domingo, 1 de marzo de 2020

Escribir

Llega marzo y me da miedo coger el bolígrafo. Me regalan un cuaderno perfecto, lo dejó encima de la mesilla y lo miro de reojo. No empiezo la novela pendiente, ni aquella idea que lleva meses rondando mi cabeza, ni el relato para  el concurso de todos los años, ni siquiera un texto corto para subir al blog, en los que me resultaba fácil sacar lo que llevaba dentro. 

Cada mañana camino del cercanías pienso en escribir, en las ganas que tengo, en todo lo que quiero plasmar en un papel. Las ideas revolotean en mi cabeza, los sentimientos parecen más intensos que nunca, creo que podría escribir y no parar nunca. Me subo al tren, envío mis sentimientos por whatsapp, te digo que ya te echo de menos, deseo buenos días y la vida que imagino parece posible. 

Llego al trabajo, sonrío, voy a por agua y vuelvo a sonreír. Trabajo, tecleo fuerte, pienso y trato de que mi cabeza no pare. No lo hace, intento no cometer errores, bajo mi tono de voz para no molestar, creo que parezco calmada pero nadie se lo cree. 

Salgo del trabajo cuando el sol se ha ido y de camino me siento cansada. Gimnasio, super, sofá, me debato qué hacer. A veces te propongo un paseo y parece que el día es diferente. Otras sólo soy capaz de llegar y dejar de pensar. Pongo una serie y olvido el mundo. Alguna vez te digo que sea fiesta, que abramos una botella de vino y que me beses más fuerte. 

Cuando me quiero dar cuenta es hora de dormir y no he escrito ni una palabra. Diría que me arrepiento pero no lo sé. Me digo que al día siguiente escribiré, que lo necesito, que la vida no puede ser así pero algunos días no soy capaz de creérmelo. 

Vuelve a amanecer y repito mi rutina. Me asusta ver que pasan los días. Llega marzo y mis ganas de escribir siguen creciendo. Por fin, un domingo cualquiera, me siento delante del ordenador mientras duermes la siesta y nada me parece tan complicado. Me digo que escribiré las historias pendientes y aunque sé que no será tan pronto como ahora creo, sé  que lo acabaré haciendo porque lo necesito y lo siento dentro.

Vértigo


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