes actuaba Johnson Francisco, Paco para los amigos. Cogimos nuestra bebida y nos dispusimos a escucharle, la sala medio vacía, pero él conseguía llenarla con su música. Me temo que no me enamoró, aunque debo reconocer que es original, tiene encanto y sobre todo muchas ganas.

Después llegaba “Señorita Tristeza” y empezó a llegar más gente a la sala.
Puede que no conozcas a “Señorita Tristeza”, deberías darles una oportunidad. Son un grupo pop con cantante femenina. Ya sé que estás pensando que son otra oreja de van gogh, te equivocas. Tienen su estilo propio, buenas canciones y un gran directo. Si tienen suerte en unos meses podrían ser el nuevo grupo de moda, tienen todo lo necesario y más, no tienen nada que envidiar a los grupos que triunfan ahora, es más tienen una frescura y un sonido que necesita el pop español.

Cantaron temas que me sabía, otros que no, e hicieron un par de versiones. Reconozco que me gustó el concierto, y que si tengo que poner alguna pega diría que me resultó corto, me quedé con ganas de más.

Y si tengo que elegir un momento, sin duda sería cuando cantaron “Elige a los perdedores”, el que es para mí uno de sus mejores temas y que me tiene embobada, como me tiene el grupo tras el concierto.

Quiero volver a verles en directo, quiero comprarme su disco, quiero seguir escuchando sus canciones toda la noche y quiero que no se acabe la noche.

Vértigo

Nota: Si quieres conocerles y que te emboben como a mí visita su myspace y nos vemos en su próximo concierto.

viernes, 4 de diciembre de 2009

¿Y si me equivoqué?

¿Y si me equivoqué?

Puede que pienses que no debemos arrepentirnos de nuestras equivocaciones, las cuales forman parte de lo que somos.

Aun así, me lo sigo preguntando.

Supongo que hay decisiones que lo cambian todo, que hacen que estemos en un punto pudiendo estar en el punto opuesto.

Reconozco que no he tenido que tomar grandes decisiones y que la mayoría de las veces me dejo llevar. Puede que me gusten las pequeñas decisiones que parecen insignificantes y que tomo con naturalidad, como mandarte un mensaje o no hacerlo, dejar que me beses o dejar de sonreírte.

Pero las grandes me asustan y prefiero después de tomarlas no pensar en ellas.

Y una de esas decisiones fue elegir la carrera, ¿y si me equivoqué?

Puede que pienses que no te hubiera conocido nunca y por eso fue la elección adecuada. Aunque no lo tengo tan claro.

No estoy diciendo que no me gustara estudiarla, que no esté contenta con la gente que conocí, ni siquiera me quejo de los malos momentos.

Simplemente me planteo si era lo que tenía que hacer, si hice bien en dejarme llevar. O tenía que haber elegido de manera más romántica, más con el corazón y menos con la cabeza.

Se suponía que no tendría problemas en encontrar trabajo y ese era un motivo de peso para alguien sin vocación y que nunca aspiró a escribir más que en sus ratos libres.

Pero ahora el trabajo no llega y me replanteo todo, ¿y si me equivoqué? ¿Y ya es tarde?

Puede que por esa decisión siempre deambule perdida, aunque llegue el trabajo, no consiga encontrar mi sitio, encontrar mi lugar.

Vértigo

martes, 1 de diciembre de 2009

El 27

Esta mañana pensaba que es pronto para la navidad. Aunque ya sea diciembre, siento que faltan demasiados días para que el espíritu navideño me llegue, ese que me hace recordar el año, pensar en las personas perdidas y en las decisiones incorrectas, y que es la excusa perfecta para desvariar. No lo digas, ya sé que desvarío todo el año.
Pensaba en todo lo que falta para nochebuena y fin de año, en las citas pendientes, las tardes en tu sofá, los conciertos, las cenas de siempre.
Y me he subido al 27. Recorriendo las calles de Madrid he sentido que se acercaba la navidad. No creo que sean los árboles, ni las luces apagadas. Tampoco el frío. Ni siquiera pensar en los regalos que comprar.
Supongo que no ha sido nada, o ha sido todo. O simplemente que sin querer y sin pensar he visto que cerca se acaba el año.
Y no sé si me da pena o alegría, ni quiero empezar el balance que ya te contaré.
Sólo quiero este sentimiento que me hace soñar recordando el año que termina y pensando en el que va a empezar.
El 27 llega al final del trayecto y me tengo que bajar. No me bajaría nunca, porque sé que cuando me baje ya no me permitiré dejar de ser realista.

Vértigo

lunes, 9 de noviembre de 2009

Un buen chico

Seguía diciendo que no le entendía.

Diez años después de empezar a salir, ella seguía dándole vueltas, buscándole sentido a algo que no lo tenía. Salieron juntos un par de años, que tuvieron buenos y malos momentos. La relación no funcionó, o él no quiso que funcionara, querer estar con otras chicas no suele ayudar al compromiso.

Se dijeron que serían amigos y ella se lo creyó. Consiguieron mantener el contacto mientras él iba de novia en novia y ella se mantenía a la espera. De vez en cuando el contacto aumentaba, tanto que alguna noche lo compartían todo. A la mañana siguiente ella pensaba que quizás todo cambiaría, pero él ya pensaba en su próxima conquista. Para ella era un nuevo golpe, su cabeza volvía a pensar, volvía al pasado y no era capaz de avanzar.

Pasaban los años, ella seguía intentando que fueran amigos, o al menos eso se decía a si misma, y a él le gustaba tenerla ahí aunque no se esforzaba por ello.

Una tarde quedaron en su casa para charlar como viejos amigos. Ella no quería una noche con él que sólo fuera una noche y él seguía en su mundo, meses sin verse aunque no todo había cambiado. Tenía novia, no lo ocultaba, pero quería pasar la noche con ella, no solo una, la pega es que no iba a dejarla.

Ella se quedó confusa, después de tanto tiempo, de considerarle alguien importante en su vida, él sólo la quería para algo tan físico. Aun así, los sentimientos eran demasiado fuertes y le dijo que lo pensaría. Lo habló con sus amigas que veían el dolor en su mirara, no las escuchó.

Y le dijo que sí unos días después, pero entonces él dijo que no, sin explicación, sin motivo. Y eso la destrozó, se volvió a sentir tan miserable que quería odiarle.

Volvieron a perder el contacto. Él se marchó del país sin avisarla, ni la llama cuando vuelve, ni se preocupa de esa amistad perdida. Ella sigue creyendo que deberían ser amigos, a veces le manda un mensaje, le llama para ver cómo le va y espera que algún día se preocupe por ella, que muestre interés por conservar la amistad.

Cuando me dice que no comprende como a él le puede importar tan poco después de tantos años y me lo dice sintiéndose tan poca cosa, entiendo que ha perdido la perspectiva estando dentro de la historia y veo tan claro que él no merece la amistad de alguien como ella que todavía cree que puede ser un buen chico.


Vértigo

viernes, 16 de octubre de 2009

Otoño

Parece que no quiere llegar el otoño. El verano no quiere marcharse. Y yo me pregunto dónde estoy.

Si no llega el frío, si no guardo las camisetas de tirantes, entonces seguiré esperando que el curso comience. Estaré en ese estado intermedio, en el que el otoño no ha empezado y el verano ha terminado. No podré empezar de nuevo, seguiré encerrada en el 2008/2009, en el que todo iba a cambiar. Y cambió, y terminé, y estaba dispuesta a soportar más cambios. Pero no llegan y ya no sé cuanto podré esperar.

La chaqueta sigue en el armario y el secador en el cajón. Sigo saliendo con el pelo mojado y sin ponerme el reloj, viviendo como si fuera verano, sin dejar caer las lágrimas que llegan cuando llega el otoño y que consiguen que escape el pasado.

Podría decir que estaré preparada, que esta vez no me dolerá el otoño y cuando llegue podré empezar. Pero seguro que me coge con camiseta de tirantes y deseando que no se acabe el verano.


Vértigo

sábado, 26 de septiembre de 2009

Tengo

Tengo tiempo. Tengo ganas. Tengo ideas. Tengo boli y papel. Tengo cosas que contarte. Entonces, ¿por qué no escribo?

No te conté el concierto de madonna, ni mi opinión sobre la última peli de la Coixet. Ni siquiera estoy desvariando sobre mi vida, ni preguntándome si te echo de menos o no.

Y no lo entiendo. Me siento en un punto de inflexión, sabiendo que en cualquier momento todo cambiará. Y me gustaría poder plasmar mis sentimientos en este papel, compartirlo contigo, no sentirme tan sola.

En vez de eso, le doy vueltas en mi cabeza, me bailan los pensamientos y se me escapan las lágrimas. Pierdo la poca confianza que tenía en mí y olvido que las incertidumbres me gustaban.

Y tengo miedo. Tengo ganas de llorar. Tengo ideas horribles. Tengo un boli sin tinta. Tengo tonterías que contarte. Entonces, ¿para qué escribirte?

Esta vez creo que prefiero aclararme primero, acomodarme en mi punto de inflexión, recordar que el vértigo me gusta.

Y entender que a veces necesito mi soledad. Otras veces te necesito a mi lado, escuchando lo impresionante que fue el concierto de madonna y los desvaríos sobre mi vida.

Vértigo

lunes, 17 de agosto de 2009

Hace demasiados años

Hace demasiados años se conocieron. Eran dos personas siempre rodeadas de gente, dos personas que se sentían solas. Se habían acostumbrado a la soledad, se habían resignado a no tener a alguien a quien coger de la mano.


Al conocerse nada cambió, no aparecieron destellos de esa felicidad buscada, ni mariposas en sus estómagos. Ni siquiera se dieron mucha importancia el uno al otro. Es extraño, se puede tener lo que se necesita sentado al lado y seguir buscando de frente. Ellos siguieron buscando, fracasando en cada intento, dándolo todo cada vez y perdiendo algo de sí mismos.


Con el tiempo empezaron a mirarse, primero de reojo, como no queriendo mirar demasiado. Después comenzaron las conversaciones en las que compartían sus errores, sus tristezas y hasta sus esperanzas. La confianza entre ellos creció, su amistad se transformó y cuando quisieron darse cuenta sólo pensaban el uno en el otro.


No fue fácil que lo aceptaran, que dieran el paso. Tanto tiempo soñando con encontrarse que ahora estaban asustados. Miedo por volver a fracasar, miedo por perder su amistad y sobre todo, la duda de no saber si el otro también le estaba mirando.


A pesar de todo, superaron los problemas y dejaron de sentirse solos. Por fin tenían a alguien a quien coger de la mano, y además era a quien querían coger.


El tiempo que pasaron juntos fue inolvidable, besos mágicos, paseos especiales, momentos increíbles. Se sentían distintos, estaban viviendo un sueño y era aún mejor de lo que siempre habían soñado. Sólo con mirarse eran felices y podían comunicarse sin palabras.


Tenerse cerca les hacía crecer, madurar, avanzar. Al sentirse bien eran capaces de buscar su camino, su propio camino. Se dijeron que no cambiarían pero el estar juntos les hizo cambiar. Sin darse cuenta, el amor que siempre buscaron les ayudó a encontrarse a sí mismos.


Y sin querer, la compañía mutua dejó de tener sentido. Necesitaban separarse para poder seguir creciendo, para aprender a ser felices sin alguien a quien coger de la mano.


No fue fácil que lo aceptaran, que pusieran el final que se merecía su historia. Hubo lágrimas, peleas y situaciones desagradables. Intentaron volver atrás, a cuando se contaban sus fracasos y esperanzas, no fueron capaces. Tampoco consiguieron volver a mirarse sin que doliera, a saludarse con cariño, a recordarse como buenos amigos.


Tuvieron que separarse para poder seguir con sus vidas. No fue fácil tomar la decisión pero fue lo mejor que podían hacer.


Pronto rehicieron su vida, demostrando que eran capaces de volver a sentir, dejando de buscar, simplemente encontrando. Él encontró a una chica con la que encajaba, con la que se entendía y se enamoró de ella. Resultó ser la mujer de su vida, y pudo compartir con ella millones de momentos e infinitas experiencias. Y ahora recuerda el pasado con una sonrisa, sabiendo que cambió su vida y que cambió él.


Ella siguió fracasando, cometiendo errores, yendo de relación equivocada en relación equivocada, perdiendo algo de sí misma, pero aprendiendo y disfrutando cada vez. Y ahora recuerda el pasado con una sonrisa, sabiendo que ha crecido y que no tiene de que arrepentirse.


Puede que algún día se encuentren y compartan sus esperanzas de nuevo.


Vértigo

jueves, 6 de agosto de 2009

Azul

sábado, 25 de julio de 2009

M

miércoles, 3 de junio de 2009

¿Sabes que soñé ayer?

¿Sabes que soñé ayer?
No creo que puedas imaginarlo ni creo que quieras saberlo. Pero necesito contarlo y quiero contártelo a ti.
Ayer soñé que me moría.
En el sueño sabía que me iba a morir. Era extraño, muy extraño. Se acercaba la hora de irse a dormir y sabía que se acercaba el momento en el que dejaría de vivir. Decía que no pensaba madrugar al día siguiente porque no tenía sentido levantarme para morir, mejor esperar durmiendo.
Al principio estaba tranquila, calmada, asumiendo lo que iba a suceder. Pero de repente, me puse triste, muy triste. Nunca había tenido miedo a la muerte, no a mi muerte. Anoche tenía demasiado miedo, miedo por no volver a ver a la gente que quiero, miedo por dejar tantas cosas por hacer. Miedo.
Me medio desperté deseando que nada fuera real, que nada hubiera pasado. No conseguí despertar del todo y volví a entrar en el sueño, queriendo dormir pensando que no despertaría.
Horas después desperté, con una sensación desagradable a la vez que sintiéndome bien por saber que no era cierto.
Aunque… no era realidad en parte, anoche no era mi última noche, pero llegará esa noche algún día, y seguramente tendré miedo por no volver a ver a mi gente, ahora sé que no quiero tenerlo por dejar cosas por hacer, por no haber arriesgado, por no haber vivido.


Vértigo

domingo, 24 de mayo de 2009

Arrepentimiento

Hoy me arrepiento de todas mis decisiones, de las que tomé y de las que tomaron por mí, de las que creí tomar y de las que pensé que me imponían.
Me arrepiento de cada pequeño paso que di, pasos que me llevaron a este sentimiento. Porque sobre todo me arrepiento de estar arrepintiéndome. Siempre creí que no había que arrepentirse, que las elecciones que tomamos hacen que seamos la persona que somos y que nos ayudan a crecer.
Aun así, hoy me arrepiento.
Me arrepiento de haber escrito aquella carta, de dejar que me besaras, de decirte que sí, de no llorar cuando te marchaste, de no haber podido odiarte, de llorar demasiado tarde.
Me arrepiento de haberte sonreído, de hacerte creer que te quería, de no sentir lo que tú sentías y de que no llegaras a conocerme.
Me arrepiento de haber soñado contigo, de dejarte formar parte de mi vida, de dejarme coger por la cintura, de no decirte lo que pensaba y de preguntarme qué pensabas tú.
Me arrepiento de haberte engañado, de hacerte creer que era otra persona, de disimular que me importabas, de ocultar que tenía miedo, de dejarte marchar de mi vida.
Me arrepiento de estar arrepintiéndome, de creer que todo lo hice mal, de lamentar las decisiones.
Me arrepiento de estar hablando del pasado en vez de estar tomando decisiones de las que no arrepentirme.


Vértigo

domingo, 17 de mayo de 2009

jueves, 19 de marzo de 2009

Ya lo sé

Me has sacado una sonrisa, sí, tú, has conseguido que sonría. Ya lo sé. Ya lo sabes. Es fácil verme sonreír, pero no es tan fácil hacerme viajar al pasado, a un pasado que a veces no recuerdo, que a veces me cuesta ver. Es extraño, vi tu mensaje y no supe que pensar, sólo sonreí y empecé a recordar. Nunca supe si lo sabías, imagino que sí, en aquella época estaba loca por ti. Ya lo sé. No tenía sentido, nos faltaba química, no había conexión, pero como decía mi mejor amiga eras buena gente y yo no pedía más. Ahora me parece tan lejano todo, recuerdo cuando me enteré de que tenías novia, cuando me hablabas de ella, cuando te sentía tan lejos. Y recuerdo que dolía y que pensaba que nada podía doler más que aquello, pero aun así me gustaba sentirme así. Ya lo sé, es raro, me gustaba sentir, aunque fuera dolor, aunque creyera que nunca se me pasaría, que nunca dejaría de pensar en ti. Había olvidado aquello. Ya, parece imposible. Olvidar algo que sentí, que dolió, que me hizo mayor en cierta manera. Olvidar todo lo que pasó antes de. Sí. Antes de. Parece que a veces no recuerdo nada de sentimientos de antes de. De aquel momento en el que me destrozaron el corazón y me dejaron sin sentir. Ya lo sé. No te he contado esta historia ni las siguientes ni nada. Perdimos el contacto cuando pasé tu página y ahora me arrepiento. Creo que podríamos ser buenos amigos, aunque mi mejor amiga diga que todavía podemos ser algo más. Es gracioso. Ya lo sé. No le ves la gracia. Yo sí. Un mensaje tuyo y vuelvo al pasado, me doy cuenta de que todo se supera, que nada duele siempre y que el antes de, hoy ya no me parece antes de, simplemente es tan pasado como esta historia, que tan importante me pareció pero que ahora a veces ni recuerdo. Ya lo sé. Tu mensaje no pretendía tanto, puede que sólo me hiciera ilusión que te acordarás de mí. Y de paso, me hayas ayudado a unir mi vida, no teniéndola en antes de, en después de, sólo es la unión de diferentes historias. Gracias. Ya lo sé. No vas a leer esto ni yo te lo voy a decir. Y que más dan las palabras, lo que importan son las acciones. Ahora te mando un mensaje y a ver si quedamos y nos ponemos al día.

Vértigo

sábado, 14 de marzo de 2009

El blues de la generación perdida - Amaral

Dices que yo
No tengo casi nada en la cabeza
Me miras, me juzgas, me condenas
¿Qué importa mi opinión?
Dices que yo
No he combatido en un millón de guerras
Que me da igual la voz de la experiencia
Dices que yo
Me dices que yo

Dices que sólo soy una veleta
A la que el viento se lleva sin querer
Dices que sólo soy una cometa
Que se eleva y que un día va a caer
Dices que yo
A veces te resulto incomprensible
Mitad vulgar, mitad un ser sensible
Dices que yo
Dices que yo
Escribo solamente tonterías
El blues de una generación perdida
Dices que yo
Me dices que yo

Dices que sólo soy una veleta
A la que el viento se lleva sin querer
Dices que sólo soy una cometa
Que se eleva y que un día va a caer

Si yo pudiera me llevaría la tristeza
De tu cabeza, de tu cabeza


Dices que me pierdo a cada instante
Que el futuro está en el aire y mi vida del revés
Ya sé que siempre dices lo que piensas
Por eso siempre escucharé aunque me duela
Cómo me dices que sólo soy una veleta
A la que el viento se lleva sin querer
Dices que sólo soy una cometa
Que se eleva y que un día va a caer