Se
sienta en un banco de la estación y deja pasar un tren y otro y todos los que
hagan falta. Hasta que aparece él y se para el mundo. Le pregunta si lleva
mucho esperando y ella miente diciendo que acaba de llegar.
Se suben
al siguiente tren juntos y se cuentan su anterior día, se ríen de las anécdotas
graciosas, se apoyan en los problemas y se aconsejan en las grandes cuestiones.
Se
podría decir que son buenos amigos. No suelen verse fuera del tren, algún plan
con más amigos, algún concierto pero ninguna noche eterna. Se llaman si tardan
en encontrarse, se preocupan el uno del otro. Se echan de menos si no se ven.
Y ella
deja pasar trenes por él. A veces no importa, como dice ella “habrá más trenes”.
Pero otras supone demasiado y no es fácil decidir si se sube o no. No lo hace y
espera que esta vez al subir con él todo sea diferente.
Hay días
en los que se pone un poco más de brillo en los labios, se peina diferente, se
siente más guapa frente al espejo. Y espera que él se dé cuenta, que le diga
que está preciosa, que le proponga una cena en su casa, un cine, o simplemente
coja su mano y no la suelte.
Ese día
no llega y ella sigue dejando pasar trenes.
“No importa”,
se sigue diciendo. “Si hubiera llegado mi tren me hubiera subido”, se repite.
Suspira, llora, sonríe y sabe que la vida es algo más.
Por fin
llega el cambio, llega el momento. Él, como siempre, llega tarde. Ella, como
siempre, le espera. Suben juntos al tren y se miran.
Ella le
dice que se calle, que ya han hablado bastante, que quiere vivir, que quiere
ser feliz. Y le besa con todo su amor, con toda su ilusión. Él no devuelve el
beso, se separa con mirada triste y con un lo siento.
Tardarán
años en volver a coger el mismo tren, en volver a ser amigos. Pero ella tardará
poco en vivir.
Al día
siguiente cogerá el primer tren y al subir cruzará su mirada con alguien que
verá en ella más que un brillo de labios. Empezarán con un “nunca te he visto
por aquí” y unos meses después será un “¿cuándo cenamos juntos?”
La vida
no será lo que ella esperaba, no fue el tren al que pensaba subirse pero su
felicidad llegó en él.
Vértigo
7 comentarios:
A veces es mejor dar el paso, aunque ello suponga darse el golpe, porque de lo contrario se vive en un eterno estado congelado sin avanzar a ninguna parte. Hizo bien en cambiarse de tren. :-)
Esperanzador... "Será por trenes" =P
Es curioso cómo parece que estas cosas pasan más cuanto menos las planificas.
Un abrazo!
Al principio pensaba que era cuestión de esperar, pero al final te das cuenta de que el punto clave no está en la espera, sino en el tren.
Gran texto.
Cuídate.
Yo hubiera tardado mucho en dar el paso, y una vez dado, en coger otro tren...
Ella hizo bien, supongo.
Muy bonito, lo importante es lanzarse, y si no sale bien, pues probar con otro tren.
Bss.
trenes...cuántas historias en los trenes...
Precioso.
un abrazo
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