domingo, 2 de diciembre de 2012

Ismael Serrano


10 de Noviembre de 2012

Teatro Circo Price
Madrid

Tardo en escribir mis impresiones sobre el concierto de Ismael Serrano en el Circo Price.

Pasan los días, las semanas, llega el frío, nuevas músicas y otras sensaciones... Y sigo sin escribir sobre una noche mágica.

Tardo y empiezo a preocuparme. Tardo tanto que me preocupan más los motivos que hacen que no escriba que escribir en sí.

Me pregunto qué ha pasado. Siempre salgo de los conciertos de Isma con ganas de cambiar el mundo, de soñar, de escribir...

Sabes que así estaba aquella noche. Cenamos donde siempre, brindamos por un nuevo futuro, por deseos que se cumplirán y proyectos que se realizarán. Una noche perfecta.

Entonces, ¿por qué no te hablo del concierto?

Busco motivos: en el concierto y fuera de él.

En el concierto busco detalles que no me gustaron, pegas que me cueste escribir, dudas sobre Isma y su música. Pero no tengo dudas sobre sus canciones, sobre la emoción que sentí durante tres horas y media. Por muchos conciertos a los que vaya, sigue siendo especial. Me gusta escuchar las nuevas canciones, repasar las viejas. Suena vértigo y el mundo se para. Me miras y sabes todo lo que significa para mí.

Reconozco que puedo poner pegas: hubo problemas de sonido,  falta un guitarrista, no fue tan perfecto como solía ser... Hago balance y gana lo bueno: Isma emocionado en su ciudad, cantando con el corazón, con un repertorio escogido con cariño, con un escenario que es un café de los recuerdos, que nos acoge, que nos escucha, del que ya formamos parte. Y con Isma consiguiendo que crea que merece la pena luchar.

Sigo buscando motivos para esta tardanza. Y ahora los busco en mí. En estos meses que he andado perdida, que he buscado señales donde no las había, que he querido donde no me querían y he luchado en batallas perdidas. A veces ni un concierto de Isma es capaz de cambiarme tanto por mucho que lo haga.

Fue una gran noche, fue un gran concierto. He tardado demasiado en escribir, he tardado demasiado en darme cuenta de que no estoy tardando, sólo necesitaba un descanso para dejar de tardar.

Ya no busco motivos, ya no los necesito. Vuelvo a creer que merece la pena luchar aunque la batalla esté perdida.

Si quieres que te cuente el concierto de Ismael Serrano, llámame y dejemos de tardar.

Vértigo.


domingo, 11 de noviembre de 2012

domingo, 4 de noviembre de 2012

En la estación


Se sienta en un banco de la estación y deja pasar un tren y otro y todos los que hagan falta. Hasta que aparece él y se para el mundo. Le pregunta si lleva mucho esperando y ella miente diciendo que acaba de llegar.

Se suben al siguiente tren juntos y se cuentan su anterior día, se ríen de las anécdotas graciosas, se apoyan en los problemas y se aconsejan en las grandes cuestiones.

Se podría decir que son buenos amigos. No suelen verse fuera del tren, algún plan con más amigos, algún concierto pero ninguna noche eterna. Se llaman si tardan en encontrarse, se preocupan el uno del otro. Se echan de menos si no se ven.

Y ella deja pasar trenes por él. A veces no importa, como dice ella “habrá más trenes”. Pero otras supone demasiado y no es fácil decidir si se sube o no. No lo hace y espera que esta vez al subir con él todo sea diferente.

Hay días en los que se pone un poco más de brillo en los labios, se peina diferente, se siente más guapa frente al espejo. Y espera que él se dé cuenta, que le diga que está preciosa, que le proponga una cena en su casa, un cine, o simplemente coja su mano y no la suelte.

Ese día no llega y ella sigue dejando pasar trenes.

“No importa”, se sigue diciendo. “Si hubiera llegado mi tren me hubiera subido”, se repite. Suspira, llora, sonríe y sabe que la vida es algo más.

Por fin llega el cambio, llega el momento. Él, como siempre, llega tarde. Ella, como siempre, le espera. Suben juntos al tren y se miran.

Ella le dice que se calle, que ya han hablado bastante, que quiere vivir, que quiere ser feliz. Y le besa con todo su amor, con toda su ilusión. Él no devuelve el beso, se separa con mirada triste y con un lo siento.

Tardarán años en volver a coger el mismo tren, en volver a ser amigos. Pero ella tardará poco en vivir.

Al día siguiente cogerá el primer tren y al subir cruzará su mirada con alguien que verá en ella más que un brillo de labios. Empezarán con un “nunca te he visto por aquí” y unos meses después será un “¿cuándo cenamos juntos?”

La vida no será lo que ella esperaba, no fue el tren al que pensaba subirse pero su felicidad llegó en él.
  


Vértigo

miércoles, 24 de octubre de 2012

martes, 9 de octubre de 2012

Guille Dinnbier – Para no dormir



Guille Dinnbier empieza su primer disco con una dulce declaración de intenciones: hablando de ir a Libertad 8 y al Búho Real y sintiéndose orgulloso e ilusionado de nombrarse cantautor.

Y se agradece su actitud, su entusiasmo, su vitalidad y sus ganas de hacer canciones que tengan mensaje, sentimiento y poesía.

Habla de amor, de ideas, de muros que derribar, de canciones que componer, de marilyns que enamoran, de cuentas pendientes, de miedos, de heridas, de veletas, de besos, de lágrimas, de valientes que luchan, de noches de concierto, de filosofía y de alas rotas.  

Y lo hace contagiándome su ilusión y sus ganas de vivir.

“No me preocupa perderlo todo en mis sueños y nada me importa si me hace feliz” canta en una de sus canciones. Siento que es honesto y le creo.

Reconozco que me gusta su voz, sus letras, su música, sus canciones.

Pero él es el que me enamora, él y lo que consigue transmitir, lo que me hace sentir; que hace que lleve semanas escuchando una y otra vez su disco, que llegue al trabajo con una sonrisa confiando en que alguien me quiera abrazar.

Me gustaría que Guille me prometiera que cuando Libertad 8 se le quede pequeño, lleguen infinitas noches de concierto y días de invierno siga contagiándome su manera de mirar al mundo y siga regalándonos canciones para no dormir.


Vértigo

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Secador

Saco el secador y me asusto.

Llevo meses olvidando que existe, saliendo a la calle con el pelo mojado, sin preocupaciones, sin miedos, sin secar...

Y ahora tengo el secador en mi mano. En la calle llueve, el cielo está oscuro y dicen que no saldrá el sol. Debería secarme el pelo, prepararme para el otoño que llega y decir adiós al verano, a los días en los que no me importaba que cayeran gotas de mi pelo, que fuera algo despeinada, que jugaras conmigo...

Tengo que secarme el pelo y asumir que nada dura eternamente y que los miedos y el secador tenían que volver. Me espera un largo invierno en el que tendré que salir a la calle preparada para los días fríos y las noches solitarias.

Miro por la ventana y veo la lluvia caer. Mi pelo acabará mojado lo seque o no. Guardo el secador, ya habrá días para protegerme...

Hoy quiero salir sin miedos, confiando en que salga el sol y dispuesta a jugar contigo.


Vértigo

miércoles, 22 de agosto de 2012

Amigos


Se mira en el espejo. Repasa su cuerpo con el vestido ajustado, mete tripa y observa su silueta.

Se pinta los ojos con demasiado oscuro y los labios con brillo.

Se vuelve a mirar. Se quiere sentir sexy. Se lo cree un segundo y al siguiente es consciente de todo lo que no debería marcar el vestido. Lo estira un poco, vuelve a meter tripa y parece que se siente sexy otro segundo.

Sale de casa antes de que vuelva su madre, sabe todo lo que diría y sabe, aunque no lo reconozca, que tiene razón.

En el metro se siente observada y cree leer los pensamientos de los que la miran.

Aunque excepto yo nadie se ha fijado en ella. Y yo no la juzgo.

Vuelve a estirar el vestido y a meter tripa. Se peina con los dedos. Se dice una y otra vez a si misma que se lo va a pasar bien.

Se baja en su parada y llega al encuentro con sus amigos. Ellas con vestidos ajustados en cuerpos imposibles la miran con desprecio. Ellos ni se percatan que está. Y todavía sigue creyendo que son sus amigos.

Pasará la noche intentando encajar, simulando sonrisas y fingiendo ser feliz.

Volverá a casa y se quitará la sombra y el maquillaje. Se pondrá el pijama y estará más guapa de lo que lo ha estado en toda la noche.

Llorará mientras duerma y se levantará maldiciendo el vestido, las noches de fiesta y los amigos no amigos.

No me preocupará, no sentiré pena por ella, no diré que la adolescencia es sencilla.

Sabré que será una etapa que pasará y sólo la hará crecer.

Unos años después se pondrá otro vestido con el que lucirá escote (y disimulará tripa). Se pintará los ojos demasiado oscuros (pero como a ella le gusta) y le dirá a su madre que volverá tarde.

En el metro estará en su mundo, planeando aventuras. La miraré desde mi asiento.

Se encontrará con sus amigos. Ellas cada uno con su estilo (una no se baja de sus tacones ni se quita su vestido, otra siempre sale con sus vaqueros y sus zapatillas…) Ellos a lo suyo, intentando ligar con las del grupo de al lado pero siempre pendientes de ellas (y ellas pendientes de ellos).

Pasará la noche entre risas y conversaciones serias. Hablando de zapatos y de desempleo.

Volverá a casa haciendo y recibiendo perdidas. Mandando alguna sonrisita a alguien que suspira por ella.

Quizás llore mientras duerma… pero… ¿no te pasa a ti también a veces?

Se levantará y desayunará con su madre, le contará cómo le va a sus amigos y la suerte que tuvo de encontrarlos. Ya ni recuerda los que tenía cuando fue adolescente y fingía que era feliz.





Vértigo