domingo, 5 de agosto de 2018

Domingo

Domingo por la tarde sin planes por delante. Me pregunto qué ha sido de aquellos fin de semanas intensos en los que cada segundo tenía algo planeado. Quizás debería aprovechar para organizar, recoger la ropa tendida o tratar de escribir.

En lugar de eso me siento en el sofá con el ordenador y te miro mientras ordenas las fotos del último viaje. Mañana será lunes y volveré a no tener tiempo para respirar pero ahora tratar de no exprimir las horas que quedan de domingo me empieza a parecer el mejor plan.

Me levanto y miro tu pantalla, te digo que no me gusta como salgo en la foto que tienes abierta. Te doy un beso y te digo que te quiero. Parece que ni te inmutas pero me devuelves una sonrisa. 

Vuelvo al sofá y sigo viendo jessica jones y sólo parece que escuchas cuando dicen palabrotas en inglés. Nos seguimos ignorando el resto del tiempo y parece que las horas van pasando como si no importaran. Pero quizás importan más que nunca. 

Christina Rosenvinge cantaba hace mil años "el día que yo fui feliz nunca pensé que fuera así y como nadie me avisó no me di cuenta y me dormí..."

Despierto y has puesto la mesa para cenar, has preparado el guacamole que tanto me gustó y estás abriendo una botella de vino blanco. Me miras y me dices que seguro que prefiero blanco con el calor que hace. 

Miro el reloj y veo que ha pasado la tarde sin darme cuenta y sin que nadie me avisara. Sigo en pijama y tú sin camiseta. Me das un beso y me dices que venga, que vamos a cenar. Y entiendo que la tarde tenía el plan perfecto. 


Vértigo