10 de Noviembre de 2012
Teatro
Circo Price
Madrid
Tardo en escribir mis impresiones
sobre el concierto de Ismael Serrano en el Circo Price.
Pasan los días, las semanas,
llega el frío, nuevas músicas y otras sensaciones... Y sigo sin escribir sobre
una noche mágica.
Tardo y empiezo a preocuparme.
Tardo tanto que me preocupan más los motivos que hacen que no escriba que
escribir en sí.
Me pregunto qué ha pasado.
Siempre salgo de los conciertos de Isma con ganas de cambiar el mundo, de
soñar, de escribir...
Sabes que así estaba aquella
noche. Cenamos donde siempre, brindamos por un nuevo futuro, por deseos que se
cumplirán y proyectos que se realizarán. Una noche perfecta.
Entonces, ¿por qué no te hablo
del concierto?
Busco motivos: en el concierto y
fuera de él.
En el concierto busco detalles
que no me gustaron, pegas que me cueste escribir, dudas sobre Isma y su música.
Pero no tengo dudas sobre sus canciones, sobre la emoción que sentí durante
tres horas y media. Por muchos conciertos a los que vaya, sigue siendo
especial. Me gusta escuchar las nuevas canciones, repasar las viejas. Suena
vértigo y el mundo se para. Me miras y sabes todo lo que significa para mí.
Reconozco que puedo poner pegas:
hubo problemas de sonido, falta un
guitarrista, no fue tan perfecto como solía ser... Hago balance y gana lo
bueno: Isma emocionado en su ciudad, cantando con el corazón, con un repertorio
escogido con cariño, con un escenario que es un café de los recuerdos, que nos
acoge, que nos escucha, del que ya formamos parte. Y con Isma consiguiendo que
crea que merece la pena luchar.
Sigo buscando motivos para esta
tardanza. Y ahora los busco en mí. En estos meses que he andado perdida, que he
buscado señales donde no las había, que he querido donde no me querían y he
luchado en batallas perdidas. A veces ni un concierto de Isma es capaz de
cambiarme tanto por mucho que lo haga.
Fue una gran noche, fue un gran
concierto. He tardado demasiado en escribir, he tardado demasiado en darme
cuenta de que no estoy tardando, sólo necesitaba un descanso para dejar de
tardar.
Ya no busco motivos, ya no los
necesito. Vuelvo a creer que merece la pena luchar aunque la batalla esté
perdida.
Si quieres que te cuente el
concierto de Ismael Serrano, llámame y dejemos de tardar.
Vértigo.