viernes, 9 de enero de 2015

Mi verdad

Eres mi verdad, mi norte,
la estrella polar que nunca busqué.
Sabes que tengo frío por las noches,
miedo durante el día,
y me muevo entre incertidumbres y vértigos.

No es fácil estar a mi lado,
descubriendo que sonrío a medias,
que me pierdo entre la manta,
que no necesito rescates,
pero quiero abrazos eternos.

Eres mi verdad, mi norte,
que me sujeta cuando vuelo,
y me levanta cuando piso baldosas,
que discute y me rebate,
me hace plantearme pensamientos,
que quiera luchar por mis ideales,
aunque ni los compartamos.

A tu lado doy más las gracias
y me quejo menos,
quizás nos equilibramos,
y contigo soy más yo de lo que soy sin ti,
más grande o más pequeña,
escondida en tu cama,
o agarrada fuerte de tu mano,
diciéndote que no me sueltes,
que no me dejes alejarte.

Eres mi verdad, mi norte,
apareciste en medio de guerras perdidas,
de mentiras que querían ser historias,
de complicaciones sin sentido.
Y llegaste sin hacer ruido,
proponiendo sinceridad y paz,
terremotos en el estomago
y calma en la mirada.

Una vez entre lágrimas,
dije que no me volvería a enamorar,
y dando pasos correctos,
disfrutando de tardes de cine,
siendo el tópico del que renegué,
acabé enamorándome de ti.

Eres mi verdad, mi norte,
quien me hace sentir sin traumas,
me recuerda que se puede ser feliz,
que no tengo que vivir atormentada
por fracasos pasados ni por futuros inciertos. 
Quien me demuestra que puedo perder el norte,
porque el norte me encontrará a mí.

Eres mi verdad, mi norte. 



Vértigo



miércoles, 31 de diciembre de 2014

Correo enviado

Buenas noches mi gente,

¿Qué tal termina el 2014?

Ya sabéis, aquí estoy otra vez,  analizando el año que termina, pensando en el 2015 y acordándome de vosotros. 

El 2014 ha sido el año de mis 30 y todavía parece que tengo más argumentos para dar mil vueltas a la persona que quería ser y a la persona que soy.  Y sabes que se las estoy dando: el futuro es el presente y se acabaron las excusas que empiezan con mañana. Hoy es el momento. Ahora es lo que está pasando y lo que estoy siendo.

Tengo la esperanza de que mientras os siga escribiendo este correo y siga analizando mis errores (que esta noche no te vuelvo a contar porque ya te los sabes) es que no lo estoy haciendo tan mal (o al menos no me he perdido del todo, ya veremos). 

Y si no lo estoy haciendo del todo mal, es porque os tengo cerca. Os encargáis de ponerme los pies en la tierra cuando me hace falta, de conseguir que camine por nubes cuando es el momento, de apoyarme y de retarme, de decirme lo que no quiero escuchar y de escucharme cuando no hay quien me aguante (y cuando sí también!).

Este 2014 habéis estado a mi lado y espero que vosotros sintáis que he estado al vuestro (¡lo he intentado!). Las distancias ya sabéis que no importan, estando sentados a mi lado, en otro continente o en otro planeta, siempre os siento cerca. 

Podría ponerme a escribir momentos de este año (y tú te buscarías entre ellos) pero es que han sido muchísimos y no pretendo aburriros demasiado este fin de año. Además, ya te los sabes, o los has vivido conmigo o te los he ido contando. Y si quieres que los repasemos juntos, cuando quieras nos tomamos un tinto. 

Y sí... me estoy poniendo sensible… porque por mi mente está pasando mi 2014… Sólo puedo deciros que muchas gracias por todo, por los grandes momentos y por los pequeños (que para mí son enormes), por hacer que mi vida sea especial, por ayudarme a no perder mi norte.

¿Qué le pido al 2015? Sonará a tópico (pero me da igual), pido salud (para mi familia, para vosotros, para vuestra gente), trabajo (que te voy a contar) y que sigáis en mi vida, que siga teniendo la suerte de contar con vosotros. 

Este año dejadme robar una frase a ramiro (quizás mi frase del año ;)), espero que sigáis queriendo "apostar todo al rojo chanel de mi boca".

Y como siempre, vuelvo a tomar prestadas unas frases de isma, que no dejan de acompañarme y con las que me sigo identificando:

“Y en el futuro espero, compañero, hermanos, ser un buen tipo, no traicionaros. Que el vértigo pase y que en vuestras ventanas luzca el sol cada mañana”.

Millones de gracias y feliz 2015.

Muchos besos.

Vértigo

viernes, 5 de diciembre de 2014

Reto: De Agujero negro hasta Mimbre

Domingo por la tarde en tu sofá. Quiero ver una peli mala y estar debajo de la manta. Me dices que veamos una buena película, que teníamos pendiente una de los beatles, que te dije de ver happythankyoumoreplease juntos y que para el documental iraní que no conseguimos ver la filmo me estás esperando. Te repito que hoy no, que pongas Antena 3, cambies el idioma al inglés y te metas conmigo debajo de la manta.

Remoloneas, te mueves a mi alrededor y parece que esperas que me levante a por el mando. No entiendes que ya tengo mi postura bajo la manta y que no me quiero mover. Pones la uno y empiezas a cambiar de canal, mirando las sinopsis de las pelis y preguntado si las hemos visto. ¿Qué más da? te contesto.

Por fin dejas Antena 3 y aparece, creo, jennifer lópez. Perfecto. Amor, desamor, amor. Seguro que es algo así.

Empiezas a analizar la peli. Que si mírale, que si mírala, que si el dinero, que van a acabar juntos. Ya lo sé. Me preguntas que por qué veo este tipo de pelis y yo me escondo más debajo de mi manta. Estoy acurrucada, medio escuchando, medio leyendo subtítulos, medio estando en mi mundo. Y tú sigues sin entrar. Vuelves a hablar de la peli, empiezo a cerrar los ojos, a imaginarme con un vestido horrible, a hablar como jennifer lópez (ni sé si con la voz doblada u original) y cada vez te escucho menos.

Vuelvo a abrir los ojos un poco y te oigo como lejano. Hablas de agujeros negros, de como crean un campo gravitatorio que lo atrae todo. Te miro fijamente, te pregunto que por qué demonios estás hablando de agujeros negros. Ni me escuchas. Sigues hablando, teorías, posibilidades, opciones. Vuelvo a cerrar los ojos y a ser jennifer lópez.

De repente noto algo, estás conmigo dentro de la manta, dentro de mi mundo. Te miro. Vuelves a los agujeros negros y dices que debajo de la manta se ha creado uno y que por eso estás dentro. Me da igual, te digo que me abraces y que sigamos durmiendo. Pero no callas, teorías imposibles, fórmulas y replanteamientos.

Despierto una vida después, la luz me nubla los ojos y estoy sentada en un sillón de mimbre en medio de un palacio. Me levanto y me vuelvo a sentar (y pienso que el sillón de mimbre es más cómodo que tu sofá). Vuelvo a taparme con la manta y al cerrar los ojos te oigo decir que acabas de comprobar tu teoría de que los agujeros negros te llevan a sillones de mimbre.


Vértigo

domingo, 9 de noviembre de 2014

Presentación teatral de VerS.O.S. de LUIS CANO RUIZ

El próximo viernes (14 de Noviembre) el gran Luis Cano Ruiz presentará su primer poemario en La Fídula (Huertas 57)

Allí estaré y te lo recomiendo. Tengo mil razones para hacerlo. 

Empezaré por lo básico, me encanta como escribe, consigue con sus letras transportarme a pasados y a futuros, a veces me hace contener las lágrimas, otras se me escapan de los ojos y también saca sonrisas, ilusiones y pasiones que estaban algo ocultas. 

Seguro que el espectáculo será original, divertido, con risas y sentimientos. No te vas a aburrir. Le acompañarán tres grandes: Óscar Sejas, Guille Pavón y Mar Argüello

¿Todavía no te he convencido? Además, es viernes, es gratis y está en la calle huertas, luego podemos seguir la noche...

Por último te diré que Luis (ladrón para mí) es un gran tipo, de esas personas que se cruzan en tu vida y sabes que serías idiota si dejas que se marche. Luis me invitó a la fiesta de las letras y cambió mi vida, mi blog, mi vértigo... Le debo parte de lo que soy. Sin él quizás mi vértigo me habría devorado.

Vente el viernes y aplaude conmigo.. Ya sabes, busca una rubia de labios rojos entre el público... 

Vértigo


lunes, 27 de octubre de 2014

Un viernes

Hoy iba a ser un viernes cualquiera. Se despertó a las cinco de la mañana, cuando la más pequeña le llamó pidiendo agua. Trató de volver a dormir un poco más aunque sabía que era complicado. Sonó el despertador y se preparó para levantar a sus dos niñas, mientras su mujer preparaba el desayuno. 

Manteniendo conversaciones sobre la vida las llevó al colegio, una preocupada por el examen que le esperaba y la otra pidiendo galletas rellenas de chocolate. 

Se siente con su suerte, tiene su familia, su trabajo, su felicidad.

Nos encontramos en el cercanías y nos preguntamos por nuestros fracasos y nuestros aciertos. Habla orgulloso de sus hijas, a las que transmite sus valores, la importancia de agradecer la vida, de esforzarse, de no abandonar, de valorar las cosas y aceptar que ser caprichosas no es una opción, que tendrán que madurar. 

Le miro admirada. En estos tiempos que corren, en los que da miedo poner la televisión, él es capaz de transmitir paz y verdad. Veo el futuro de sus hijas y lo veo lleno de honestidad.

Hablamos del trabajo, me cuenta que tiene que hacer unos planes, que lleva una semana bastante liado, que los viernes se nota la semana.

Empieza su jornada. La empezamos todos en la oficina. Pero no todos la terminaremos. 

Hablan de proyectos que no salieron, en los que nosotros ni intervenimos, de objetivos no cumplidos, de contrataciones esperadas que no han llegado. Hablan como si las personas no fueran personas, como si las vidas ya no importaran.

Deciden sin mirar hacia abajo, sin importar cargas de trabajo ni horas regaladas a la empresa, ni veranos luchando por seguir hacia delante, ni trabajos bien realizados. Deciden sin pensar en las vidas que hay detrás, ni en los sueños ni en las ilusiones. Deciden viendo números y olvidando a las personas. Deciden de la peor manera que se puede decidir. Deciden sin saber lo que está pasando más allá de su nariz. 

Su jefe le llama a su despacho. No ha habido rumores antes, no ha habido quejas, ni problemas. Todo iba bien. Es un adiós. Para él y para unos cuantos más, que ni podían imaginar cuando se levantaron que sería su último día en el trabajo. 

Sale del despacho con la mirada serena, conteniendo la respiración y las lágrimas. Mirando a un futuro que se ha vuelto incierto, pensando en sus niñas y en su mañana. 

Recoge sus cosas, la foto familiar que puso en su mesa. Deja sus carpetas y sus papeles a sus compañeros, que le miran con tristeza pensando en si mismos. Comparten su dolor, la dureza del momento, el miedo. Pero también respiran aliviados por no haber sido ellos, por poder volver el lunes a un trabajo que ya no será igual, en el que la incertidumbre les irá matando por dentro.

Me llegan los rumores, empiezo a escuchar nombres y las lágrimas se me saltan mientras me escondo detrás del ordenador. Ésta es la maldita crisis de la que hablaban, en la que no importa que hagas tu trabajo bien para poder conservarlo. 

Con su caja llena de recuerdos sale por la puerta. Llega a casa y respira hondo. No entiende que ha hecho mal, se siento un fracasado y le cuesta encontrar ese optimismo con el que se levantaba cada mañana. Por un instante olvida que él no tiene la culpa. 

Se va a recoger a sus niñas al cole, que se alegran pero se sorprenden al verle. Él les explica que todo ha cambiado, que ha llegado una nueva etapa en la que va a necesitar muchos abrazos y que ellas sean más fuertes que nunca. Les dice que todo irá bien, que seguirá llevándolas al cole, que pronto llegarán otros cambios que serán para mejor.

Y yo, como sus niñas, le creo, y espero de corazón que pronto encuentre un trabajo y a mí el mundo me vuelva a parecer un buen sitio. 


Vértigo


martes, 14 de octubre de 2014

Petición

Se puso de rodillas, nos contó ella, y sacó una cajita de esas que sabes que tienen un anillo. Le pidió formalmente matrimonio y ella le dijo que sí y le besó. Nos lo cuenta con la mirada ilusionada, con el anillo en el dedo, mientras le mira como si estuviera enamorada.

No digo que no lo esté, sólo que fuerza su cara, que quiere que quede evidente que hay amor entre ellos y que él es un romántico que se puso de rodillas en un lugar precioso para pedir su mano en el momento perfecto en el que ella diría que sí.

Les miro desde mi silla en la mesa. Nos acaban de invitar a cenar, han sacado aperitivos ricos, buen vino y hay postre especial. No es una noche cualquiera, es la noche en la que nos anuncian su boda.

Sonrío, les doy la enhorabuena, miro el anillo y comparto su ilusión. Empezamos a hablar de fecha, de lugar, de despedidas, de vestidos blancos. 

Quizás en otra vida fui una novia con un vestido pomposo de princesa y quizás fracasó mi cuento de hadas. Quizás por eso prefiero ranas que sigan siendo ranas y no sueño con príncipes que se arrodillen ante mí.

Porque seguramente, eso sea lo que menos me guste de esta historia, que sea él el que tenga que preguntar, el que dé el paso, el que lleve el anillo, el que tenga que pedir una mano. 

Les miro de nuevo y veo la complicidad en sus ojos, el amor, la confianza. Podré compartir ideas o no hacerlo, pero puedo entender la decisión. 

Vuelven a hablar de la pedida, del anillo, de la sorpresa. Él suena tan hombre. Ella tan mujer. Y a mí me parece tan falso todo. Ni él es más hombre por pedir una mano ni ella más mujer por tener que esperar una pregunta. Sólo son dos personas jurándose amor eterno, como si eso pudiera jurarse. 

Repaso su historia en mi cabeza mientras seguimos brindando, planeamos y ponemos la mente en un futuro que ya está llegando. Se conocieron al empezar la universidad y antes de darse cuenta eran una pareja estable. 

Siguieron los caminos marcados, conociéndose y queriéndose, descubriéndose y amándose, sabiendo que la vida era para estar juntos. Ella empezó a hablar de futuro, a planear, a tomar las decisiones que debían seguir. Él se dejaba llevar, con mirarla a los ojos sabía que todo iría bien. 

Terminaron los estudios, empezaron a trabajar, cambiaron sus rutinas sin cambiar ellos. Hipotecaron su vida y sus ahorros juntos, comprobaron que la convivencia no acababa con sus sueños. Y ella siguió viendo su futuro, su vestido blanco, las palabras de amor correctas. Y decidió cuando querría casarse. Él, en sus nubes, feliz de casarse con ella, cuando ella quisiera, como ella quisiera. 

Le imagino buscando el anillo perfecto. Tratando de recordar palabras que ella le dijera durante los años pasados, angustiándose por si no le gustara, dudoso de si debería gastar tanto dinero, si un anillo va a demostrar su amor o es mejor los buenas noches de los domingos. 

Seguramente, ella hace tiempo le había dicho cuando debería ser la petición, para tener tiempo para preparar la boda de sus sueños. Seguramente él anotó esa fecha en su mente, esperando hacerla feliz. Y yo me pregunto para qué tanto esfuerzo, para que tanto teatro. Si ella lo tenía claro y ella decidía, ¿por qué no fue ella la que le propuso matrimonio?.

No digo nada. Sigo sonriendo y brindando, pensando en el vestido que me compraré para ir a la boda, en ahorrar dinero para el regalo y la despedida. En amores y en errores, en sociedades que no avanzan, en igualdades que no llegan, en luchas que no hay que abandonar. 

Quizás en otra vida me pidieron matrimonio de rodillas y no entendí la escena. Quizás me negué a llevar anillos de compromiso y alianzas que me hagan sentir que tengo dueño. Quizás por eso creo en sentimientos  y no en papeles, en personas y no en hombres y mujeres.

Sigo observando, como las chicas miran el anillo y los chicos hacen que ven el fútbol, aunque realmente hablan de si irán en traje o en chaqué. 

Te acercas y me devuelves a la realidad, me dices que me vas a sacar a bailar, me coges la mano y me levantas. Te miro con dudas, me agarras la cintura y me dices que no ibas a seguir esperando a que yo me decidiera a sacarte. 

Bailamos, nos miramos, quizás hasta nos queremos. A nuestra manera, a nuestro ritmo. Me dices que deje de juzgar otras historias, que cada uno escribe la suya como quiere y que lo que importa es como escribiremos la nuestra. Te voy a rebatir y lo sabes, te iba a decir que no hay que abandonar las luchas, pero me besas y no me dejas hablar. Me dices que ya lo sabes. 

Seguimos bailando, desapareciendo en medio de un escenario en el que no encajamos. Teniendo que mordernos la lengua, pero alegrándonos de compartir  alegrías. 

Camino de casa hacemos un intento de hablar del futuro, pero no conseguimos ir más allá de esta noche en la que compartiremos besos y sueños. Mañana ya se verá. 

Duermo pensando en el día, en los papeles, en el rol que debemos jugar. Y me digo que qué más da, que si un hombre quiere pedir matrimonio que lo haga, y que si una mujer quiere, que lo haga. Nada más consigo que entre en mi cabeza. 

Abres los ojos y me encuentras despierta. Me dejas que me acurruque y me besas. Te digo que no seamos la pareja que se espera. Y me contestas que me deje de tonterías, que seremos la pareja que queramos ser.


Vértigo


martes, 30 de septiembre de 2014

Marilia – Subir una montaña


Las canciones de Ella baila sola han sido banda sonora del final de mi infancia, de mi adolescencia y de mi vida adulta. Siempre sonando de fondo, nunca dejando de escucharlas. Antes de vivir un amor de barra, ya me sabía la canción y cuando tuve que repartir amigos, la letra venía a mi cabeza. 

Mover el arroz, suelos de canicas, sapos, supervivientes, africanos vendiendo tabaco o cruzando en patera, ir a mi ritmo... Imágenes que vienen a mi cabeza al pensar en Ella baila sola. Si pongo el aleatorio de mi ipod acabarán sonando y nunca paso sus canciones. 

Recuerdo un concierto en el parque de atracciones en el que la chica de mi lado le susurró al oído a su novio "Por ti" mientras Ella baila sola tocaban la canción en el escenario. Desde mis ojos de niña, vi claro que eso era amor, aunque a mí todavía me faltarían años para saber de lo que estaban hablando. 

Sabiendo ya lo que es un corazón roto, habiendo escuchado promesas incumplidas y habiendo echado a suertes si se sigue o se rompe, Marilia saca nuevo disco. Los reyes magos me lo trajeron, como hace años me trajeron los de Ella baila sola.

Empecé a escucharlo y algo no encajaba en mi cabeza. Las canciones eran distintas, no me las sabía al momento (¿cómo pude pensar que serían más de Ella baila sola?), y no hablaban de amores juveniles.  Algo faltaba en mi cabeza. ¿Qué ha pasado en medio?

Desde entonces llevo escuchando las canciones, asimilándolas, convirtiéndolas en la banda sonora de esta etapa de mi vida, comprobando que no serán Ella baila sola pero no les hace falta, tienen su propio estilo, su propio lenguaje, su propio momento.

Entre los discos de Ella baila sola y el disco de Marilia han pasado mil historias y mil aventuras, tanto en la vida de Marilia como en la mía. No estaba preparada para el salto temporal, ni para asumir que he pasado de ser una adolescente a una mujer, ni para ver que ya no tengo amores de barras, ahora soy feliz sabiendo que no eres superman ni yo marilyn. La canción que presenta el disco representa bien la nueva etapa de ambas, me recuerda que no tengo que salir corriendo y que es bueno aceptar que se quiere a alguien. 

El resto del disco es igual de real, de auténtico, con situaciones que ahora puedo entender (y que no hubiera entendido hace años), con la vida que estoy viviendo plasmada en canciones. No es que las de Ella baila sola dejen de tener vigencia, es que las de Marilia las complementan. 

Meses después me atrevo a escribir sobre el disco, porque ahora ya me sé las canciones, ya las he hecho mías y ya puedo decir que me encantan. 


Vértigo