domingo, 22 de abril de 2012

Mirada triste (V)


Ya no veo sus ojos tristes. Ojalá fuera porque ya no lo son. Me temo que dejé de mirarles. Nunca pretendí que ocurriera, que dejara de preocuparme, que no supiera cómo está. Simplemente las circunstancias (a las que nunca me gusta culpar) le alejaron de mí y se volvió demasiado complicado vigilar su mirada triste.

Otra ciudad, otra gente, otros lugares le acompañan. Allí ha aprendido a ser otra persona, a disimular su tristeza. Dice que sigue hacia delante,  que ha conseguido lo que siempre quiso.

Le mandé besos y abrazos por mensaje. Le ofrecí mi ayuda eterna. Quise ser algo más que su manta. Dejó de recibir mis palabras, dejó que me marchara. No lo puse fácil, no quise que no contara conmigo. Pero tuvo claro que no me necesitaba (ni me quería a su lado).

Y yo me alegré, confié en su instinto, en su corazón, en sus sentimientos. Esperé volver a verle sin mirada triste.

Las circunstancias todavía no nos han cruzado (seguro que pronto lo harán). Pero ya me han contado, ya me han dicho que su mirada triste cambió de aires y le sigue acompañando.

Y vuelvo a no saber qué hacer. Le volvería a mandar millones de besos, a ofrecer ayuda y no intentar ser más que su amiga. Haría lo que él necesitara si supiera lo que es para intentar que su mirada triste fuera menos triste.




Vértigo

7 comentarios:

Luis Cano Ruiz dijo...

Hay veces que las miradas tristes las cura el tiempo, otras a las que el tiempo sólo empeora, y otras que siempre nos preguntaremos que vieron para mirar a todo lo demás así.

Cuídate.

Tropiezos y trapecios dijo...

A veces no se puede hacer nada para paliar una mirada triste. Hay gente que vio cosas que no creríamos (cambiando un poco la frase de Blade Runner) y que son la razón de esas miradas, perdidas, melancólicas...

A veces, saber que alguien está ahí es suficiente para encontrar las fuerzas y que la tristeza se transforme poco a poco. A veces tarda años en irse.

Siempre es doloroso quedarse y ver como quien quieres se aleja, sobre todo cuando parece no querer que estés cerca... Yo lo he vivido y sí, es una mierda, no puedo decir otra cosa.

Un saludo.

Oski

ohdiosa dijo...

Qué difícil es querer ayudar a quién no quiere ser ayudado. La impotencia que sientes cuando quieres y no puedes o no te dejan...pero a veces hay que dejarlos marchar y que descubran su camino por si mismos y un buen día, quizás, vuelvan con las miradas menos tristes...

RuMBi dijo...

Al leer tus palabras me he puesto enormemente triste, tan triste como la mirada que describes. Y es que la impotencia que produce ver a un amigo sufrir, tenderle tu mano y que no la quiera es aún más grande que la tristeza que siento en este instante.

Eres o al menos por lo que leo, pareces una gran amiga.

Un abrazo enorme!

candela dijo...

Es tan díficil ofrecer ayuda...

Besos

Cris dijo...

"Sigues teniendo carita de pena, pero no me mires con tus ojos tristes" que dice Quique González.

Ahora recuerdo también aquella otra canción de Andrés Lewin: "Yo recordando el día que me dijiste: voy a curarte siempre los ojos tristes"

¡Qué difícil curar ojos tristes!¡qué bonito tu texto! :)

Twice dijo...

Hay otras miradas...

;-)