domingo, 23 de octubre de 2011

Mirada triste (III)

Una noche al terminar el día acabamos con risas y cañas. Él disimulando su mirada triste, yo disimulando que no puedo dejar de mirarle.


Otra ronda, unas patatas para picar, una foto, un silencio, una llamada.


Se va y espero entre risas, aunque parece que sin él nada continúa.


Imaginamos, suponemos, inventamos su conversación. Algunos intuyen su mirada triste. Otros sabemos que para él nada es sencillo.


Vuelve y le sigo mirando. Reducimos el grupo y sigo intentando entrar en su mirada.


Esta vez nos cuenta, nos habla, nos abre algo su corazón, aunque no del todo, no lo suficiente.


Le escucho comprendiendo cada vez más su mirada triste, preocupándome por sus días y sus noches y deseando darle un abrazo.


No sé lo di y debí dárselo. No le dije “Estoy aquí”. No le ofrecí mi ayuda eterna.


En vez de eso le dije que me llamara y le sonreí. Esperando que encontrara entre líneas toda mi ayuda.


Seguimos con las cañas, seguimos con las risas.


La noche terminó y volví a casa pensando que podría hacer para que su mirada triste fuera desapareciendo.


Vértigo


miércoles, 12 de octubre de 2011

Septiembre

Septiembre terminó hace unos días y me lo sigo sin creer. No ha sido el mes al que estoy acostumbrada, no ha habido un antes y un después, no será un septiembre que recordar o quizás sí.


No fui a la peluquería para cambiar de imagen y dejar de ser yo misma. Ni compré un tinte de un color imposible que borrara el mío. No hubo falta de aire. Respiré cada día siendo consciente de que el aire entraba en mí.


Puede que alguna noche llorara, pero lágrimas sin importancia, de esas que te recuerdan que sigues viva.


No se tambalearon mis cimientos, ni mis ideas, ni mi núcleo sufrió. No dije que no queriendo decir que sí, ni dije que sí queriendo decir que no.


No maldije septiembre, no te dije que no me gusta este mes. Los días pasaron y terminó.


Camino por octubre insegura, asustada, con miedo a que sea una ilusión, un engaño y septiembre siga ahí, no terminara y todavía ocurra algo que me destroce.


Voy a la pelu y me corto las puntas, pido que no me cambien, que quiero seguir reconociéndome cuando me mire en el espejo.


Salgo a la calle y el sol brilla. Quiero creer que septiembre pasó y no volverá, que esta vez será recordado por lo bueno: los viajes, el trabajo, las miradas cómplices, los tintos, las postales, los correos, los mensajes, las risas, las noches, los días…


Sé que lo bueno no es eterno, que vendrán días malos y noches horribles; se tambaleará la vida, me tambalearé yo, pero siempre recordaré que puede llegar un septiembre en el que todo salga bien.


Vértigo