martes, 31 de diciembre de 2013

Correo enviado

Hola mi gente,

Esta noche se acaba el 2013 y como marca la tradición, os escribo para recordar y analizar el año y empezar a pensar en el 2014, en el que espero que sigáis formando parte de mi vida. 

Hoy es inevitable que me pregunte si lo estoy haciendo bien, si estoy siendo la persona que siempre que he querido ser, si no estoy traicionando  ideales y pensamientos. 

​Ya sabéis que llevo años hablando de que pasará cuando me haga mayor. Y ahora que los 30 se acercan (por cierto, cuento con vosotros para celebrarlos, ¿no?) me entran más dudas que nunca. Y cada mañana me levanto queriendo ser esa chica que sonríe por los pasillos, que no pierde el optimismo, ​que cree en las personas y en las buenas acciones, con la que puedes contar y que es buena gente. En el 2013 me temo que no siempre lo he ​sido, así que espero serlo en el 2014 con vuestra ayuda. Y dentro de un año poder decir que no me estoy traicionando. 

Repaso el 2013 y la sonrisa me sale sola. No ha estado mal el año, ¿no?

Por suerte, las cosas más importantes han ido bien. Y espero que en el 2014 también sea así, ya sabéis, que no nos pase nada malo. 

Ha habido tantos momentos que me parece imposible resumirlos aquí. 

Como siempre nombraré algu​nos y me dejaré demasiados​: conciertos de ramiro,​ el vermú,​ ​​domingos por la mañana, cumpleaños, pelis en versi​ón original, tus visitas a madrid, lo de todos los meses, las búsquedas​, ​más conciertos, sevilla, alicante, el concierto de isma, fiestas de las letras, partidos del estu​, volver a saber de ti, la presentación de tu libro, noches bailando, bizcochos, albacete​ (el próximo encuentro en zaragoza?), tu bautismo, nuestras conversaciones (gracias)...

El concierto de guille, conocernos, el pintalabios rojo, comida porteña, la filmoteca, torrejoncillo del rey, cantautorre​, dalí, comarruga, niñas de concierto (con y sin concierto)​, la mordida, un teatro por sorpresa, liria, el teleférico, mi nuevo peluche (gracias por todo), encuentros en el cercanías​, conocer a Leo, tu despedida (sabes que sigue sonando nuestra canción), cortogenia, poesías y relatos, molino de la luz, mi calabaza, concurso de fotos​, monfragüe, conocer vuestra casita, ​malas costumbres club, contarnos novedades por goya, paseos, pintauñas, gimnasio​, tintos de verano (con limón), montaditos (y más montaditos)​, días de oficina (ya lo vamos viendo, ¿no?), noches de fiesta, cenas con brindis, planes improvisados, quedar solo para vernos... 

​Correos, whatsapp, ​buenos días, sonrisas infinitas y abrazos eternos... Muy agradecida por sentiros cerca (sin importar si estáis a mi lado, en otro país o en otro planeta) y por poder contar con vosotros. 

Además de pedir que no nos pase nada malo en el 2014 pido que esto no cambie, que siga contando con vosotros y que sigáis contando conmigo.

Este año hay personas que reciben este correo por primera vez (bienvenidos a mi mundo, 2013 también será recordado porque empezasteis a formar parte de mi vida) y el resto, ya sabéis, no puede faltar mi correo enorme esta noche... A unos y otros, millones de gracias por hacer que 2013 fuera una gran año, que ahora se me acumulen los buenos recuerdos en la cabeza, que me sienta muy afortunada... Que mis miedos, mis vértigos y mis dudas se lleven mejor sabiendo que estáis ahí, que no estoy sola en mi mundo, que si pierdo la sonrisa me ayudaréis a recuperarla.

¿Planeamos un 2014 juntos? Habrá viajes, conciertos, cenas, relatos, ofertas, correos, quedadas, noches y días mágicos, que en un año resumiré de nuevo. Pero espero que lo mejor del 2014 sea lo que ha sido lo mejor del 2013: teneros a mi lado.

Me repito, millones de gracias por todo.

Termino como siempre, robando una frase a isma y deseándoos un feliz 2014. 

“Y en el futuro espero, compañero, hermanos, ser un buen tipo, no traicionaros. Que el vértigo pase y que en vuestras ventanas luzca el sol cada mañana”.

Millones de besos

Vértigo

sábado, 21 de diciembre de 2013

Domingo

Una noche de domingo en su portal le vino un pensamiento a la cabeza y unas palabras a los labios. Hacía tiempo que había asumido que no volverían, que no se repetiría la historia, que el miedo lo impediría. Y sin saber cómo había pasado estaban de nuevo en su mente. Se asustó y casi le falta el aire.

Fue un domingo que se podría decir típico, de centro comercial, cine, palomitas y cena; de los que ella siempre había renegado. Ella que era de cines en versión original, de pasear por el centro y no por unos pasillos sin alma, de cenar en los montaditos de al lado de su casa y no en la zona de restaurantes; había pasado el domingo como dicen que deben pasarse cuando se tiene a alguien con quien compartirlos. 

Y volvía a casa contándolo, diciéndole que ella no era de esas, que no esperara que quisiera lo que querían otras, que no tenía que invitarla a cenar ni acompañarla a casa como lo estaba haciendo. Lo decía pareciendo tan segura de si misma, que casi se podía adivinar que no lo era. Él la miraba y ya lo sabía, no la iba a conquistar prometiendo lunas ni imposibles pero ya lo había hecho acompanándola a la filmo, sonriendo en el bar en el que no hay dos sillas iguales, apareciendo después de aquel concierto, escuchando sus historias de escritores y canciones, llamándola en los momentos perfectos y comprándole manzanas para cenar.

Ella seguía divagando sobre la película, domingos y lunes con buenos recuerdos. Él la miraba entendiendo que todo iba bien. 

Se despidieron en el portal, con besos y abrazos, agarrando su cintura y diciéndole que se fugara con él mientras ella sonreía y se le iluminaban los ojos. No era momento de escapadas pero los dos sentían que si hubiera que escaparse sería juntos.

De repente a ella se le cambió la cara y él la miró asustado. "¿Qué te pasa?" le preguntó, ella le dio un beso y le dijo que nada, que estaba muy bien con él. Se besaron de nuevo y ella abrió la puerta y se fue. 

En el ascensor recuperó el aire y repasó despacio los pensamientos que tanto miedo le daban. Una vez le rompieron el corazón y no pensó que volvería a ser tan vulnerable como lo era ahora.

No dijo las palabras, se las guardo en el bolsillo, pero esa noche, en el portal de su casa después de una tarde de centro comercial, ella le hubiera dicho "te quiero" por primera vez si el miedo no lo hubiera impedido. 

Al entrar en su casa no se lamentó por no haberlo dicho, por fin el miedo no había conseguido que no lo sintiera. Decirlo ya sólo era cuestión de tiempo.


Vértigo


martes, 10 de diciembre de 2013

Guille Dinnbier, José Moreno y David Sales

4 de Diciembre de 2013
Dog & Roll
Madrid


Guille Dinnbier vuelve a Madrid. Casi cinco meses después de su último concierto en mi ciudad, nos propone darle la vuelta a un miércoles gris y convertirlo en un miércoles para recordar, como lo fue aquella noche en la que le escuché en directo por primera vez, en la que pedía que me rescataras, en la que quería olvidarle, en la que te conocí y en la que la noche me trajo mi rescate inesperado. 

Empiezo el día trabajando, soñando con la noche, imaginando que canciones cantara. Su música en mis cascos, mis miedos en los bolsillos y los sueños perdidos por la bufanda.  Continúo conociendo un lugar mágico, donde alguien trabaja y hace más fácil otras vidas y me pregunto qué pasaría si estuviera sentada ahí de otra manera, si también podría resolver las piezas que a veces no encajan en mi cabeza. 

Continuamos con una cena en la que se nos olvida brindar, aunque sabemos que si lo hacemos será por más noches de concierto o por más noches de concierto sin concierto. 

Te veo desde el otro lado del cristal. Y parece la metáfora perfecta. ¿No piensas que a veces hay un cristal que nos separa? Sales a mi encuentro y tenemos claro que Guille Dinnbier no sólo será protagonista de mi historia con mi rescate, también lo será de la nuestra.

Empieza el concierto David Sales, que por mucho que diga que no es más que el telonero, nos saca sonrisas con sus canciones, plagadas de sinceridad y terminando con una canción llena de compromiso. 

Sigue la noche José Moreno, pronto recuerdo que me gustaron sus canciones, sus letras y sus ojazos. Canta "Tal para cual" (canción que podría escuchar sin parar), que me ayuda a entender que siempre seremos diferentes pero que no tengo que preocuparme.

Empieza Guille Dinnbier a la vez que termina José Moreno, cantando una canción de Guille juntos. Sigue Guille en solitario, que tiene uno de esos días en los que el mundo parece que no quiere girar. Y yo me pregunto cuantas canciones habrá compuesto en días así. Me vuelve a enamorar escucharle en directo, me vuelve a hacer feliz, me vuelve a dar fuerzas para seguir queriendo soñar. Miro a mi izquierda y miro a mi derecha y sólo encuentro buenas sensaciones, me siento arropada escuchando a Guille, que sé que está destinado a ser uno de los grandes, y podré contar orgullosa que yo le vi en directo en conciertos pequeños antes de que todo cambiara.

Porque todo cambiará. Cambiarán los escenarios en los que cantará Guille, cambiará el tinte de mi pelo, cambiará el gris por el rojo. Algunos sueños cambiarán porque se convertirán en realidad. Y a la vez, nada cambiará. Seguirán los conciertos y los descubrimientos, tú y yo cantando juntos, las canciones de Guille siendo nuestra banda sonora. 

Vuelvo a casa deseando que la noche no termine, que sigamos de cañas, de conversación, de risas y nunca suene el despertador. Pero tenemos que volver a la realidad, en la que sabes que eres afortunado y yo sé que puedo ser feliz. 

Seguirá sonando Guille Dinnbier y soñaremos con su próximo concierto. 



Vértigo

martes, 3 de diciembre de 2013

domingo, 17 de noviembre de 2013

Y yo que dije

Y yo que dije que eras el camino fácil, la opción más sencilla que elegir, la que me daría los deseos que se supone que tenía que querer, la decisión que haría que viviera la vida sin implicarme, el acierto que sería el error más grande. 

Me equivoqué. 

Lo fácil hubiera sido seguir jugando con el camino complicado, dejarme marear por su tonterías, aceptar sus proposiciones nocturnas y entender que nunca me entendería; seguir serpenteando por el camino imposible, sabiendo que sólo me sonríe cuando sopla el viento, que ya dejó de escuchar mis silencios varias veces y lo volvería a hacer, que lo platónico y lo irreal pueden ir de la mano y que sus mentiras no terminarían en mis brazos. 

Las opciones sencillas hubieran sido seguir intentando esos caminos y continuando con las historias de una noche en las que ya dejé de pedir números de teléfono y me conformaba con que me hicieran sentir eterna durante unas horas.

El camino fácil resultó ser el camino más difícil, el que me hace enfrentarme a mis miedos y a mis vértigos, el que supone mojarse, empaparse, calarse hasta los huesos de sentimiento, de vida, de amor; el que es capaz de hacerme replantearme mis decisiones sin sentido, querer renunciar a independencias estúpidas, asumir que siendo dos también se puede ser libre y feliz, que echarte de menos no es ser débil, que no vivir atormentada no supone traicionarme.

Y yo que dije que no me volvería a enamorar, aquí estoy caminando por un suelo con baldosas amarillas que me lleva a ti, el camino pudo parecer sencillo pero es el más peligroso. Siento  que en cada pisada me falta el aire, que el vértigo me acompaña, que mirarte a los ojos supone perderme y que en tus brazos podría dormir eternamente.

El acierto que sería el error más grande puede acabar siendo el error que será el mayor acierto.

Me equivocaré o no esta vez. Pero merece la pena intentar el camino porque esta vez lo haremos juntos.

Vértigo

viernes, 8 de noviembre de 2013

Vuelves

Vuelves a hacer maletas y a preparar cajas, a guardar recuerdos e historias, a rescatar sueños e ilusiones. Vuelves a mirar a una ciudad nueva, a saber que tendrás que encontrar tu sitio, descubrir sus calles, buscar tus nuevos lugares, conseguir sentirte como en casa.

Vuelves a decir adiós a madrid, que te recibió con dudas hace años pero de la que te acabaste enamorando. 

Sabemos que aquí descubriste otros mundos, noches de fiesta y días de estudio,  sonrisas eternas y lágrimas sin consuelo. Encontraste con quien compartir los días buenos y los no tan buenos y un lugar al que siempre poder volver, como siempre lo haces.

Dudo si esta vez será diferente y tus raíces empiecen en tu nuevo destino. Durante un segundo me preocupa la posibilidad de no volver a convivir en la misma ciudad y al instante siguiente entiendo que para lo importante dará igual que estemos en la misma clase o en puntos opuestos de la tierra.

Reconozco que lloraré esta noche, que maldeciré el destino que nos separa, que lamentaré que madrid no consiga retenerte, que culparé a la vida, al trabajo, a la crisis, al futuro por llevarte lejos. Después me quitaré las lágrimas de la cara y volveré a sonreir, como siempre hago. Y pensaré que este cambio es lo que necesitas, que es lo que quieres, que no es tu momento para estar en madrid, que serás feliz en tu nuevo hogar y tu felicidad me hará feliz a mí. Recordaré que me gusta escribir correos infinitos, que te mandaré fotos cada vez que cambie el color del tinte y de sábanas, que sabrás de mis miedos y de mis sueños. Recordaré que te gusta hablar por skype, mandarme fotos con nuevas ilusiones, contarme los cambios y los comienzos, no ser el centro de la foto pero siempre estar en los días importantes.

Recordaré todo lo que hemos pasado. No siempre lo puse fácil y ahí seguiste, escuchando mis tonterías, aguantando mis peores noches y comprendiendo los errores que tenía que cometer.

¿Sabes? Creo que nuestras historias, nuestros enfados, nuestros extraños momentos han conseguido que ahora sienta que nuestra amistad es tan fuerte que nada la puede destruir. No lo consiguió mi corazón roto, ni los tipos incorrectos a los que me acerco, ni la diferente manera que tenemos de entender el mundo a veces, ni los kilómetros que ya nos separaron. No lo conseguirán ni esta nueva distancia, ni los años, ni la vida.

Llueve en madrid y siento que lo hace por ti. Son lágrimas que se nos escapan. Te echará de menos esta ciudad y también lo haré yo. Esperaré tus visitas, preparé las maletas para ir a dormir a tu sofá, soñaré con días soleados.

Vuelves a marcharte y mientras lo haces suena nuestra canción, mientras no deje de sonar sabré que no tengo que preocuparme, que seguiré contando contigo, que seguirás contando conmigo.

Vértigo



miércoles, 30 de octubre de 2013

Octubre

Octubre me sigue pareciendo un mes extraño. ¿Recuerdas los octubres que pasamos juntos?

En el primero casi no nos conocíamos, el azar nos había juntado y comenzábamos el curso llenos de miedos y de sueños. Caminábamos por los pasillos tratando de encontrarnos y aunque nos pasáramos el día hablando no nos decíamos nada. Tú vivías en los domingos por la mañana, en tu fe, en tus continuas decepciones. Y yo en mi eterna sonrisa, en la luz del flexo, en las noches de concierto y en el bolígrafo que se dejaba llevar.

En el segundo octubre hubiera sido capaz de decir que nada había cambiado, que seguíamos siendo dos desconocidos que se sientan en clase y comparten horas sin miradas. Puede que lo fuéramos y que hubiéramos debido quedarnos así eternamente. No lo hicimos, rompimos las barreras que nos separaban y encontramos un mundo en el que ser nosotros, en el que mis relatos cobraban realidad y tus sueños dejaban de ser imposibles.

 Se podría decir que hubo un tercer octubre, al menos en el que seguíamos en la vida del otro, aunque no fuera de la mejor manera, ni me traiga buenos recuerdos. Ese octubre llegó después de aquel septiembre que hace que cada año tiemble cuando llega y que camine con miedo, llegando a octubre pensando que me he librado si no ha habido un terremoto que me derribe.

Han pasado muchos octubres y ya no ha habido ninguno en el que estemos juntos y ni siquiera cerca.  A veces lamento que no estés en mi vida y otras entiendo que nunca tuvimos sentido y que nos aferramos a la ilusión de una felicidad que no era real.

 Vuelvo a moverme por octubre tras un septiembre en el que no me he roto y sigo avanzando. Cambio mi pelo de nuevo y me pregunto dónde quedan mis miedos y dónde vive tu recuerdo. Dudo otra vez si fuiste capaz de cambiarme, si te llevaste parte de mis sueños, si podré querer intentarlo, si me volveré a enamorar.

Sabes que sí. Sigues confiando en mí aunque ya no cuentes conmigo. Y sigo pensando en ti aunque ya no sueñe contigo.

Te llamaría y te contaría este octubre (y este año) que te estás perdiendo.

Sonreirías cuando te dijera que hice amigos escritores y que planeamos imposibles juntos. Te sorprenderías al escuchar que sigo sabiendo de aquel tipo por el que suspiraba cuando nos conocimos y que conseguí que me mirara como siempre quise y aunque siempre será eterno tampoco es real. Que sigo con mil conciertos te lo esperarías, te contaría que tengo un grupo de niñas con las que compartir a mis cantautores y te hablaría de conciertos privados que cambiaron mi rumbo. Este octubre fui a ver a Rafa Pons, que seguro que te gustaría. Escucha "A que me enamoro" y empieza a entender lo que pasa por mi mente estas semanas. Y también fui a ver a Luis Ramiro, por enésima vez este año. No lo conoces, ¿verdad? Si ahora siguiéramos juntos te recomendaría canciones perfectas para cada momento como lo hacía con Ismael Serrano. ¿Recuerdas que me dijiste que te gustaba ir descubriendo sus canciones cuando yo las sentía? Hoy te diría que escuches El café y luego comentaríamos.

Además te hablaría del trabajo, del resto de mis amigos, de las noches eternas y los días mágicos; de todo lo que he cambiado desde aquel septiembre, y de todo lo que no he cambiado. Antes caminaba por la escuela con una sonrisa y ahora lo hago por la oficina. Antes te enamoraba a ti, ahora enamoro a otro. Porque también tendría que hablarte de alguien que llegó de casualidad y que no dejó pasar los meses con dudas y miedos, buscó mis labios rojos y se perdió en mi mirada perdida.

¿Recuerdas los octubres que podríamos estar viviendo? A veces los imagino y pienso qué podría haber pasado si nunca nos hubiéramos enamorado, si siguiéramos siendo los mejores amigos, si no hubieras roto mi corazón. Puede que tuviéramos infinitos octubres juntos y que ahora no tendría que querer resumirte mi vida porque ya la sabrías y al próximo concierto de Luis Ramiro te vendrías conmigo.


Vértigo


lunes, 21 de octubre de 2013

Encadenados

Historia realizada en conjunto por una fotógrafa y seis blogueros. Descubre el relato siguiendo los rastros de un blog a otro... Y encontrarás un experimento fascinante.

Muy ilusionada y muy orgullosa de formar parte... Gracias chicos!!!


Foto:

http://www.flickr.com/photos/maremoto6/10405403586/

Parte 1:

http://mismurosyyo.blogspot.com.es/2013/10/encadenados.html

Parte 2:

http://pintoresde.blogspot.com.es/2013/10/encadenados.html

Parte 3:


Quizá debería abrir la puerta y asumir la responsabilidad. Quizá había llegado el momento de arreglar las cosas rotas que se acumulaban en el suelo y que evitaba mirar. Quizá los efectos de sus acciones habían llegado demasiado lejos y no podía seguir actuando como si la vida no fuera suya. 


Con la llave metida en la cerradura sus pensamientos seguían su propio camino. Recordando que hace unas horas ella estaba tumbada boca abajo en la cama y sólo se veía su cabellera rizada, ésa que hace mil años le enamoró y que a pesar de los tintes, los alisados y las lágrimas, seguía haciendo que quisiera girarle la cabeza y besarle. A pesar de susurrarle un "te quiero" ella no se inmutó. Su silencio resultó firme y frágil a la vez, como siempre lo eran. Cada día más habituales, sencillos y complejos.

Salió de la casa con lágrimas en los ojos y preguntándose por el vaso que había en la mesa, que ella se preparaba cada noche y que al volver ya no estaba. Sabía que le estaba diciendo algo con ese vaso pero no conseguía descifrar el mensaje y empezada a dudar del mundo que llevaban años construyendo y que ya no parecía ser el que habían soñado. 

Durante el día en el trabajo pensaba en ella y se preguntaba si todavía estaban a tiempo de coger el camino correcto o ya era demasiado tarde para ambos.  Juntos o separados era la primera decisión a tomar y aprender a reinventarse el siguiente paso a dar. Volvió a casa sabiendo que era el momento de decidir. 

Abriendo la puerta le seguían entrando las dudas pero sus pensamientos no paraban de repetirle que no podía retrasarlo más. Tras unos instantes con la llave dentro tuvo claro que tenía que entrar, abrazarla, cogerla y llevársela lejos, a otro mundo donde poder volver a empezar, donde conseguir sus sueños, donde ser las personas que siempre habían querido ser. Salir del agujero en el que estaban, romper el vaso, hacer las maletas y conseguir ser felices como una vez lo fueron. Lo único que necesitaban era un nuevo comienzo y no separarse. Abrió la puerta y corrió en su búsqueda con su mejor sonrisa en la cara. 

Vértigo

Parte 4:

Parte 5:

Parte 6:


jueves, 10 de octubre de 2013

jueves, 5 de septiembre de 2013

Los últimos días de noviembre – Luis Cano Ruiz

Podría seguir poniendo excusas, buscando razones y motivos que expliquen la persona que estoy siendo este año, justificar comportamientos sin ética, errores infinitos, decisiones más que incorrectas. Pero buscar excusas sólo sería otro desacierto más, cuando debería admitir que perdí un norte que nunca tuve claro y me fui refugiando en estrellas polares que me confundían con su luz.

El penúltimo mal paso dado ha sido tardar en leer la primera novela de Ladrón de Guevara "Los últimos días de noviembre" y tardar en escribir estas líneas. Siempre fui puntual y ahora siento que llego tarde a todo lo que es importante en la vida, como lo es este libro por todo lo que significa.

No es un libro cualquiera, nunca lo será. Llevo leyendo el blog de Ladrón de Guevara años, enamorándome de sus poemas, enganchándome a sus historias, deseando recibir cartas. Este año me dejó formar parte de la fiesta de las letras y gracias a él vértigo salió a la luz y encontró una nueva dimensión en la que poder moverse, en la que poder hablar de palabras, sentimientos y miedos. Perder vértigo para ser más vértigo que nunca. Sentir que no estoy tan sola cuando sueño con escribir. Descubrir que el mundo no se acaba donde se acaba este blog.

Acudí a la presentación del libro y fue un día muy especial, porque lo era para Ladrón, pero también por tener la suerte de poder formar parte. Volví a casa con mi libro bajo el brazo dedicado, con una sonrisa enorme y creyendo que todo era posible. Dije que escribiría la crítica, que lo haría pronto, que me lo podría leer en una noche sin dormir. Las noches sin dormir llegaron pero siempre había pensamientos o brazos que me impedían leer. Y lo fui retrasando, sabiendo que era un error, como lo fue buscar nortes sin seguir a mi brújula, dejar que él jugara conmigo, caer en los brazos de alguien imposible, o dudar de ti sabiendo que las dudas son sobre mí.

Me acerqué al libro con cuidado, como si me fuera a encontrar una entrada del blog que pudiera leer durante horas. Pero no es una entrada más. Descubrí una ​​novela bien estructurada, unos personajes con alma, una historia compleja. Distinto al Ladrón de Guevara que leo en el blog, aunque a la vez el mismo.

Al leer los primeros capítulos pensé que no me sentiría identificada, que nada tendría que ver conmigo. La protagonista había sufrido un duro golpe, por suerte mis desgracias no son comparables, y le acompaña un perro, coprotagonista que nunca lo sería mío. Fui avanzando en la historia, descubriendo más personajes. Algunos se merecen su propia novela, se intuyen en ellos rasgos de protagonistas aunque sean simples secundarios.

Sin darme cuenta me empecé a ver reflejada, a entender sus problemas, a sentir que la historia iba más allá de una chica triste con un perro, a pensar que si le quitamos la tragedia, algo de tristeza y el perro, podría estar siendo mi historia, la de alguien que crece y se enfrenta a los cambios, que tiene ideales y parece que los traiciona, que llora por las noches y se cansa de sonreír durante el día.

No te voy a contar más sobre el libro, porque quiero que lo leas, que te sorprendas como lo hice yo, que te dejes conquistar poco a poco. A veces nos ganan paulatinamente, Ladrón me ha ganado durante años, su novela tardó unos días y tú lo estás consiguiendo con cada beso.

​Anímate a leerlo, me llevas a tus planetas y lo comentamos juntos mientras dejo de cometer errores durante unos instantes.

Vértigo



Nota: Puedes hacerte con el libro aquí


lunes, 26 de agosto de 2013

Caminos

Sábado noche sin ganas de dormir,
sin querer llamarle,
sin llorar por los besos que no me dio,
sin echar de menos los abrazos recibidos,
sin pensar ni lamentar.

La luna colándose por la ventana,
las sábanas ya no huelen a nadie,
los zapatos de tacón por el suelo,
el vestido colocado en la silla,
y los recuerdos guardados en el armario.

Negándome a planear noches,
a estructurar días y vacaciones,
a organizar la vida que dicen que viva,
a querer tener lo que debería querer.
a aceptar el camino sencillo.

El camino complicado no me quiso,
hubiera luchado por intentarlo.
Por conseguir que sonriera,
que fuera feliz a mi lado,
hubiera olvidado mis miedos.

Me escribes y se para el mundo.
Dudas si sigues teniendo ese efecto
y yo quiero que dudes.
Eres el camino imposible,
el que nunca será,
el que siempre me tentará.

Sigo sin querer pensar,
pero empiezo a recordar tus besos.
lo que siento cuando me miras,
tenerte a mi lado y sonreír,
creer en sueños cumplidos,
en imposibles posibles.

No te contesto porque no debo,
no te contesto porque no debes,
las dudas son las correctas,
y el camino sencillo no se lo merece,
ni el tuyo ni el mío,
el común nunca ha existido.

Con la luna presente entro en la cama,
me preguntó con quien soñaré:
el camino sencillo que apuesta fuerte,
el camino complicado que juega,
o el camino imposible con el que dudo.

Habrá más sábados y más sueños,
ganas de hacer llamadas
y besos que me darán.
Caminos que no seguir
y pasadizos que encontrar.

Vértigo

lunes, 12 de agosto de 2013

CantauTorre

10 de Agosto de 2013
Torre de Juan Abad


Primer festival de CantauTorre y primer viaje en busca de canciones en directo. Torre de Juan Abad nos esperaba y las dudas me iban asaltando durante el camino, preguntándome qué me encontraría allí y qué podría perder en Madrid si los miedos me invadían al llegar la noche.

Durante el viaje bares imposibles, calores que matan, gazpachos que reviven y melenas que se transforman. Nada parece imposible y la desconexión se hace real. Unos instantes consigo ni recordarle ni recordarte. Dejo de mirar el móvil y me centro en los pueblos que no quieren que nos marchemos.

Llegamos a la plaza de Torre de Juan Abad siguiendo las indicaciones. El ambiente de concierto se va sintiendo paulatinamente hasta que el primer grupo empieza a tocar. Otro grupo les sigue e invitan a subir a Luis Ramiro para cantar besos de hilo y empiezo a sentir.

Jpelirrojo y Curricé crean un espectáculo lleno de risas y buenas sensaciones: cantan, sonríen, hacen un rap que llega hasta a los no seguidores. 

Nos acercamos a primera fila con ganas de escuchar a nuestros cantautores. Empieza Luis Ramiro, sorprendiendo con canciones que no suele tocar. Canta En círculos y aunque no lo dice, siento que es para mí y brindamos por ello. Es el concierto soñado de Luis Ramiro, estamos cerca del escenario, es él y la guitarra (no necesita nada más) y estamos de pie pudiendo cantar, bailar, movernos… Aunque resulta corto y me quedo con más ganas de él, de más canciones, de más sentimientos (sin el tiovivo parece que es un concierto sin terminar).

Vuelve a conseguir que mire el mundo de manera más intensa, que sienta, que quiera luchar o no luchar, pero siendo consecuente conmigo misma. Ya ni recuerdo que él no está y sólo pienso en ti. Te escribo y te digo que te echo de menos y por una vez tengo claro que es nuestro momento y que debemos intentarlo. Los dos nos merecemos una oportunidad y no puedo culparte por no jugar conmigo como lo hizo él. 

Sube Rafa Pons al escenario, al que nunca antes había escuchado. Con la primera canción me conquista y durante el resto de actuación me va enamorando. Sus letras, su voz, su actitud. Consigue  emocionarme y hacerme reír. Bailamos con él y nos deja con una gran sonrisa en la cara. Grande Rafa Pons, muy grande.

Termina el concierto con Marwan, al que veo por segunda vez en directo y al que le daré todas las oportunidades que hagan falta hasta convertirme en su fan. Reconozco que tiene todo lo necesario para que lo sea, sólo falta que encontremos nuestro momento y todavía no ha llegado.

Comentamos el festival sabiendo que ha sido una noche para no olvidar, que esperemos que el año que viene se repita y podamos volver.

Domingo de vuelta a madrid sigo analizando, pensando, sintiendo: sabiendo que ha sido el fin de semana que necesitaba, que he tenido la mejor compañía que podía desear, que he aprendido, que he vivido, que no sólo ha sido un concierto. Mi semana empezó con fracasos, con búsquedas que no consigo dejar, con dudas y hasta con lágrimas. Termina sonriendo, con dos manzanas que han viajado, con buenos recuerdos y grandes conversaciones en mi cabeza. Seguiré con mis búsquedas, con mis cambios, asustándome y agobiándome, diciéndote que quiero verte y saliendo corriendo cuando me lo digas tú. Y seguiré planeando conciertos en los que será importante quien actúe (¿cuándo tocará Rafa Pons en Madrid?), pero lo será mucho más quien estará a mi lado para brindar. Tengo muy claro quien quiero que sea.

Vértigo

viernes, 2 de agosto de 2013

Libertad y Fuego

Antes de leer esta historia, os recomiendo que os paséis por el blog del gran Ehse y leáis su relato Libertad y Fuego. Ha sido mi inspiración.

Gracias Ehse por dejarme robar tus ideas. 

Libertad y Fuego

Cuando las noches se confunden con los días y deja de salir el sol al amanecer, puede que sea el momento de plantearse qué está pasando. Me lo habían dicho siempre, me habían advertido, lo tenía gravado en mi mente y resonaba cada vez que abría los ojos. Ignoraba mis pensamientos mientras me ponía las lentillas y me cubría de antiojeras, antiimperfecciones, antimanchas, antiarrugas y anti muestras de la vida que llevaba.

Resulta sencillo y complicado a la vez resumir aquellos años en los que parecía que las acciones se sucedían de manera natural y a la vez parecía casi imposible seguir respirando.

Se podría decir que vivía por impulsos, sin pensar y sin mirar atrás. Los presentimientos decidían por mí y conseguían que tuviera un lugar donde dormir, ropa que vestir, y comida y alcohol que consumir. No sentía que trabajaba, pero me ganaba que nada me faltara. 

En medio de la pista me dejaba llevar por la música, las canciones entraban en mi cuerpo y me movía sintiendo cada nota. A veces había bebido, otras no. Siempre había estado con alguien antes y siempre me esperaba compañía después. Pero mientras bailaba me sentía totalmente yo, totalmente libre. La sensación hacía que mereciera la pena estar perdiendo todo lo que una vez me importó y estar ganando cicatrices que ya nunca se irían. La música y mi cuerpo siendo uno. Mi alma viajando libre. Sentir que decidía mi destino y que nada podría impedirme ser feliz.

Al terminar la canción recordaba que nada era del todo cierto, pero seguía creyendo que tampoco era del todo mentira. 

Las noches que no conseguía que ningunos brazos me convencieran para irme con ellos, que me daba miedo la luna y que recordaba que la música no siempre sonaba, acudía a él, que se había convertido en mi diana particular a la que apuntar cuando más perdida me encontraba. Me recibía con la mirada dulce, su ausencia de reproches, un chocolate caliente y una manta para protegerme. No sé qué tipo de relación pensaba él que teníamos; sé que ni una sola vez me dejó tirada en la calle.

A veces me besaba, le devolvía el beso y acabábamos compartiendo manta y caricias. Otras se mantenía en el sofá de al lado, atento a mí, a mis pensamientos, a mi manera de sentarme en el sofá como si quisiera esconderme. Siempre me decía que tuviera lindos sueños.

Por la mañana intentaba huir sin despertarle, pero nunca lo conseguía. Me despedía con un beso en la mejilla y un "buena suerte". 

Volvía a mi rutina, a mis noches eternas, a la música sonando y mi cuerpo bailando. Libertad y fuego quizás podrían resumir aquellos años. El fuego me quemaba las entrañas y me hacía ser intensa. Y era libre, tan libre que pude decidir que quería morir joven y dejar un bonito cadáver.


Vértigo

jueves, 18 de julio de 2013

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Hoy te echaré de menos. Diré que tenías algo que me gustaba, que hubiera querido conocerte. Que hubiera estado dispuesta a que me conocieras. Aunque seguramente no es verdad. Conocerías a la persona que querría que conocieras, pero no a mí. No te hablaría de mis miedos, de mis vértigos, de las lágrimas por las noches ni de mi corazón roto. Sabrías de mi sonrisa, de mi optimismo, de mi confianza. Sería suficiente para que te enamoraras de mí, como ya lo hicieron otros que tardaron poco en olvidarme. 

Podríamos haber jugado a ser felices. Agarrarías mi cintura y yo te besaría. Nos diríamos todas las frases hechas y nos las creeríamos. Habría un instante en el que sólo existiríamos nosotros. Puede que por ese segundo, te hubiera merecido la pena luchar por mí.  A pesar de que después nos alejaríamos y nos convertiríamos en un recuerdo el uno del otro.

Te has marchado antes de que nada pudiera pasar, sin darme los besos que te pedí, sin darme tiempo para cumplir las promesas que te hice. Me has dejado aquí, entre mis historias y mis búsquedas, preguntándome de nuevo que pude hacer mal contigo. Aunque puede que el problema sea la pregunta y quizás deba decir que hice bien contigo para que supieras que todo podría ser sencillo a mi lado si no me conocías pero si lo hacías podrías estar subiendo a una montaña rusa.

Debiste entenderlo y decidiste que no querías. Hoy te estoy echando de menos. Mañana ya no lo haré. Volveré a ilusionarme con alguien que me sonría, a creer que estaré dispuesta a dejar que me conozca y él querrá luchar por mí. Lucharé por él. Y no pasará nada si ninguno lo hacemos, le echaré de menos y pasaré al siguiente.



Vértigo

martes, 9 de julio de 2013

Guille Dinnbier

6 de Julio de 2013
Dog & Roll
Madrid



Parece que estoy perdiendo la ingenuidad, la mirada inocente, la fe y hay quien dice que hasta los ideales. Los vértigos y los miedos me siguen acompañando y cada día vuelve a ser una aventura y cada noche un mundo nuevo. 

Sábado de julio en madrid, en el que me levanto recordando las promesas que me dijiste la noche anterior, sabiendo que no me las dirás durante el día. Me sigo preguntado a qué estás jugando y me respondo diciendo que tampoco sé a que juego yo. 

Sigo con mis búsquedas y con mis problemas para mantener mi camino. Fracaso de nuevo y parece que no estoy cogiendo el desvío correcto. 

Llega la noche repleta de planes, de dudas y de incertidumbres. Volviendo a ser otra persona y asumiendo que puede ser tarde parar retroceder. 

Dog&Roll, un escenario e infinitas ganas de escuchar a Guille Dinnbier. Alguien busca a una rubia con labios rojos y la encuentra y todo empieza a cambiar. Puede que no sea tan tarde, puede que queden ideales que recuperar.

Escucho por primera vez a Guille Dinnbier en directo. Me enamoraron sus discos y ahora lo hace en el escenario. Canto con él las canciones que suenan perfectas, que transmiten todavía más, que son auténticas. Consigue el efecto en mí que sólo consiguen algunos pocos (Isma, Quique, Luis...), que es difícil de explicar pero impresionante de sentir: cambia mi visión, creo en finales felices, en sentimientos reales, en luchas necesarias, en vidas que merecen la pena, en inocencias recuperadas y en mis viejos ideales presentes de nuevo. Guille me aporta la energía que estaba necesitando, la fuerza que me faltaba, las ganas que estaba perdiendo. Consigue que vuelva a creer en noches mágicas en las que todo es posible.

Esta vez decidiré mi camino, los errores que quiero o no quiero cometer, las mentiras que me voy a creer y las verdades que siempre diré. Jugaré contigo o no lo haré, pero asumiré mi decisión y espero que tú también lo hagas.

Siempre recordaré el concierto: mágico, especial, íntimo. Canciones desenchufadas que no necesitan nada más, palabras perfectas para presentar las canciones, madrid presente, sin miedo a mis alas rotas, terminando con la canción que le da sentido a la carrera de Guille Dinnbier, que llegará lejos, muy lejos. Sólo tienes que escuchar una canción suya para saberlo.

Sigo mi noche camino del siguiente destino con Guille Dinnbier en los cascos, no queriendo dejar de escucharlo. Los sentimientos no se marchan. Creo en la magia, aunque tus besos no sean mágicos puede que los suyos sí lo sean.

Vuelvo a casa con la gran sensación que me ha dejado el concierto. Sólo espero que Guille Dinnbier no tarde en actuar en Madrid de nuevo y yo no deje de creer en imposibles.


Vértigo

miércoles, 3 de julio de 2013

viernes, 28 de junio de 2013

Pensamiento

Camino de su casa una idea empezó a dar vueltas en su cabeza. No sabe cómo llegó el primer planteamiento, pero lo descartó al instante siguiente. Siguió pensando en la noche que había pasado, en las risas, en los brindis, en sus amigas escuchando sus historias, en la vida que iban construyendo mientras ella parecía que destruye la suya. No le dio importancia, se seguía repitiendo que cada uno tiene su ritmo, sus tiempos, su manera de entender el mundo. Sabe que está llegando tarde, que tuvo que equivocarse hace años y lo hace ahora, cuando quizás sean más graves los pasos incorrectos, cuando perder el camino puede implicar no recuperarlo nunca.

Vuelve a repasar la noche. Se lo ha pasado bien. Se ha sentido segura. Ha sido una más hablando de vestidos, fiestas y besos. No siempre lo fue y aunque en otra época no podía hablar de infinitas historias, al menos era consecuente con la persona que era y quería ser. Ahora ya nadie lo tendría tan claro. 

Llega a su cuarto y se quita el vestido palabra de honor que nunca soñó que podría ponerse. Se baja de los tacones, se mira en el espejo y se desmaquilla. Belleza interior, que romántico suena, pero la vida le está demostrando que el exterior lo cambia todo. Reconoce que sus grandes guerras de amor no dependieron de un cuerpo, pero las batallas que está teniendo este año han sido porque puede ponerse una talla 40.

Tiene que admitir que le gusta gustar, que alguien se acerque a ella sólo al ver sus labios rojos, que quieran compartir caricias las noches largas. Pero está descubriendo las mentiras que se dicen por un beso, los engaños al amanecer y que el día que perdió la inocencia perdió ideales, optimismo y buenos sentimientos. Duda si algún día recuperará los kilos y la fe.

Sigue repasando la noche, las risas y los platos llenos. Las copas y los mordiscos. El pensamiento que descartó vuelve a su cabeza. Esta vez con más fuerza.

Vuelve al baño y se mira en el espejo. Se dice que no y vuelve a la habitación. Recuerda que está cometiendo demasiados errores y que éste sería uno más que podría destrozarle la vida. Piensa en sus besos, que sin cambios nunca hubieran llegado, piensa en los tuyos que llevan años apareciendo y desapareciendo y parece que no dependen de las curvas.

A su cabeza llegan infinitas imágenes, del pasado, del presente y de posibles futuros. Las noches pueden cambiar el rumbo. Los días pueden cambiarlo todo. Las lágrimas de las noches desvían sus pasos. Las sonrisas de los días provocan reacciones. E intenta sólo cometer los errores necesarios, aunque está cuestionando uno innecesario. 

Recorre el camino de la habitación al baño y del baño a la habitación una y otra vez. Tiene claro que no debería, pero no se va a dormir y sigue paseando, con el pensamiento en la cabeza, con la cena en el estómago, con los recuerdos en el interior y las heridas en el corazón.

Heridas que noches como ésta parecen más presentes. Siente la cicatriz y se pregunta si algún día desaparecerá la marca. Está haciendo todo lo posible para que sólo sea un lejano recuerdo pero ahora parece que vuelve a resurgir y que querría volver a abrirse. Cada historia que vive, cada puñalada que recibe y cada bala que envía hace que parezca menos importante. Aunque no lo suficiente. Siente que debe seguir con historias imposibles, con amores en los que no hay amor y noches en las que no sale la luna. Los errores ayudan a olvidar, o eso está creyendo con fuerza.

El pensamiento se planta en su cabeza y ya no se mueve. Debe seguir ocultando la herida debajo de nuevas capas. Puede ser necesario no recuperar la fe y está empezando a querer asumir el riesgo.

Deja de pasear y se queda en el baño. Delante del espejo se observa. Recuerda de nuevo los besos inesperados, las sonrisas y el camino perdido. Se  dice que no importa, que ya lo recuperará, aunque todos sabemos que puede que no lo haga nunca si comete un error más.

Se vuelve a mirar. Recuerda la cena, la bebida, los entrantes, el segundo plato, los dulces y el chupito. Repasa calorías y no salen las cuentas. Se está planteando obligar a su cuerpo a eliminar la cena o irse a dormir aceptando que es una locura haberlo pensado. Está asustada, sabe que puede ser un nuevo comienzo incorrecto, pero siente que no puede engordar un gramo más si quiere seguir siendo otra persona, si quiere que las cicatrices no se noten, si quiere olvidar las noches sin respirar. Sabe que no es la mejor solución, pero se dice que por una vez no pasa nada, que mañana lo hará mejor. Toma una decisión que marcará el resto de sus días.


Vértigo

martes, 18 de junio de 2013

No me juzgues

No me juzgues. No me odies.
No me pongas la letra escarlata que no me corresponde.
No quieras que arda en la hoguera.

Sé que es lo más sencillo.
Puedes ver blancos y negros.
Y es difícil descubrir el gris en el que me muevo.

Sabes de engaños, de dolores, de traiciones.
De las mentiras que se dicen al caer la noche.
Y las verdades que se sienten al amanecer.

Contigo alguien se equivocó en otra vida,
y sigues maldiciendo a los pecadores,
culpando al protagonista y al invitado,
simplificando historias y sentimientos.

Aunque ese error ya sea pasado
y alguien consiguió que volvieras a confiar,
que creyeras en aciertos y en amores eternos.

No me juzgues. No me odies.
No creas que es sencillo para mí.
No pienses que no pienso.

Sé que no es fácil entenderme.
Que parece que no soy la misma,
que he perdido el norte y el alma,
que confundo sueños y besos.

Sabes de mis errores pasados.
Del corazón que me rompieron.
Y de los mil pedazos que todavía no pude juntar.

Intenta entenderme por favor.
Ponerte en mi piel, en mis pasos,
en mis lágrimas y en mis fracasos.
En los años que soñé con un beso.

Me conoces y sabes que no cambié.
Que sigues contando conmigo,
que sigo siendo tu amiga,
que no lo he confundido todo.

No me juzgues. No me odies.
No digas que no quieres escucharme.
No creas que soy feliz en sus brazos.
No pienses que olvido que ella existe.

Vértigo

lunes, 10 de junio de 2013

Ectoplasma

Aquella noche volví a casa como cualquier otra noche en la que hay vino y risas, siempre maldiciendo errores, evitando tomar decisiones e intentando buscar culpables que me exculpen de las malas acciones.

Pero esta vez algo era diferente, podría haber sido una anécdota que se olvida, una gracia sin importancia, una palabra dicha al azar que no recuerdas. Pero era algo más, aunque entonces no lo supiera.

Dijiste la palabra como sin decirla. Revisé la noche una y otra vez sin encontrar el momento exacto en el que pronunciaste "ectoplasma".

Busqué en la conversación un sentido, una explicación, un motivo por el que la pronunciaste. No lo encontré. Recordé que hablamos del amor, de aquella chica que te rompió el corazón, de aquel tipo que me hizo perder el nombre y el sentido, de noches eternas y días de ojeras, de sueños cumplidos y de los fracasos que nunca lo fueron.

Brindamos y sentí que sólo quería brindar contigo. Dejé de pensar en hombres fatales que juegan conmigo, en historias imposibles que nunca terminan, en esa foto que nunca debí ver, en las lágrimas que perdí por no saber dejarlas marchar a tiempo.

Volví a casa como cualquier otra noche, sin saber que no era igual, aunque los sentimientos estaban en otro mundo: no quería mandar mensajes sin texto, ni pedirle que me hiciera un hueco en su cama, ni siquiera decir un te echo de menos o un márchate de mi vida.

Sólo podía pensar en ti pronunciando ectoplasma. Ectoplasma, ectoplasma, ectoplasma. Me venía la palabra a la cabeza una y otra vez. Sin sentido, sin razón, sin lágrimas.

Qué es un ectoplasma exactamente me pregunté y no dudé en coger el diccionario y buscarlo. Leí despacio la definición, tratando de asimilar, tratando de entender la palabra en mi cabeza, la palabra en tus labios:

Supuesta emanación material de un médium, con la que se dice que se forman apariencias de fragmentos orgánicos, seres vivos o cosas.

No supe que pensar, que sentir, que creer. La palabra no encajaba en tu boca, en tu mente, en tu manera de entender la vida: siempre tan racional, siempre tan real.

Ectoplasma. La palabra seguía en mi cabeza. Tu imagen en mi interior. Mis problemas para tomar decisiones dando vueltas y el insomnio ayudándome a pensar en ectoplasma.

Nada me empezaba a parecer al azar, todo debería tener una razón. No hubieras dicho ectoplasma sin motivo, no estaría yo pensando sin sentido.

Después de horas recordándote, soñándote, diciendo ectoplasma una y otra vez, empecé a pensar que se formaría si de ti salieran ectoplasmas.

Y entonces me di cuenta, comprendí que somos diferentes, que de nuestros ectoplasmas saldrían bellas palabras, que es lo que nos da vida y es la vida que podemos dar.

Dijiste ectoplasma y lo dijiste todo.  Con una palabra dijiste dos. Dejaste de ser cerebral para confiar en tu instinto. Por fin lo entendí.

Con los primeros rayos de sol llamé a tu timbre. Al abrir te dije ectoplasma con una sonrisa. Me contestaste que tú también y nos besamos.

Ectoplasma nos acompañó unos meses, hasta que volví a no tomar decisiones y tú a no decir palabras mágicas.


Vértigo

sábado, 25 de mayo de 2013

Cambios


Ha cambiado tanto estos años que le cuesta saber quien es. Se mira en el espejo y le cuesta reconocerse. Ella que dijo que no se traicionaría, que no cambiaría al crecer, que mantendría sus ideales, esos que eran tan fuertes, tan auténticos, tan llenos de buenos sentimientos cuando era niña. Ahora se mira y los busca en su interior y sabe que están ahí pero han quedado sepultados debajo de los cambios.

Exterior e interior. Dirás que no hay relación, que ser rubia, entrar en varias tallas por debajo, pintarse los labios de rojo y usar rimmel no cambia lo que hay debajo, no cambia lo importante. Y puede que tengas razón y no debería haber cambio. Ella también lo quiere pensar, que sigue siendo la misma, que sigue siendo la chica que una vez te enamoró.

Hace años todos decían que era segura, que se comería el mundo y ella sabía que vendía esa imagen, aunque se sentía comida en cada mirada. Parece más segura que entonces e incluso algunos instantes se lo cree pero sigue vendiendo algo que no es.

Dejó de llorar por ti, de sufrir por las noches, de buscar una explicación, de querer que volvieras con ella. Sé que piensas que en unas semanas te había olvidado, que supiste que pronto alguien ocupó tu lugar revisando sus historias, acompañando sus días y conviviendo con su sonrisa. En unos meses te dijeron que ya no caminaba sola, que sus besos tenían dueño y no había lágrimas en sus mejillas.

Cada uno estabais siguiendo vuestro camino y estuviste orgulloso de ella al ver que no abandonaba el boli, que evolucionaba sin ti, que tu marcha sólo le hizo más fuerte.

Tener un punto en común siempre te vino bien, saber de ella te ayudaba a confirmar que tomaste la decisión correcta, que no eliminaste su sonrisa, que no cambiaste su manera de mirar al mundo. No te hubieras perdonado que tuviera secuelas, que viviera con miedo al dolor. En cambio, a ella saber de ti le suponía un recordatorio de lo que fue vivir sin aire, de las noches llorando y de la vida que tuvo antes y que nunca recuperó.

El tiempo ha pasado de manera diferente para cada uno. Tú hacia la estabilidad y ella cada día más inestable. Tu norte con nombre de mujer, ella buscándolo cada noche y dejándolo de buscar al amanecer.

Hoy os estáis volviendo a encontrar y no puedes dejar de mirarla. Parece que hace una eternidad de vuestra amistad, de vuestro amor y de vuestro triste final. Dejaste de echarla de menos, de necesitarla, de recordarla; pero siempre lamentaste la amistad perdida, lo mal que acabó la historia que pudo ser perfecta, lo triste que fue tu vida los meses siguientes. Hasta que volviste a empezar, hasta que te diste cuenta de que si no funcionó fue porque no era la mujer tu vida y que el único error fue perder a tu mejor amiga.

Ahora que tienes a las dos a tu alrededor, no sueltas la mano de tu mujer ni dejas de mirarla a ella. Estás pensado que seguro que sigue siendo la misma, que no ha podido cambiar tanto como parece, que sólo es tinte y nueva ropa, que su físico cambie no afecta a lo que ella era, que no han podido destruir sus ideales, su lucha, sus ganas de cambiar el mundo. Te vienen a la mente infinitos recuerdos, detalles sobre ella que pensabas habías olvidado. No se sentía segura con las camisetas de tirantes y hoy lleva una. No solía beber y hoy no suelta el tinto de verano. No se pintaba demasiado y hoy se intuyen coloretes en su cara, rimmel en sus pestañas y los labios llenos de color. No trasnochaba y ya planea noches que empiezan tarde. No dejaba de soñar y ahora parece que pisa realidades.

Escuchar lo que comentan de ella te confunde, no puede ser verdad que colecciona amantes en cada puerto, que no pide números de teléfonos ni abrazos después, que no piensa en terceras personas implicadas, que vive como si nada fuera real. Sigues mirándola y algunos instantes parece otra persona, una desconocida. Y realmente lo es, te has perdido años de su vida, no sabes que remueve su interior, que lamenta por las noches, que hace que se le iluminen los ojos. Ni siquiera sabes nada de su trabajo, de sus vacaciones, de su familia, de sus amigos, de sus días ni de sus noches.

No debería sorprenderte que te parezca que no la conoces. Lo supiste todo de ella, sus miedos y sus sueños, pero ya hace siglos que no. Te estás volviendo a culpar y te vuelves a equivocar. La historia pudo acabar mejor, lo sabes y cometiste millones de errores. Ella también los cometió. Entonces ya dijisteis que la vida era muy larga y puede que hoy, bajo este sol y estas velas, podáis buscar un nuevo rumbo.

Sigues mirándola, buscando indicios de si te mira lo hará con cariño. No sueltas la mano de tu mujer, que te conoce demasiado bien y sabe que estás pensando, y confía que hagas lo que sientas, que soluciones pasados y empieces futuros, que recuperes a tu mejor amiga y que por la noche se lo cuentes antes de iros a dormir.

Dudas, estás nervioso, hace mil años te preguntaste si había agua al saltar a la piscina, te dijeron que sí y aun así tuvieron que empujarte para saltar. Fue un error esperar el empujón. Aunque quizás el error fue saltar. Imaginas lo diferente que podría haber sido todo si no hubieras saltado, si no hubieras dejado que el mundo cambiara. 

Vuelves a tener que tomar la decisión. Sabes que hay agua pero no sabes si quieres saltar. Sigues mirándola y piensas. Recuerdas las clases juntos, los días de estudio compartiendo ilusiones, las risas infinitas, los relatos y los puntos y coma. Las canciones de Ismael Serrano que te decía que escucharas, las perdidas y los mensajes dulces. La piña con brandy y los post it. Mirarla y sentir que todo era posible. Recuerdas tu mundo cambiar con ella de tu mano.

Está tan rubia y tan diferente. No sabes si está más guapa o no. Tampoco importa. Te preocupa el brillo de sus ojos y su sonrisa. Recuerdas las discusiones, las miradas tristes por los pasillos, las palabras crueles, ella no siendo ella, tú intentando evitar los golpes y recibiendo puñaladas. Recuerdas que te dijo que no te quería en su vida, que estaba perdiendo el norte, que estaba siendo alguien que ni era ni quería ser y que lo mejor era no saber de ti. Sabes que fue lo que necesitaba y que pronto recuperó su camino.

Han pasado muchos años y no sabes si ha seguido por ese buen camino que siempre tuvo claro. Te preguntas qué ha pasado para que al verla estés dudando si se ha traicionado o no. Si lo ha hecho, entonces nada tendría sentido. El mundo no se podría cambiar y lo único que se puede hacer es sobrevivir.

Quieres acercarte a ella y comprobar que su sonrisa sigue siendo la misma, que sigue hablando con pasión, que sigue escuchando a Isma, escribiendo relatos imposibles, dibujando corazones, tratando de hacer felices a los que la rodean, cambiando el mundo e iluminando rincones. Puede que vuelva a cambiar el tuyo, que sea el momento para que vuelva a tu vida, para que compartáis de nuevo sueños aunque no caricias. 

Dudas de nuevo. Es una desconocida y tienes miedo de lo que puedas encontrarte, que destruya tu fe en las personas que no se traicionan y ya no puedas volver a dormir por las noches. Ella te está mirando ahora, como retándote a que te acerques, como diciendo "valiente", como queriendo que asumas el riesgo. 

Coges más fuerte la mano de tu mujer y le das un beso. Es la paz que necesitas, es el amor que quieres. Una te cambió tu mundo, otra te cambió la vida. Las dos son importantes, pero no quieres enfrentarte a riesgos que tambaleen tus cimientos, que te puedan hacer replantearte el universo como lo entiendes. Le dices a tu mujer que es hora de irse a casa y esa noche le cuentas que ella no ha podido cambiar, que no es posible, que si el mundo sigue girando es porque no se ha traicionado.

Aunque realmente no lo sabes. No quieres saberlo.


Vértigo