20 de Marzo de 2013
Libertad 8
Madrid
Tengo que reconocer que le prometí a alguien que volvería a saber de mí, que después del concierto de Luis Ramiro en Libertad 8 sería capaz de pedirle una oportunidad, confiando en que las canciones me cambiarían y me darían el valor suficiente para hacer las cosas bien.
Mi cuerpo, mi alma, mis entrañas decidieron un día antes que era el momento de soltarlo todo. A su manera, con su propio lenguaje, que no suelo compartir pero que supongo también forma parte de mí, ignorando lo que mi cabeza gritaba, intentaron que él quisiera estar a mi lado, conocerme y dejarse conquistar. No usaron palabras bonitas, no fue dulce ni tierno, lucharon con las armas que creían que tenían y fracasaron. La respuesta no fue la esperada y encontraron palabras desagradables de vuelta, de alguien que no quería intentarlo ni que lucharan por él, de alguien que no quería darme una oportunidad.
Punto final de una historia de la que no habrá más capítulos, ni más lágrimas, ni más batallas que perder.
Sin sentido, sin motivo, sin razón, te escribí. Con el corazón, con el alma, desde donde viven los sentimientos, desde dentro. Pensando que seguirías sin escucharme, que nada cambiaría, que seguiríamos donde llevamos meses estando, contigo desaparecido de mi vida y yo con preguntas en el aire.
Pasó lo que había dejado de soñar que pasaría. En un instante mi corazón dio un vuelco, todo cambió, mi mundo empezó a girar más rápido dudando si pararía. Contestaste y tus palabras se quedaron retumbando en mi cabeza. Una disculpa, una explicación. Una puerta sin abrir pero sin terminar de cerrar.
Haciendo que la historia del punto final parezca insignificante al lado de la tuya, en la que siempre esperé que estuviéramos en unos eternos puntos suspensivos y compruebo que nunca dejamos de estarlo.
Aunque le prometí a aquel tipo, que pasó brevemente por mi vida, que sabría de mí después del concierto de Luis Ramiro (pero que sólo será una historia que acaba en un simple recuerdo como dice la canción), es a ti a quien quiero contártelo, con quien quiero compartirlo, a quien me gustaría llevarme al próximo concierto (porque nuestra historia nunca se cierra y sabes que si llegas en el momento adecuado estaré ahí esperándote… confiando que se vuelva a abrir…)
Sé que no conoces a Luis Ramiro. Sabes que podría pasarme horas hablándote de canciones, de conciertos imposibles, de noches infinitas. Hoy sólo te hablaré del concierto en Libertad.
De fondo que suene su último disco, "El monstruo del armario", y seguro que te empiezas a enamorar.
Fui al concierto porque lo necesitaba, quería volver a encontrarme con un Luis Ramiro íntimo, mágico, increíble. Hace unas semanas hubo concierto en Joy Eslava con banda y estuvo muy bien pero le faltó que me hiciera sentir, que me hiciera girar como haces tú.
No me decepcionó. Luis Ramiro, su guitarra y el mundo por delante. Canciones, sentimientos, bromas y enfados. La vida resumida en un concierto. Los problemas encima del escenario. Sensación agridulce cuando amagó con irse.
Pero volvió, igual que tú, con otra aptitud, con otro espíritu, cambiando la sensación, dando la vuelta a los enfados y consiguiendo que se olvide el punto final centrándonos en los puntos suspensivos.
Desenchufó la guitarra, bajó del escenario y nada parecía importar, sólo había que sentir, que vivir, aceptando que fracasé mil veces y lo volveré a hacer, que seguiré luchando en batallas que no ganaré, que él no me quiso y puede que tú tampoco, pero que seguiré sintiendo, seguiré haciendo las cosas bien y cometiendo errores. Seguiré escuchando a Luis Ramiro y encontraré motivos para no dejar de sonreír.
Volvió al escenario, nos hizo levantar y cantar con él. Había dicho que no cantaría, que quería recuperar mi voz pero también dije que no habría más historias imposibles y aquí estoy contándote un gran concierto mientras te miro como si el mundo se fuera a acabar. Canté y perdí la voz.
Una buena noche de concierto. Luis Ramiro demostrando que no necesita banda para conquistarme.
Y me pregunto que necesito yo para conquistarte a ti. Le voy a robar unas palabras a Luis Ramiro de una canción que no cantó y voy a esperar que funcionen:
"Tengo un monstruo en el armario, tendrás que acompañarme hasta la cama.
No pienses que estoy loca, no hagas caso, son restos de una infancia mal curada"
¿Qué me dices?
¿Me acompañas y seguimos con nuestros puntos suspensivos?
…
Vértigo.