9 de Noviembre de 2010
Libertad 8
Madrid
Luis sube al escenario de Libertad 8, coge su guitarra y empieza a cantar una canción que no conozco.
Le miro embelesada, emocionada con su voz, enamorada de sus letras, cautivada por su música.
Se suceden las canciones, se suceden los momentos y no quiero que se acaben.
Pasamos de la emoción más contenida, a la risa más sana, volviendo a dejarnos sin respiración y de nuevo a sacarnos la sonrisa.
Se sienta al piano y parece que sus canciones nos acarician, pero es sólo una sensación, realmente nos atraviesan y nos llegan dentro.
Annie Hall dejará de ser para nosotros una película de Woody Allen, al oír el nombre pensaremos en la preciosa canción de Luis.
Ofrece su escenario como quien ofrece su casa, y presta su guitarra sin pedir nada a cambio. La casualidad hace que descubramos a María Rozalén y su voz llena de matices con una canción perfecta.
Se sienta en un taburete acercándose más al público y abandonando un micrófono que no necesita. Le sentimos cerca, sus canciones lo están aun más.
Termina el concierto con su guitarra y con una canción que conozco.
Le sigo mirando embelesada y ahora también agradecida por regalarnos un concierto inolvidable.
Vértigo