domingo, 21 de marzo de 2010
domingo, 14 de marzo de 2010
No me quejo
No puedo quejarme. No debo quejarme. Y no sólo porque en otras partes del mundo las cosas están mucho peor. No puedo porque dentro de los millones de personas que están como yo en este país soy de las afortunadas. Y sé que Ismael Serrano no me dedica su nueva canción a mí.
Si pido que alguien me quiera, siempre hay alguien dispuesto a decirme que él. Si además pido que me dé de comer, también alguien se ofrece.
Pero si no puedo quejarme, entonces, ¿qué puedo hacer?
Estoy cansada de que me digan que no me desanime, sé que con buenas intenciones, pero me desanima más que me lo pregunten que mi situación. Estoy cansada de mirar ofertas en las que es imposible encajar, de mandar cv que nadie abre, de escribir correos al infinito.
Pero no puedo quejarme. Tengo tiempo libre, tengo compañía, se me ocurren millones de cosas que hacer y por suerte no me falta de nada. Algo sí me falta, y me gustaría quejarme, levantar la voz, decir cuatro cosas, llorar de rabia, sentarme en el suelo de impotencia, y al menos tener el valor para ponerme a escribir.
En vez de eso, sigo sonriendo, sigo mirando el futuro con esperanza, sigo diciendo que ya llegará, que no me puedo quejar.
Y descubro que no me quejo no porque no pueda quejarme, sino porque no quiero quejarme.
No quiero maldecir la situación, no quiero culpar a otros, no quiero que se me culpe a mí. Hice lo que tenía que hacer, estudié lo que tenía que estudiar y terminé en el peor momento.
No me quejo, pero tampoco me quiero quedar callada.
Vértigo
sábado, 13 de marzo de 2010
Podría ser - Ismael Serrano
Contando monedas para comprar cigarros,
regreso a mi casa, sumando derrotas.
Vuelvo sin excusas, sin paz ni trabajo,
y a nuestro futuro le arrancan las horas.
Y en casa me espera
mi razón de vida,
el calor de hogar.
Llevo la vergüenza,
las manos vacías,
la precariedad.
Ella sonreirá, "saldremos adelante".
A pesar del tiempo sigue siendo bella.
La miro y recuerdo. No siempre los planes
salen como sueñas, eternas promesas.
Estoy cansado
de tropezar siempre,
del “ya le llamaremos”.
Quizá mañana
cambien nuestra suerte
y acabe este invierno.
Podría ser jardinero en Marte,
médico de flores, poeta ambulante
deshollinador volando en tejados,
probador de espejos, o pirata honrado.
Quisiera ser hombre al fin al cabo.
Podría ser quizá delineante
de columpios rojos, un gran nigromante,
un cantor de nanas, quizás buhonero,
y vender palomas, pócimas y ungüentos.
Pensándolo bien, me conformo con menos.
Enchufo la radio, no habla de nosotros.
La luz de la aurora se vierte en la acera.
Ella me da un beso, yo me hundo en sus ojos.
"Suerte" me susurra y cruzo la puerta.
Fuera quizá encuentre
por fin la respuesta
o mi exculpación.
Llueve mientras sueño,
quizá cuando vuelva
haya salido el sol
Podría ser cartero de Neruda,
pescador de estrellas, navegando en la luna,
piloto de cometas, explorador de abismos,
quizá recolector de gotas de rocío.
Quisiera ser un hombre, es poco lo que pido.
Podría ser quizá delineante
de columpios rojos, un gran nigromante,
un cantor de nanas, quizás buhonero,
y vender palomas, pócimas y ungüentos.
Pensándolo bien, me conformo con menos.
Podría ser jardinero en Marte,
médico de flores, poeta ambulante
deshollinador volando en tejados,
probador de espejos, o pirata honrado.
jueves, 18 de febrero de 2010
Últimamente - Ismael Serrano
me han vencido viejos fantasmas,
nuevas rutinas.
Y en cada esquina acecha un ratero
para robarme las alhajas, los recuerdos,
las felicidades.
De un tiempo a esta parte
llego siempre tarde
a todas mis citas.
Y la vida me parece una fiesta
a la que nadie
se ha molestado en invitarme.
De un tiempo a esta parte
me cuesta tanto, tanto, tanto, no amarte,
no amarte.
Últimamente ando desconcertado,
así que ponte a salvo, porque en este estado
ando como loco.
Y me enamoro de mujeres comprometidas,
llenas de abrazos,
llenas de mentiras.
De un tiempo a esta parte, a mi amor propio algo le falta,
lo has dejado unos puntos
por debajo del de Kafka.
Y la vida me parece una fiesta
a la que nadie
se ha molestado en invitarme.
De un tiempo a esta parte
me cuesta tanto, tanto, tanto,
me cuesta tanto no amarte.
Últimamente planeo una huida
para rehacer mi vida,
probablemente en Marte.
Seguro que allí no hay nadie empeñado en aconsejarme:
"Ismael, ¿qué te pasa?
No estudias, no trabajas".
Y qué vamos a hacerle,
si es que últimamente ando algo perdido,
si te necesito.
De un tiempo a esta parte
me cuesta tanto, tanto, tanto,
me cuesta tanto no amarte.
Han de venir tiempos mejores,
cometeré más errores, daré menos explicaciones,
y haré nuevas canciones
en las que te cuente cómo, últimamente,
son tan frecuentes tristes amaneceres
ahogando mis finales,
repetidos, cansados,
miserables,
llenos de soledades.
De un tiempo a esta parte
me cuesta tanto, tanto,
me cuesta tanto no amarte.
domingo, 31 de enero de 2010
Noche
La noche empieza delante del espejo, línea en el ojo, rimmel y sombra oscura. Movimiento de pelo y ensayo de mirada felina.
Después algo de tacón y un poco de escote, dulce colonia en las muñecas y brillo en los labios. Estoy preparada para darlo todo.
Una casa, pizza y tortilla. Se abren regalos, se hacen fotos y se canta el cumpleaños feliz. Un poco de tarta y un ron con limón. Un sándwich de nocilla mientras se escucha algo de música. “Marta me llamó a las seis hora española, sólo para hablar, sólo se sentía sola”. Hago una perdida a una amiga que sonreía en un concierto con esta canción.
Un poquito más de tarta y una copa más. Empiezo a perder la cuenta.
Algo de brillo en los labios y preparados para continuar la noche.
Bailes, risas, abrazos, besos. Canción tras canción que no recordaré. Suenan acordes conocidos y sonrío, aunque el sitio de mi recreo me produce sentimientos confusos.
Otra canción que también olvidé y vuelvo a bailar. Cantamos de nuevo el cumpleaños feliz y se hacen más fotos. Estamos pasándolo bien.
El rimmel empieza a correrse, la sombra a difuminarse y ni se intuye el brillo de labios.
Más abrazos, más miradas cómplices perdidas, menos miradas al móvil buscando perdidas.
Todavía es pronto. Miro la hora, las cuatro y media. Aunque parece que nada cambiará.
Hasta que reconozco las primeras notas de una canción. No puede ser, sería demasiado pedir. Empiezo a cantar. “Casandra vio en sueños el futuro”. Mis amigos no la conocen. Me da igual. Sigo cantando, sonriendo, bailando. “Creo en ti Casandra. No estás sola”.
Se acaba la canción y yo sigo sonriendo. Suena una canción cualquiera y vuelvo al mundo. A dar abrazos, besos y a hacer fotos.
No queda demasiado para que salga el sol. Busco un taxi y vuelvo a casa.
La noche termina delante del espejo, eliminando los restos de maquillaje y observando mi cara de sueño. Pero no puedo evitar sonreír recordando que Ismael Serrano sonó a las tantas en un local de moda de madrid y que pude gritar “Creo en ti Casandra”.
Vértigo
martes, 26 de enero de 2010
Supermercado
Camino por el supermercado buscando el aceite, lo han vuelto a cambiar de sitio. Miro a la derecha, miro a la izquierda y no aparece. Me cruzo con carros repletos de comida y con personas encontrando lo que buscan, no consigo ser una de ellas.
Sigo buscando y de repente algo suena que me es conocido. Reconozco las primeras notas, las primeras palabras y dudo si sólo lo oigo yo. Pero no, está sonando en todo el supermercado que empieza a parecer un lugar distinto.
Empiezo a cantar con la canción “eres pequeña como una estrella fugaz, como el universo antes de estallar” y siento que me lo canta a mí.
Dejo de buscar y encuentro el aceite a la vez que sigo escuchando.
Sigo caminando por el supermercado y se acaba la canción. Parece que todo volverá a ser como cuatro minutos antes, pero no, algo ha cambiado. Yo he cambiado.
Y llego a casa pensando que Ismael Serrano debería sonar siempre en el super mientras hago la compra.
Vértigo
lunes, 18 de enero de 2010
Bailan
La música deja de sonar y ellos se paran. Quietos, inmóviles, se miran. Si un instante más siguieran sin moverse empezarían a pensar. Avanzan el uno hacia el otro.
Se cogen de la mano y la música vuelve a sonar, ellos bailan de nuevo.
Están bien, están cómodos, bailar cogidos de la mano les gusta. Bailan más rápido, más despacio. Bailan.
La música se para y ellos también. Se miran, se sueltan. Si se siguieran mirando empezarían a odiarse. Avanzan alejándose el uno del otro.
La música vuelve a sonar y cada uno baila sin mirarse. Bailan rápido, no consiguen bailar despacio.
Dejarán de bailar, volverán a acercarse, bailarán juntos y se volverán a separar. Y yo me preguntaré si las cosas siempre son así.
Vértigo