viernes, 7 de junio de 2019

Un sueño

Se levantó confusa. El despertador había sonado como siempre pero nada parecía igual. Seguía medio metida en su sueño. Un sueño extraño, perturbador, que dudaba si quería recordar o era mejor olvidar. 

Miró hacia su izquierda, él ya no estaba, se había ido a trabajar. No se había enterado cuando se fue, como le pasaba muchos días. Le quería, no tenía ninguna duda. 

Pensó en el sueño y aunque una parte de ella no quería analizarlo trató de repasarlo. Parecía que estaba en una fiesta o algo parecido. No conocía a la gente pero en el sueño era consciente de haber acabado allí por casualidad, como una invitada extraña a una boda, en la que se lo estaba pasando bien, pero consciente de que no les volvería a ver. 

No sabe si estaba bebiendo o no, si bailaba o no, sobre qué eran las conversaciones. Recuerda como una casa rural bonita, o un patio coqueto, como si fuera de día, como si hubiera sol cuando estaba fuera. Parecía una sensación agradable. 

Todo estaba bien. Todo parecía bien. Pero apareció él, su amor platónico de siempre. Hacía mil años que no le veía, hacía mucho que sólo se deseaban feliz cumpleaños y poco más, hacía infinito que no pensaba en él más que como pasado. Fue alguien muy importante, pasaron por diferentes etapas, puede que ninguna fuera muy sana, nunca estuvieron juntos y aunque alguna vez imaginó un futuro con él acabó teniendo claro que no lo tenían.

Recordar el sueño la estaba perturbando. Esos mismos sentimientos tenía en el sueño. No se preguntó qué hacía ahí, no recuerda que hablaran, quizás algo, quizás poco, quizás él sólo la estaba provocando. No lo sabe, no consigue recordarlo todo. Pero recuerda sentirse atraída hacia él, como en los viejos tiempos.

Sin saber cómo, estaban cerca. Muy cerca. Seguía oliendo bien, seguía sintiendo de todo cuando le tenía pegado. Parecía que había gente alrededor pero parecía que estaban solos. En otro instante estaba sentada y él de pie. Esa imagen parecía clara en su cabeza. Él se empezó como agachar, aunque pareciera una posición extraña en el sueño todo parecía fluir de manera natural. Sin darse cuenta, al menos ella, se estaban besando. Fue un beso rápido, como que no quisieran que les vieran, como si no fuera importante, pero a la vez le pareció intenso, como si el corazón se le parara un instante, como si todo pudiera estar cambiando.

Él empezó a caminar por un pasillo y ella parecía que iba detrás. Cree que él indicaba de cierta manera que había habitaciones libres, que podrían entrar, que podría pasar cualquier cosa. Recuerda plantearse entrar, preguntarse si quería o no, saber que se sentía confusa y extraña. ¿Y si entraba? ¿Y si nadie lo supiera jamás? ¿Y si él no se enterara? Pero ella lo sabría, siempre lo sabría. 

El sueño acababa así, con ella decidiendo si entrar o no. Despierta volvía a plantearse la cuestión. Sabía que podía llamarle y que nadie lo sabría. La posibilidad del sueño era real. Se acordó de la canción de Isma, Absoluto, y que quizás fuera su demonio y tenía que decidir si abrir la puerta o no. Se preguntó también si debería contarlo. Se preguntó si el sueño significaba algo. 

Seguía confusa, aunque sus sentimientos estaban claros. Aunque en el fondo sabía lo que iba a hacer. Sólo que el sueño le había hecho dudar. Quizás no fuera tan malo.

Cogió el teléfono, le mandó un mensaje y esa noche abrieron una botella de vino mientras veían la tele como todas las noches.


Vértigo