Voy en el autobús en mi mundo, pensando en llegar pronto, en comer, en lo que me gusta la jornada reducida de verano.
Y apareces delante de mí, nunca lo hubiera esperado. ¿Cuántos años hace que no nos vemos? No sabría calcular pero podría apostar que más de cinco años, cuando dejé de ir a trabajar en autobús y volví a mi pasado del cercanías, donde tantas historias he podido escribir, aunque puede que ninguna como la tuya.
Se te notan los años, supongo que a mí también. Creo que has cogido algunos kilos, pero te miro y me parece que nada ha cambiado, que podría volver a suspirar por ti, que podría volver a escuchar tu respiración.
Aunque todo cambiara y ninguno seamos el mismo, el sol que entra es de verano y el invierno parece lejos, como aquella época en la que eras mi protagonista.
Me miras, lo noto, no sé si estás pensando lo mismo que yo o simplemente buscas un hueco en el que apoyarte. Te veo pasar y no te digo nada, podría empezar a hablar, contarte que me arrepentí de no despedirme, que cambiaron mi oficina de lugar, que yo quería seguir cogiendo el autobús pero el cercanías era mejor opción, que apareció alguien, que me enamoré, que puede que te olvidara pero que nada fue queriendo. Que tenerte delante me hace recordar tantas y tantas cosas, que puede que siga siendo la misma.
Me bajo yo primera esta vez y te dejó en el autobús, donde siempre estás para mí, donde está tu recuerdo, donde enamorarse de un desconocido alegra el día.
Vértigo
Primera parte: Autobús
2 comentarios:
Las historias que suceden en autobuses y trenes se pueden oler y sentir, se pueden abrazar.
Y también aquellas historias que acaban -o empiezan- bajando las escaleras de una boca de metro.
Un placer leerte...
Llevaba mucho tiempo sin pasarme por aquí y que alegría saber que sigues escribiendo. ¡Me ha encantado! :) Abrazos!
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