Una noche al terminar el día acabamos con risas y cañas. Él disimulando su mirada triste, yo disimulando que no puedo dejar de mirarle.
Otra ronda, unas patatas para picar, una foto, un silencio, una llamada.
Se va y espero entre risas, aunque parece que sin él nada continúa.
Imaginamos, suponemos, inventamos su conversación. Algunos intuyen su mirada triste. Otros sabemos que para él nada es sencillo.
Vuelve y le sigo mirando. Reducimos el grupo y sigo intentando entrar en su mirada.
Esta vez nos cuenta, nos habla, nos abre algo su corazón, aunque no del todo, no lo suficiente.
Le escucho comprendiendo cada vez más su mirada triste, preocupándome por sus días y sus noches y deseando darle un abrazo.
No sé lo di y debí dárselo. No le dije “Estoy aquí”. No le ofrecí mi ayuda eterna.
En vez de eso le dije que me llamara y le sonreí. Esperando que encontrara entre líneas toda mi ayuda.
Seguimos con las cañas, seguimos con las risas.
La noche terminó y volví a casa pensando que podría hacer para que su mirada triste fuera desapareciendo.
Vértigo
7 comentarios:
A veces, cuando queremos mucho a alguien (aunque parezca contradictorio) su tristeza nos paraliza, nos quedamos queriendo decir que estamos ahí, pero sin saber qué hacer en caso de acudan a nosotros. Todo se vuelve más delicado. No te parece?
Un beso, Vértigo :)
Quizá una mirada triste solo se contrarresta con una mirada alegre. Quizá a una mirada triste lo que le falten sean fuerzas para pedir ayuda aunque la necesite desesperadamente.
Le has pedido que te llame, pero quizá deberías llamar tú y decir: "Hola, tengo preparado un abrazo a prueba de miradas tristes". Sé fuerte, porque quizá él lo necesite.
Un abrazo
Ehse
Yo a veces me he visto en esa situación. Y sientes rabia, porque quieres atreverte... pero nada, que no te atreves. Ais :(
Un beso
La mejor manera es estar allí por si te necesita. Esperando pacientemente su petición de ayuda.
Cuídate.
Nunca se sabe qué más se puede dar...
Besos
Te sigo, me gusta.
lo recordé, tarde y mal, pero lo hice
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