viernes, 19 de noviembre de 2010

Autobús

Subes al autobús. Hoy no te esperaba. Hace semanas que no cogemos el mismo.

Te sientas a mi lado y escucho tu respiración.

Miramos por las ventanillas el movimiento de madrid. Sé que piensas que no es ciudad para ti, ya no te parece tan bonita, te cuesta seguir su ritmo.

El sol se cuela y te saca una sonrisa. Como yo, olvidas que el sol de invierno es el mejor y te lo recuerda con sutileza.

Apenas me miras, ni siquiera me tocas. No hace falta, los dos nos entendemos.

Llega tu parada y te bajas. Te veo irte por el paseo del prado con tu mochila ignorando que madrid es más bonito cuando tú lo pisas.

El autobús se queda triste, el sol deja de colarse y parece que nadie respira.

Me bajo al final del trayecto y recorro la calle de alcalá sabiendo que no volveré a pensar en ti hasta que vuelvas a subir a mi autobús y recuerde que los mejores enamoramientos son de desconocidos.

Vértigo

sábado, 13 de noviembre de 2010

Luis Ramiro

9 de Noviembre de 2010

Libertad 8

Madrid


Luis sube al escenario de Libertad 8, coge su guitarra y empieza a cantar una canción que no conozco.

Le miro embelesada, emocionada con su voz, enamorada de sus letras, cautivada por su música.

Se suceden las canciones, se suceden los momentos y no quiero que se acaben.

Pasamos de la emoción más contenida, a la risa más sana, volviendo a dejarnos sin respiración y de nuevo a sacarnos la sonrisa.

Se sienta al piano y parece que sus canciones nos acarician, pero es sólo una sensación, realmente nos atraviesan y nos llegan dentro.

Annie Hall dejará de ser para nosotros una película de Woody Allen, al oír el nombre pensaremos en la preciosa canción de Luis.

Ofrece su escenario como quien ofrece su casa, y presta su guitarra sin pedir nada a cambio. La casualidad hace que descubramos a María Rozalén y su voz llena de matices con una canción perfecta.

Se sienta en un taburete acercándose más al público y abandonando un micrófono que no necesita. Le sentimos cerca, sus canciones lo están aun más.

Termina el concierto con su guitarra y con una canción que conozco.

Le sigo mirando embelesada y ahora también agradecida por regalarnos un concierto inolvidable.

Vértigo



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