jueves, 21 de noviembre de 2019

Moebius


Llega un correo a mi bandeja de entrada y por un segundo mi mundo se para. Pensé que ya no podías hacerlo pero lo consigues, aunque esta vez sólo durante un instante. El correo es breve. Me dices: "No he podido evitar acordarme de ti al leer este artículo  :)" Y me envías un enlace a un artículo sobre Moebius. Primero me sorprendo y tardo otro instante en entenderlo. Recuerdo aquel trabajo que hicimos juntos sobre Moebius en aquella asignatura que te apuntaste por mí. Vuelven recuerdos que parecían olvidados, como cuando criticaste que pusiera el título en rojo kétchup y como cuando nos mirábamos y todo se paraba. Empezamos ese trabajo siendo amigos y creo recordar que lo terminamos siendo algo más. Ha pasado una eternidad, quizás algo más. Otra vez mi cabeza se hubiera ido al final, a los malos momentos, a mi dolor. Esta vez me llevas al comienzo, a lo bonito, a cuando lo difícil fue dar el paso y lo increíble fueron los meses siguientes. Te he escrito demasiados relatos que nunca te dejaré leer, te he utilizado como recurso literario me temo, no sé en qué te he convertido. Tu correo me hace preguntarme si podríamos volver a ser amigos, si podría enviarte relatos para que me revises los puntos y coma, si podría ayudarte con tus funciones de navidad, si podríamos volver a hablar de todo, de mi chico, de tu mujer y tus niños, de nuestros miedos y recuperar una amistad que nunca debió terminar. Me lo pregunto y me gustaría preguntártelo, contestarte al correo diciéndote que volvamos a ser amigos, que me cuentes qué tal todo, que empecemos de nuevo. Miro el correo y dudo qué decirte. Al final escribo un "Gracias, buen artículo" y le doy a enviar sin pensar mucho más. Quizás todo esté mejor así. 


Vértigo


sábado, 2 de noviembre de 2019

Pasado


¿A veces te preguntas que hubiera pasado si no hubiera cogido aquel metro?

La verdad es que miro al pasado y ahora parece que todo fue como debía ser. En cierta manera me estaba destruyendo a mi misma, estaba acabando con lo que había construido, estaba perdiéndome. No te culpo, no puedo culpar a nadie.

Aquel tipo que llevaba una vida jugando conmigo y aquel otro que me tambaleaba el suelo no eran buenos para mí. Tampoco les culpo. Nunca supe si tú lo serías. No creo que importe, estaba claro que yo no era buena para ti.

El rubio, los labios rojos, los vestidos rosas, los cuernos de diablo parecían atrezo sin más. Pero quizás me estaba empezando a creer el disfraz.

Subí a aquel metro y todo cambió. ¿Lo recuerdas?

En aquel momento no lo vi, hice como si nada. Pero ahora miro al pasado y parece claro. Supongo que fue poco a poco, dejé de traicionarme, perdí el rubio y me recuperé a mí misma. Mantengo los labios rojos, lo aprendido aquella época no lo he perdido y espero tampoco haberte perdido a ti.



Vértigo