sábado, 2 de mayo de 2020

Encerradas

Mira por la ventana y le parece irónico tener una cárcel delante. Ella no puede salir a la calle ni sus vecinas de enfrente tampoco. Es una cárcel especial de mujeres, cree que pueden estar con sus pequeños, que no han cometido delitos graves. Pero tampoco puede asegurarlo, tanto tiempo viendo la cárcel pero nunca se ha informado. Algunas veces ha visto personas en la puerta esperando y ha imaginado que eran sus novios, maridos, hermanos preparados para estar con ellas unos instantes, que seguro que eran inolvidables para unos y para otros. 

Piensa en su vida, en la suerte que ha tenido siempre. Nunca ha cometido ningún delito pero sabe que no todo es mérito suyo. Es fácil hacer las cosas bien cuando todo alrededor está bien. No sabe nada de gente que acaba en la cárcel, más allá de películas y  telediarios. Pero supone que muchas de sus vecinas tuvieron mala suerte. Puede que se juntaran con malas compañías o puede que la mala compañía fuera su familia y ya fuera muy difícil cambiar su destino. Piensa en cuantas veces habrá dicho frases hechas como que cada uno decide el tipo de persona que quiere ser. Ahora piensa que eso es real y es muy fácil cuando la vida no te da golpes, cuando no tienes que preocuparte por comer, cuando no dependes de ninguna sustancia, cuando ser buena gente es lo normal a tu alrededor. 

Tampoco quiere pasarse de romántica, sabe que no todo es blanco o negro, que habrá todo tipo de mujeres y de situaciones. Aunque a veces le cueste verlo, puede que no siempre se pueda culpar a las circunstancias. Ahora que también está encerrada, sabe que no es comparable su encierro al de ellas. Vuelve a sentirse afortunada. Puede que sea el sentimiento que más está teniendo estas semanas. Si la vida hubiera sido diferente, puede que estuviera enfrente y también pensaría en la gente que vive enfrente, en cómo han acabado en un bloque de viviendas y no en una cárcel. Puede que también estuviera con un bolígrafo y un folio, puede que también soñara con escribir. 

Vuelve a mirar por la ventana. El sol está precioso y tiene ganas de salir a la calle, de pasear, de ver a su gente, de dar millones de abrazos. Piensa que cuando salga será diferente, que todo será más intenso, que quizás no sea la misma.  Vuelve a mirar a la cárcel y no sabe, no sabe nada de lo que pasa dentro pero espera que cuando puedan salir también sea para ellas todo diferente y tengan más suerte.


Vértigo


1 comentario:

El frutero de Amelié dijo...

... y tengan más suerte...


Precioso texto.