martes, 13 de noviembre de 2007

domingo, 21 de octubre de 2007

ISMAEL SERRANO – Sueños de un hombre despierto

Es extraño. Sigo a Ismael Serrano desde sus comienzos, sus discos suenan una y otra vez en mi habitación, no me pierdo un concierto y recuerdo cada palabra de sus canciones. Llevo semanas tratando de escribir sobre su último disco y no lo consigo. No lo entiendo, siento que puedo hablar con conocimiento de su música, comparar este álbum con los anteriores, ver su evolución, atacar sus puntos débiles… Pero cuando me siento en la cama con un boli, un papel y Sueños de un hombre despierto sonando de fondo no soy capaz. No consigo escribir críticas venenosas ni dulces alabanzas, no soy objetiva ni tampoco subjetiva. Simplemente no puedo.

Sigue sonando su música y me doy cuenta de que estoy enamorada. Cada vez que escucho a Ismael Serrano me enamoro. Me enamoro de la vida, de la luz del amanecer, de la utopía, de las revoluciones y, por supuesto, me enamoro de ti. Supongo que en este estado miro de manera distinta al mundo y es imposible criticar al desencadenante de este pequeño milagro.

Sólo puedo decir que me gusta Sueños de un hombre despierto y que Ismael Serrano sigue causando el mismo efecto en mí que cuando empezó. Ojalá también lo tenga en ti.

Vértigo

lunes, 1 de octubre de 2007

ESPERANDO

Pisó despacio. Caminó por el salón intentando que sus pisadas no fueran más que caricias a la alfombra. Pasó así toda la noche, hasta que el sol se convirtió en competencia y empezó a entrar por las rendijas llegando delicadamente al suelo. Mientras trataba de decidir que hacer te levantaste y fuiste al salón. No te sorprendió verla. Sabías que algún día vendría y que llegaría sin hacer ruido. La pregunta era cuánto tiempo se quedaría contigo. Te entró miedo, miedo de que se marchara y que su ausencia te consumiera día tras día esperando su regreso. Un regreso incierto. Volviste a tu habitación para confirmar que la cama seguía ocupada. Respiraste aliviado. Pero sin motivo la despertaste cogiéndola demasiado fuerte por las muñecas y diciéndole que no la dejarías marcharse nunca de tu vida. La asustaste. Te dijo que aunque había sido una gran noche, se acabó. Recogió sus cosas y se fue. Volviste al salón y la felicidad ya no estaba. Te sentaste en el suelo dejando que el sol te acariciara, esperando su regreso.

Vértigo

martes, 25 de septiembre de 2007

SUENA LA CANCIÓN

Suena la canción. Suena una y otra vez. Y cuando llega “Aunque el cielo brille mis estrellas no lloraran por ti”, ella dice la frase y le mira.

Nada tiene sentido. Están los dos solos en el bar. Ángel en la barra y Luci en una mesa. Y la misma canción empieza cada vez que se acaba.

Él la observa y deja que ella repita su frase suficientes veces. Hasta que decide devolverle la jugada. Y toma también algo prestado de la canción: “Vive sólo para ti tu vida y deja siempre para mí la herida”

Pasan los instantes. Luci siente que está diciendo la verdad y piensa que ya está Ángel culpabilizándose para sentirse mejor. Él cree que hace lo correcto y siente que ella sigue engañándose.

Se cruzaron hace demasiado tiempo, cuando sólo eran pequeños esbozos de lo que acabarían siendo. Ni Luci tenía poder, ni Ángel se sentía culpable por querer tenerlo. Se dedicaron miradas que implicaban mucho más y compartieron conversaciones con verdades. Sabían que no debían conocerse, sabían que iba en contra de su naturaleza. Y tras estar a punto de renunciar, se separaron para que cada uno siguiera su camino.

Una infinidad después volvieron a encontrarse. Cada uno había conseguido sus objetivos y ya no tenían ninguna ambición. Puede que aburridos de ser quien debían ser: Luci cansada de ser mala y Ángel cansado de ser bueno.

Esta vez las miradas fueron lo de menos. Él puso la mano en la pierna de Luci y ella cogió el cuello de Ángel. Fue raro. Él sentía que hacía algo malo y ella que era hermoso. Ambos sabían que no debían.

Siguieron coincidiendo bastantes amaneceres, hasta que el equilibrio se rompió. Ni Ángel ni Luci se sentían cómodos en su papel. Sólo estaban bien cuando estaban juntos, pero no puede ser.

Sin saber cómo, están en el bar. Separados pero mirándose. No pueden acercarse porque parece que se lo impiden. Tampoco pueden salir. Si Ángel abre la puerta, las estrellas le obligan a entrar. Si Luci sale, el sol la devuelve al interior.

La canción se repite y sólo se comunican a través de ese par de frases. No tiene sentido. Al igual que su relación, que ha provocado una situación extraña. Ya no hay buenos. Ya no hay malos.

Mientras el reloj va avanzando sus sentimientos van evolucionando. Saben que lo suyo ha acabado y que hay que restaurar el equilibrio, aunque no saben cómo.

Sigue sonando la canción, pero empiezan a perder el sentido de lo que dicen.

Hasta que sin saber cómo, dicen una frase distinta y la dicen los dos a la vez: “Busca un lugar, algo por qué luchar” Se hace el silencio y se miran sin decirse nada. Ya saben lo que deben hacer. Ángel se va a encontrar esperanza en el infierno. Y Luci a ofrecer diversión en el cielo. Tienen un nuevo objetivo.

Ya sabemos lo que pasará. El cielo se convertirá en el infierno. El infierno en el cielo. Hasta que Ángel y Lucifer vuelvan a encontrarse y la canción suene de nuevo.

Vértigo

jueves, 13 de septiembre de 2007

MIRO AL INFINITO

Cierro los ojos y te veo. Los abro y te vuelvo a ver. Miro al infinito y no te encuentro. Estás aquí pero no estás allí. Si estuvieras allí, querría que estuvieras aquí. Me confundo y te confundo. Me necesitas cuando no te necesito. Te necesito cuando no me necesitas. Miro al infinito…

El círculo se cierra y no sé si estoy dentro o fuera. Y no sé dónde estás tú. Avanzo y retrocedo. Siempre estoy en el mismo punto. Es fácil encontrarme. Sólo hay que querer.

Cierro los ojos y ya no te veo. Los abro y sigo sin verte. Miro al infinito y tampoco te encuentro. Te has marchado. Estoy dentro del círculo y tú estás fuera. Avanzo y retrocedo, pero no consigo salir. Avanzas y retrocedes, pero no consigues entrar. No quiero encontrarte, no quieres encontrarme.

Miro al infinito y no te busco. No te necesito, no me necesitas. Me siento en el suelo y construyo un mundo sin ti. Pienso, desvarío, reflexiono y sonrío. Me gusta el punto en el que estoy. Me levanto y observo a mi alrededor. Grito y nadie me escucha. Susurro y me entiendes.

Miro al infinito y me cruzo con tu mirada. Abro y cierro los ojos y te siento. Desaparece el círculo y encontramos nuestro infinito común.

Vértigo

jueves, 6 de septiembre de 2007



"La casualidad que estábamos

esperando"

Los Amantes del Círculo Polar

lunes, 27 de agosto de 2007

CAÓTICA ANA



No sé si te interesa mi opinión sobre Caótica Ana. Pero me apetece comentarla contigo. Ya sé que dices que no te gusta el cine español, sé que de Lucía sólo recuerdas el sexo y que nunca llegaste a ver Los Amantes del Círculo Polar aunque siempre la tenías pendiente porque era mi peli favorita.

Olvida por unos instantes tus prejuicios al cine de Julio Medem y déjame contarte mis impresiones y mis sensaciones. No sé como pero me ha llegado en bastantes momentos. Quizás algunas imágenes estéticamente increíbles o quizás el vértigo que parece sentir en muchos instantes la protagonista.

Creo que es importante verla como un cuento, no tratando de racionalizar todo como hacemos siempre. Al menos así para mí la película encaja mejor: vidas pasadas, cuevas, artistas, Nueva York… No hay que creer en lobos parlantes para entender la historia de Caperucita. Ana es un personaje tan soñador, que me gustaría tener su capacidad de ilusión. Creo que a Manuela Vellés le falta algo, puede que sea experiencia y confianza en si misma. No lo sé. Me parece que Ana necesitaba más fuerza. Por el contrario, Bebe se come la cámara. Si está ella en pantalla hace sombra al resto. Y cuando no estaba yo la echaba de menos.

Te diré que creo que me ha gustado Caótica Ana. Aunque le pondría algunas pegas. La más grande sería el final. No le veo sentido ni creo que concuerde con el espíritu de la película. Pero ya sabes que no me gustan los finales.

Te recomendaría que fueras a verla. Me gustaría que después me llamaras y pasáramos horas comentándola, criticándola, divagando…

Ya sé que no es la casualidad que estábamos esperando. Pero en estos momentos me parece más que suficiente.

Vértigo