Alguien me dijo alguna vez que la vida está llena de etapas. Cada etapa tiene su comienzo y su fin, sus momentos buenos y sus ratos malos, sonrisas y lloros, aciertos y fracasos, un escenario, unos compañeros.
Le conocí cuando disfrutaba una buena etapa, empezaba sus estudios, descubría el amor, soñaba por las noches y sonreía durante el día
Yo le miraba y me gustaba lo que veía, en sus ojos se intuía ambición pero también ideales, firmes convicciones y nobles sentimientos.
Parecía que aquella etapa sólo sería la primera de muchas buenas, cambiaría la universidad por una oficina, la casa de sus padres por la suya, la novia por la mujer, pero no cambiarían las ideas, los sueños ni los amigos.
Entre ellos me incluía yo, siempre dispuesta a escuchar sus pensamientos, a acompañarle por mundos infinitos y a discutir sobre teorías imposibles.
Llegaron etapas nuevas, cambios importantes y cambios que parecían insignificantes pero que hicieron que el destino cambiara su rumbo.
Dijo que sí a algunas preguntas, no contestó a algunas llamadas, se planteó ciertas dudas y miró hacia otro lado cuando debería haber mirado fijamente. Consiguió muchas cosas olvidando otras, y perdió ilusiones ganando victorias.
Se rumoreó que había llegado muy lejos, que era un hombre de éxito, que la vida le sonreía. También se decía que parecía distinto, que ya no hablaba con pasión ni se intuía brillo en sus ojos.
En alguna etapa cambió demasiadas cosas, cambió de casa, cambió de ideas y cambió de amigos, y dejó de contarme sus sueños y sus miedos. Sabía de su vida por los rumores y no me gustaba lo que se decía, siempre tuve la esperanza de que no fueran ciertos.
Una tarde lluviosa me lo encontré en una tienda mirando brújulas. Nos miramos y nos reconocimos, a pesar de los años pasados, ambos conservábamos ese aire de perdidos que necesitan que se les marque el norte.
Le miré despacio y no me pareció tan distinto al chico que conocí, seguía mordiéndose las uñas, peinándose sin dirección, llevando un abrigo que parecía heredado y unas pulseras que seguro implicaban recuerdos. Pensé que ningún rumor era verdad y que en sus ojos todavía podía encontrar grandes ideales.
Me llevó a una pequeña cafetería con velas en las mesas y aire bohemio. Pidió por mí, dos tés y un trozo de tarta para compartir y me sonrió confiando en su intuición.
Quería preguntarle tantas cosas, quería saber cada etapa que me había perdido, pero no quería obligarle a hablar, preferí mirarle y esperar que él me fuera contando según fuera sintiendo.
Empezó hablando de libros que estaba leyendo, de música que acababa de descubrir, de bares donde pasar largas noches y de estrellas en el firmamento.
Sentí que volvíamos al pasado, a cuando le escuchaba embobada y todo parecía posible.
Me preguntó por mis etapas y se disculpó por habérselas perdido. Le expliqué cómo había ido cambiando mi vida y cómo conseguí seguir sin poner los pies en la tierra.
Sonrió y me recorrió con la mirada, observando el paso del tiempo en mi cuerpo, fijándose en mi nueva ropa y adentrándose en mis ojos. Afirmó que no encontraba cambios esenciales en mí, quizás un color de tinte más formal y cierta evolución siguiendo mi camino.
Me gustaron sus palabras. Daba igual que hiciera años que no supiera de él, que en cierta manera sentí que me abandonó, que aunque no lo confesara me echó de su vida, aun así su opinión seguía siendo importante para mí, que reconociera que al menos yo había sido fiel a nuestros ideales me pareció un triunfo. Y eso que nunca creí en las victorias.
Le miré de nuevo, esta vez buscando en su interior, intentando buscar los cambios de estos años, preguntándome si realmente había sido otro, queriendo descubrir qué nos pasó.
Creo que me leyó el pensamiento y comenzó a contarme. Admitió que los rumores eran ciertos. Puede que tuviera éxito en algunas facetas de la vida pero a cambio fracasó en demasiado.
Me habló de errores, de decisiones incorrectas, de abandonar ideales, de llegar a lo más alto y de tocar fondo.
Cogió mi mano mientras hablaba de amistades perdidas, de cómo dejamos de vernos, de cómo perdió a toda la gente que le importaba.
Escuchándole supe que había pasado por muchas etapas en las que había sido todo lo que rechazamos. Aunque había conseguido volver a encontrarse y el hombre que tenía delante de mí no era tan diferente al que habíamos soñado.
Sonreí, no pude evitarlo. Me seguía gustando lo que veía. Esta vez en sus ojos se seguían intuyendo ambiciones e ideales, pero también experiencias, fracasos, heridas, pasiones, sueños y sobre todo pude ver futuro.
Futuro del que me empezó a hablar. Un futuro que se había propuesto y que había comenzado hace unas semanas, haciendo bien las cosas, aceptando llamadas, diciendo que no, mirando fijamente.
Reconoció que el escenario de esta nueva etapa era la misma ciudad, no los mismos lugares. Un apartamento cerca de casa de sus padres, a la que volver en caso de dudas, pequeños bares, menús del día y cafeterías bohemias.
Los compañeros también habían cambiado, estaba recuperando viejas amistades, conservando buena gente y descubriendo sentimientos.
Me sonrío. Le sonreí.
Volvió a coger mi mano y me vi en su futuro, formando parte de su vida, luchando por no traicionarnos, buscando nuestras pequeñas victorias, siguiendo a la estrella polar.
Me besó y comenzamos una nueva etapa.
Vértigo
19 comentarios:
Qué romántico y qué bonito...me da la sensación de que encajan perfectamente. Es una de esas relaciones en las que pueden pasar meses o años sin verse o hablar, pero la complicidad y la confianza siguen casi intactas.
Me ha encantado..
un abrazo
Cuando en la vida se dejan de tener sueños es que uno esta muerto. Bonito relato y estoy con Gotadeagua estan destinados a estar juntos, cada uno saca lo mejor del otro. Me encanta como escribes.
buf... me ha gustado mucho,muy bueno
Muy bonito. No sé si ella estaba muy colada por él, pero muchas no habrían dado segundas oportunidades...
Tiene pinta de ser una etapa genial!
Besos
mmm...vaya historia romántica genial, no?:)
coincido con Candela, tiene pinta de ser una muy buena etapa!
muah
Qué romantico!! ojalá que les vaya bien y que no se despisten tanto como para irse con otros (está muy de moda) Un gran abrazo y que lo disfruten!!
Ahora, a vivir esto nuevo
un 10.. y me dejas pensando..
maravilloso
Me encanta como describes cada paso, la historia, ...y es que el paso del tiempo, muchas veces nos lleva a eso, a perder a gente a la que creíamos que jamás ibamos a perder...y también nos enseña, que cuando esa amistad es rea, al final, y de una u otra forma, acaba volviendo...
Un abrazo! :)
..que linda la metáfora de las brújulas.
Momentos, la vida va de momentos.
(Pero siempre aferrados a una sóla linea..)
Abrazo, disfrute de su étapa.
:)
Qué precioso. Casi siempre me siento muy identificada. Me pasó lo mismo con un "amigo" hace dos años. Desapareció de mi vida a pesar de lo especiales que éramos el uno para el otro. Hace un mes que ha reaparecido. Eso sí, tengo mi vida rehecha.. y no hay hueco para algo más que una amistad.
Me encantó.
Me encantó la dulcura del relato, me fascina las historias en las que alguno de los dos se va desaparece triunfa y pierde la gloria de ser por la falacia del tener.
Maravillada sin más por aquel que perdiendo el norte volvio a buscar el sur, donde las temperaturas son más calidas y siempre está la ruta que lleva al infinito.
De heridas por huidas se más que de regresos para compartir, pero seguiré esperando con la nada y las letras cauterizantes de tantos escritores anónimos...
Felices fiestas!!! mis mejores deseos para el 2011
Besos
Regi
bellísimo. Con tu permiso, lo comparto.
felices fiestas!
Encontré éste relato en el libro de visitas de Ismael Serrano (.com) y debo decir que me encantó. Me he visto reflejado en el personaje, y también en quien relata. La verdad es que me parece excelente la forma en como expresas tus ideas.. Te envío muchos saludos.
Juan Balcázar
Idas y venidas, que acaban en el reencuentro...
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Hola!! Tienes un meme en mi blog :D
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