sábado, 25 de mayo de 2013

Cambios


Ha cambiado tanto estos años que le cuesta saber quien es. Se mira en el espejo y le cuesta reconocerse. Ella que dijo que no se traicionaría, que no cambiaría al crecer, que mantendría sus ideales, esos que eran tan fuertes, tan auténticos, tan llenos de buenos sentimientos cuando era niña. Ahora se mira y los busca en su interior y sabe que están ahí pero han quedado sepultados debajo de los cambios.

Exterior e interior. Dirás que no hay relación, que ser rubia, entrar en varias tallas por debajo, pintarse los labios de rojo y usar rimmel no cambia lo que hay debajo, no cambia lo importante. Y puede que tengas razón y no debería haber cambio. Ella también lo quiere pensar, que sigue siendo la misma, que sigue siendo la chica que una vez te enamoró.

Hace años todos decían que era segura, que se comería el mundo y ella sabía que vendía esa imagen, aunque se sentía comida en cada mirada. Parece más segura que entonces e incluso algunos instantes se lo cree pero sigue vendiendo algo que no es.

Dejó de llorar por ti, de sufrir por las noches, de buscar una explicación, de querer que volvieras con ella. Sé que piensas que en unas semanas te había olvidado, que supiste que pronto alguien ocupó tu lugar revisando sus historias, acompañando sus días y conviviendo con su sonrisa. En unos meses te dijeron que ya no caminaba sola, que sus besos tenían dueño y no había lágrimas en sus mejillas.

Cada uno estabais siguiendo vuestro camino y estuviste orgulloso de ella al ver que no abandonaba el boli, que evolucionaba sin ti, que tu marcha sólo le hizo más fuerte.

Tener un punto en común siempre te vino bien, saber de ella te ayudaba a confirmar que tomaste la decisión correcta, que no eliminaste su sonrisa, que no cambiaste su manera de mirar al mundo. No te hubieras perdonado que tuviera secuelas, que viviera con miedo al dolor. En cambio, a ella saber de ti le suponía un recordatorio de lo que fue vivir sin aire, de las noches llorando y de la vida que tuvo antes y que nunca recuperó.

El tiempo ha pasado de manera diferente para cada uno. Tú hacia la estabilidad y ella cada día más inestable. Tu norte con nombre de mujer, ella buscándolo cada noche y dejándolo de buscar al amanecer.

Hoy os estáis volviendo a encontrar y no puedes dejar de mirarla. Parece que hace una eternidad de vuestra amistad, de vuestro amor y de vuestro triste final. Dejaste de echarla de menos, de necesitarla, de recordarla; pero siempre lamentaste la amistad perdida, lo mal que acabó la historia que pudo ser perfecta, lo triste que fue tu vida los meses siguientes. Hasta que volviste a empezar, hasta que te diste cuenta de que si no funcionó fue porque no era la mujer tu vida y que el único error fue perder a tu mejor amiga.

Ahora que tienes a las dos a tu alrededor, no sueltas la mano de tu mujer ni dejas de mirarla a ella. Estás pensado que seguro que sigue siendo la misma, que no ha podido cambiar tanto como parece, que sólo es tinte y nueva ropa, que su físico cambie no afecta a lo que ella era, que no han podido destruir sus ideales, su lucha, sus ganas de cambiar el mundo. Te vienen a la mente infinitos recuerdos, detalles sobre ella que pensabas habías olvidado. No se sentía segura con las camisetas de tirantes y hoy lleva una. No solía beber y hoy no suelta el tinto de verano. No se pintaba demasiado y hoy se intuyen coloretes en su cara, rimmel en sus pestañas y los labios llenos de color. No trasnochaba y ya planea noches que empiezan tarde. No dejaba de soñar y ahora parece que pisa realidades.

Escuchar lo que comentan de ella te confunde, no puede ser verdad que colecciona amantes en cada puerto, que no pide números de teléfonos ni abrazos después, que no piensa en terceras personas implicadas, que vive como si nada fuera real. Sigues mirándola y algunos instantes parece otra persona, una desconocida. Y realmente lo es, te has perdido años de su vida, no sabes que remueve su interior, que lamenta por las noches, que hace que se le iluminen los ojos. Ni siquiera sabes nada de su trabajo, de sus vacaciones, de su familia, de sus amigos, de sus días ni de sus noches.

No debería sorprenderte que te parezca que no la conoces. Lo supiste todo de ella, sus miedos y sus sueños, pero ya hace siglos que no. Te estás volviendo a culpar y te vuelves a equivocar. La historia pudo acabar mejor, lo sabes y cometiste millones de errores. Ella también los cometió. Entonces ya dijisteis que la vida era muy larga y puede que hoy, bajo este sol y estas velas, podáis buscar un nuevo rumbo.

Sigues mirándola, buscando indicios de si te mira lo hará con cariño. No sueltas la mano de tu mujer, que te conoce demasiado bien y sabe que estás pensando, y confía que hagas lo que sientas, que soluciones pasados y empieces futuros, que recuperes a tu mejor amiga y que por la noche se lo cuentes antes de iros a dormir.

Dudas, estás nervioso, hace mil años te preguntaste si había agua al saltar a la piscina, te dijeron que sí y aun así tuvieron que empujarte para saltar. Fue un error esperar el empujón. Aunque quizás el error fue saltar. Imaginas lo diferente que podría haber sido todo si no hubieras saltado, si no hubieras dejado que el mundo cambiara. 

Vuelves a tener que tomar la decisión. Sabes que hay agua pero no sabes si quieres saltar. Sigues mirándola y piensas. Recuerdas las clases juntos, los días de estudio compartiendo ilusiones, las risas infinitas, los relatos y los puntos y coma. Las canciones de Ismael Serrano que te decía que escucharas, las perdidas y los mensajes dulces. La piña con brandy y los post it. Mirarla y sentir que todo era posible. Recuerdas tu mundo cambiar con ella de tu mano.

Está tan rubia y tan diferente. No sabes si está más guapa o no. Tampoco importa. Te preocupa el brillo de sus ojos y su sonrisa. Recuerdas las discusiones, las miradas tristes por los pasillos, las palabras crueles, ella no siendo ella, tú intentando evitar los golpes y recibiendo puñaladas. Recuerdas que te dijo que no te quería en su vida, que estaba perdiendo el norte, que estaba siendo alguien que ni era ni quería ser y que lo mejor era no saber de ti. Sabes que fue lo que necesitaba y que pronto recuperó su camino.

Han pasado muchos años y no sabes si ha seguido por ese buen camino que siempre tuvo claro. Te preguntas qué ha pasado para que al verla estés dudando si se ha traicionado o no. Si lo ha hecho, entonces nada tendría sentido. El mundo no se podría cambiar y lo único que se puede hacer es sobrevivir.

Quieres acercarte a ella y comprobar que su sonrisa sigue siendo la misma, que sigue hablando con pasión, que sigue escuchando a Isma, escribiendo relatos imposibles, dibujando corazones, tratando de hacer felices a los que la rodean, cambiando el mundo e iluminando rincones. Puede que vuelva a cambiar el tuyo, que sea el momento para que vuelva a tu vida, para que compartáis de nuevo sueños aunque no caricias. 

Dudas de nuevo. Es una desconocida y tienes miedo de lo que puedas encontrarte, que destruya tu fe en las personas que no se traicionan y ya no puedas volver a dormir por las noches. Ella te está mirando ahora, como retándote a que te acerques, como diciendo "valiente", como queriendo que asumas el riesgo. 

Coges más fuerte la mano de tu mujer y le das un beso. Es la paz que necesitas, es el amor que quieres. Una te cambió tu mundo, otra te cambió la vida. Las dos son importantes, pero no quieres enfrentarte a riesgos que tambaleen tus cimientos, que te puedan hacer replantearte el universo como lo entiendes. Le dices a tu mujer que es hora de irse a casa y esa noche le cuentas que ella no ha podido cambiar, que no es posible, que si el mundo sigue girando es porque no se ha traicionado.

Aunque realmente no lo sabes. No quieres saberlo.


Vértigo

martes, 14 de mayo de 2013

Mayo

Mayo será un mes para recordar. Todavía no ha terminado y ya lo tengo claro. Llegó después de un Abril único, en el que mis cimientos se tambalearon, en el que perdí miedos e inocencia, gané seguridades, vértigos y años. Aprendí a cometer errores imperdonables, a no pensar con la cabeza, a sentir desde dentro, a recordar lo que es vivir sin miedo al miedo. Aprendí que no es un error equivocarme, que el error es traicionarme.

Mayo parecía que sería simplemente el mes siguiente, olvidé que este año nada está siendo lo que parece.

Empezó con la primavera llegando, colándose en mi vida y en mi maleta. Escapé de mi ciudad pensando que lo necesitaba, cuando lo que necesitaba era huir de mí. Unas risas y lo había conseguido, incluso antes de que el cartel dijera "hasta pronto". Días soleados y noches eternas vinieron después. Brindis, conversaciones serias y no tan serias, pintauñas, humos, abrazos y amistades que se refuerzan. Besos dulces y sonrisas perfectas que hacen pensar que te puedo olvidar.

El 7 de Mayo concierto de Ismael Serrano. Sabía que noche especial pero nada lo iba a poner fácil. Horas de sueño perdidas, voz abandonada en el mar, martes sin tiempo para filosofías ni mojitos. Vértigo de no tener vértigo. Vértigo de tenerlo. Vértigo de escuchar vértigo y no sentirme yo.

Empieza el concierto con "Habrá que someter a referéndum". Cuando me quiero dar cuenta, estoy emocionada, tengo las lágrimas a punto de saltar, tengo los sentimientos revoloteando, tengo más ganas de vivir que nunca, tengo claro que otro mundo es posible. Isma lo ha vuelto a conseguir, me da las fuerzas que necesito para seguir hacia delante, para saber que Abril fue especial pero que puedo conseguir que todos los meses lo sean, aunque sólo sea porque no dejaré que ningún día sea gris, no dejaré de sonreír.

Ninguna pega al concierto. Ismael nos cuenta la historia de su familia, que ya parece que también es nuestra. Nos deja cantar y decido que voy a perder la voz y no me importa. Canciones con arreglos diferentes, otras sonando como siempre, risas y emociones. Tres horas en las que mis pensamientos recorren un mundo y acaban en mí. Ismael canta que todo empieza y todo acaba en ti, y le doy la razón.

Suena vértigo y vuelvo a sentirlo. Y ya sabes: "Y en el futuro espero, compañero, hermanos, ser un buen tipo, no traicionaros. Que el vértigo pase y que en vuestras ventanas luzca el sol cada mañana". Siento cada palabra, me siento viva. Salgo del concierto sabiendo que no ha terminado, el post concierto queda pendiente, la sensación que me deja todavía no puede marcharse.

Mayo continúa su ritmo. Con días de oficina en los que no faltan las risas, aperitivos los domingos, tardes de terraza, noches sin dormir y días sin despertar, llamadas que no necesitan teléfono y perdidas que se sienten. Organizo  mi habitación y trato de organizarme a mí.

Domingo por la tarde, que podría ser especial o no serlo. Dejo que mi vértigo salga a la calle y sea libre durante unas horas. Encuentro en el templo de debod desconocidos conocidos en una fiesta de las letras en las que lo único que se exige es no renunciar a los sueños. Momento mágico, tarde especial, comienzo de una nueva etapa llena de posibilidades.

No hay duda de que recordaré este Mayo. No sé que ocurrirá en lo que queda de mes, puede que lo siga completando con historias para escribir o simplemente sean pequeños días sin importancia que hacen que la vida sea vida.

Me escribes un "¿qué tal todo?" y mi mes se tambalea. Dudo de los besos y de los abrazos, dudo de que todo empiece en mí, dudo de mi vértigo, de mis palabras, de mi misma. Dudo tanto que no sé si debo contestar, si debo dejar que formes parte de mi Mayo y de mi primavera o es mejor que te quedes en el invierno en el que llegaste.

Te contesto, sabiendo que es un error que tengo que cometer y una historia que debería cerrar.

Queda Mayo por delante, queda mes para olvidarte. Esta noche quizás te busque y te pida que me engañes, me hagas creer que si recordaré este mes será por ti.

Mañana ya no habrá mentiras y sabré que eres la pequeña anécdota de Mayo que se olvida entre tantos instantes mágicos. Pudiste ser protagonista, preferiste ser pasajero que se baja demasiado pronto y trata de subir cuando menos se le espera.

Mayo seguirá contigo o sin ti. Un mes especial, un mes para recordar, en el que comprobé que la vida está para vivirla.

Vértigo

miércoles, 8 de mayo de 2013

Tachones


No hago más que tachar. He escrito infinitas historias y cuando termino las tacho, para que desaparezcan, para que no puedas leerlas, para que no duelan.

Sería más sencillo si escribiera en el ordenador directamente, si pudiera darles a suprimir y consiguiera que desaparecieran del todo, que no hubiera rastro, que no quedaran secuelas.

Sigo escribiendo con un boli en un cuaderno: sintiendo cada letra de cada historia, dibujando corazones y mojando el papel con lágrimas; sabiendo que si empiezo a escribir, siempre algo quedará dentro de mí y no podré hacer como si no hubiera existido. 

Cuando llega el final, cuando hay que pasar a una hoja nueva, cuando querría suprimir y poder volver a empezar en una página en blanco sin arrastrar pegotes de tinta ni errores, me doy cuenta que ya no es posible.

Tacho lo escrito, pero no consigo eliminarlo. La historia se queda inmune, con sus aciertos y sus errores, con sus sonrisas y sus problemas, con su felicidad y su infelicidad. 

Diré que es lo mejor, que no quiero teclear y eliminar; que aprendí de cada historia, de cada buen día y de cada mala noche, de los besos recibidos y las promesas entregadas, de los te quiero que me regalaron y de los adiós que me dijeron.

Pero hoy siento que mi corazón roto no consigue cicatrizar. Si las heridas siguen presentes, si nunca se eliminan del todo, si cuando se quieren cerrar la hoja llena de tachones parece que se puede volver a leer y por mucha tinta que gaste nunca desaparecen: ¿cómo podrá cicatrizar?.

Puede que necesite aprender a escribir en el ordenador sin pasar por el papel o puede que tenga que aprender a convivir con un corazón roto.


Vértigo