jueves, 20 de septiembre de 2018

Septiembre (III)

Sigo teniendo miedo en septiembre. Y sigue siendo tu culpa. No te rías. Por los viejos tiempos, no lo hagas. No tiene ningún sentido. ¿Cuántos años han pasado? Demasiados, ya lo sé. ¿Cuántas cosas han sucedido en tu vida y en la vida? Imposible enumerarlas. Da igual, septiembre me sigue recordando a ti y me sigue dando miedo que algo malo pase.

La semana pasada recibí una buena noticia y pensé que por favor se terminara septiembre ya y nada lo estropeara. 

Paso el año sin acordarme de ti, como es normal. La herida tardó en cerrarse pero lo hizo y ahora es una cicatriz que forma parte de mí. No negaré que me doliste infinito, que pasé meses sin poder escribir un punto y coma y querer morir, que tuve que volver a aprender a respirar. Ahora ya sabes, sigo sonriendo, escribiendo y tengo a alguien a mi lado que me besa por las noches. Pero eso no cambia que llegue septiembre y que piense que todo se va a estropear. 

Y quiera llamarte y contártelo. Para que me digas que todo irá bien, que no debería cambiar, que no deje de soñar. ¿Sabes? A veces sueño que sigues en mi vida, que nunca nos equivocamos y que seguimos siendo mejores amigos. Puede que en un mundo paralelo lo seamos. Tú me invites a tomar café y me hables de la calma de tu vida y yo te cuente mis locuras, mis viajes y te envíe mis relatos. 

No suena mal, ¿no? A veces me parece que he perdido perspectiva contigo. Que ni doliste tanto ni nuestra amistad fue tan perfecta. Y que realmente ahora no te quiero escribir a ti, escribo a tu fantasma o al mío, o simplemente a mi yo pasado. A ese yo que tenía un futuro por delante, que tenía muy claro que las cosas se debían hacer bien, que se equivocaba y aprendía, que si tenía miedo en septiembre se cambiaba el color de pelo y confiaba que fuera suficiente para verlo todo de manera diferente. 

Ahora no sé qué hacer con mi miedo. Intento dejarlo en el cajón bien cerrado, para que nadie lo note, para que nadie vea que quizás sigo siendo aquella niña a la que destrozaste el corazón. Cojo el boli y espero que escribirte sea la solución, aunque nunca te lo envíe ni quiera que lo leas.

Septiembre terminará, con lo bueno y lo malo que traiga y yo llegaré a octubre sintiéndome más fuerte, sabiendo que sobreviví otra vez. ¿Sabes? A veces imagino que también te acuerdas en septiembre de mí y tienes miedo. Quizás soy tu fantasma y puede que ese mundo paralelo sea un futuro no tan lejano y volvamos a ser mejores amigos. Ya lo sé, no tiene sentido lo que digo, pero déjame que esta noche lo crea y lleve mejor el miedo. 


Vértigo


domingo, 5 de agosto de 2018

Domingo

Domingo por la tarde sin planes por delante. Me pregunto qué ha sido de aquellos fin de semanas intensos en los que cada segundo tenía algo planeado. Quizás debería aprovechar para organizar, recoger la ropa tendida o tratar de escribir.

En lugar de eso me siento en el sofá con el ordenador y te miro mientras ordenas las fotos del último viaje. Mañana será lunes y volveré a no tener tiempo para respirar pero ahora tratar de no exprimir las horas que quedan de domingo me empieza a parecer el mejor plan.

Me levanto y miro tu pantalla, te digo que no me gusta como salgo en la foto que tienes abierta. Te doy un beso y te digo que te quiero. Parece que ni te inmutas pero me devuelves una sonrisa. 

Vuelvo al sofá y sigo viendo jessica jones y sólo parece que escuchas cuando dicen palabrotas en inglés. Nos seguimos ignorando el resto del tiempo y parece que las horas van pasando como si no importaran. Pero quizás importan más que nunca. 

Christina Rosenvinge cantaba hace mil años "el día que yo fui feliz nunca pensé que fuera así y como nadie me avisó no me di cuenta y me dormí..."

Despierto y has puesto la mesa para cenar, has preparado el guacamole que tanto me gustó y estás abriendo una botella de vino blanco. Me miras y me dices que seguro que prefiero blanco con el calor que hace. 

Miro el reloj y veo que ha pasado la tarde sin darme cuenta y sin que nadie me avisara. Sigo en pijama y tú sin camiseta. Me das un beso y me dices que venga, que vamos a cenar. Y entiendo que la tarde tenía el plan perfecto. 


Vértigo