Aquella noche volví a casa como cualquier otra noche en la que hay vino y risas, siempre maldiciendo errores, evitando tomar decisiones e intentando buscar culpables que me exculpen de las malas acciones.
Pero esta vez algo era diferente, podría haber sido una anécdota que se olvida, una gracia sin importancia, una palabra dicha al azar que no recuerdas. Pero era algo más, aunque entonces no lo supiera.
Dijiste la palabra como sin decirla. Revisé la noche una y otra vez sin encontrar el momento exacto en el que pronunciaste "ectoplasma".
Busqué en la conversación un sentido, una explicación, un motivo por el que la pronunciaste. No lo encontré. Recordé que hablamos del amor, de aquella chica que te rompió el corazón, de aquel tipo que me hizo perder el nombre y el sentido, de noches eternas y días de ojeras, de sueños cumplidos y de los fracasos que nunca lo fueron.
Brindamos y sentí que sólo quería brindar contigo. Dejé de pensar en hombres fatales que juegan conmigo, en historias imposibles que nunca terminan, en esa foto que nunca debí ver, en las lágrimas que perdí por no saber dejarlas marchar a tiempo.
Volví a casa como cualquier otra noche, sin saber que no era igual, aunque los sentimientos estaban en otro mundo: no quería mandar mensajes sin texto, ni pedirle que me hiciera un hueco en su cama, ni siquiera decir un te echo de menos o un márchate de mi vida.
Sólo podía pensar en ti pronunciando ectoplasma. Ectoplasma, ectoplasma, ectoplasma. Me venía la palabra a la cabeza una y otra vez. Sin sentido, sin razón, sin lágrimas.
Qué es un ectoplasma exactamente me pregunté y no dudé en coger el diccionario y buscarlo. Leí despacio la definición, tratando de asimilar, tratando de entender la palabra en mi cabeza, la palabra en tus labios:
Supuesta emanación material de un médium, con la que se dice que se forman apariencias de fragmentos orgánicos, seres vivos o cosas.
No supe que pensar, que sentir, que creer. La palabra no encajaba en tu boca, en tu mente, en tu manera de entender la vida: siempre tan racional, siempre tan real.
Ectoplasma. La palabra seguía en mi cabeza. Tu imagen en mi interior. Mis problemas para tomar decisiones dando vueltas y el insomnio ayudándome a pensar en ectoplasma.
Nada me empezaba a parecer al azar, todo debería tener una razón. No hubieras dicho ectoplasma sin motivo, no estaría yo pensando sin sentido.
Después de horas recordándote, soñándote, diciendo ectoplasma una y otra vez, empecé a pensar que se formaría si de ti salieran ectoplasmas.
Y entonces me di cuenta, comprendí que somos diferentes, que de nuestros ectoplasmas saldrían bellas palabras, que es lo que nos da vida y es la vida que podemos dar.
Dijiste ectoplasma y lo dijiste todo. Con una palabra dijiste dos. Dejaste de ser cerebral para confiar en tu instinto. Por fin lo entendí.
Con los primeros rayos de sol llamé a tu timbre. Al abrir te dije ectoplasma con una sonrisa. Me contestaste que tú también y nos besamos.
Ectoplasma nos acompañó unos meses, hasta que volví a no tomar decisiones y tú a no decir palabras mágicas.
Vértigo
9 comentarios:
Me han dado ganas de decirla a mi también: Ecoplasma, ecoplasma, ecoplasma...
p.d. y tú a no decir palabras mágicAs.
Es curioso cómo nuestra mente es capaz de centrarse en detalles aparentemente sin importancia que al final acaban siendo cruciales.
Me gusta cómo una única palabra cambia toda una relación.
Un abrazo"
En situaciones como estas son en las que te das cuenta de la riqueza del castellano y la importancia de cada palabra.
Un abrazo!
Las palabras son como los detalles, sin ellos no seríamos más que formas mecánicas.
Gran relato.
Cuídate.
Sencillamente....genial...
de lo mejor que te he leído.
Genial
besos
Todos tenemos una especie de ectoplasma caminando a nuestro lado. El de algunos es más fuerte y palpable que el de otros...pero una cosa está clara (y en esto coincidirá la parapsicología conmigo): el tomar conciencia de él puede cambiarlo TODO. Habrá que inventar instintivamente otra palabra nueva pues, si esta ya ha caducado esta. Una pena, la verdad es que… era una buena palabra :) Pero hay tantas formas de decir las cosas que...en fin, eso..."ectoplasma" .
Un beso adiposo y gigante de sustancia negra (que suele ser menos común que la blanca)...pero poco común es también este relato!!! Así da gusto volver al mundo blogueril niña!!!
Me quito el sombrero!!! :)
Ectoplama....y todo cobro sentido...
(aunque sólo fuera durante un tiempo) ;)
Un abrazo!!!
Wooww... creo que he muerto de amor en el último párrafo.
Besos!
Los ectoplasmas son caprichosos. Van y vienen. Marcando siempre momentos y situaciones ;-)
Yo por si acaso no lo repito delante de un espejo...
¡Abrazos!
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