Se mira en el espejo. Repasa su cuerpo con el
vestido ajustado, mete tripa y observa su silueta.
Se pinta los ojos con demasiado oscuro y los labios
con brillo.
Se vuelve a mirar. Se quiere sentir sexy. Se lo
cree un segundo y al siguiente es consciente de todo lo que no debería marcar
el vestido. Lo estira un poco, vuelve a meter tripa y parece que se siente sexy
otro segundo.
Sale de casa antes de que vuelva su madre, sabe
todo lo que diría y sabe, aunque no lo reconozca, que tiene razón.
En el metro se siente observada y cree leer los
pensamientos de los que la miran.
Aunque excepto yo nadie se ha fijado en ella. Y yo
no la juzgo.
Vuelve a estirar el vestido y a meter tripa. Se
peina con los dedos. Se dice una y otra vez a si misma que se lo va a pasar
bien.
Se baja en su parada y llega al encuentro con sus
amigos. Ellas con vestidos ajustados en cuerpos imposibles la miran con
desprecio. Ellos ni se percatan que está. Y todavía sigue creyendo que son sus
amigos.
Pasará la noche intentando encajar, simulando
sonrisas y fingiendo ser feliz.
Volverá a casa y se quitará la sombra y el
maquillaje. Se pondrá el pijama y estará más guapa de lo que lo ha estado en
toda la noche.
Llorará mientras duerma y se levantará maldiciendo
el vestido, las noches de fiesta y los amigos no amigos.
No me preocupará, no sentiré pena por ella, no diré
que la adolescencia es sencilla.
Sabré que será una etapa que pasará y sólo la hará
crecer.
Unos años después se pondrá otro vestido con el que
lucirá escote (y disimulará tripa). Se pintará los ojos demasiado oscuros (pero
como a ella le gusta) y le dirá a su madre que volverá tarde.
En el metro estará en su mundo, planeando
aventuras. La miraré desde mi asiento.
Se encontrará con sus amigos. Ellas cada uno con su
estilo (una no se baja de sus tacones ni se quita su vestido, otra siempre sale
con sus vaqueros y sus zapatillas…) Ellos a lo suyo, intentando ligar con las
del grupo de al lado pero siempre pendientes de ellas (y ellas pendientes de
ellos).
Pasará la noche entre risas y conversaciones
serias. Hablando de zapatos y de desempleo.
Volverá a casa haciendo y recibiendo perdidas.
Mandando alguna sonrisita a alguien que suspira por ella.
Quizás llore mientras duerma… pero… ¿no te pasa a
ti también a veces?
Se levantará y desayunará con su madre, le contará
cómo le va a sus amigos y la suerte que tuvo de encontrarlos. Ya ni recuerda
los que tenía cuando fue adolescente y fingía que era feliz.
Vértigo
10 comentarios:
Perfecto y genial. Muy cercano.
Un besito
Que texto lleno de razón. Preciosa forma de describir la realidad.
Un beso
Buff... yo por suerte o desgracia tuve una adolescencia distinta a la de las demás adolescentes... al menos, distinta a las demás que me rodeaban. Yo pasé de niña a mujer, de adolescente tuve poco...
La adolescencia es una etapa difícil si eres mujer y no estás muy delgada. Por lo menos en estos tiempos. En los míos no era para tanto, yo lo pasé bien, claro que no era mujer. :-)
Gran relato. Sin peros, sólo aplausos.
No hablo ya de adolescencia, pero cuantas veces hemos tratado de ser otros para ser aceptados, o fingir que nos gusta el ruido de las discotecas abarrotadas...
Supongo que muchas veces, no nadda hacia donde nada los demás también es nadar contracorriente, y eso siempre es difícil.
Cuídate.
¿Todo bien por aquí?
Feliz finde!!
P.D: Ahora es candelacuentahistorias.blogspot.com
(casi) todo pasa.. ;)
(menos mal)
...es...la vida...
de la tristeza a la sonrisa en unas cuantas líneas....
abrazos
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